miércoles, diciembre 27, 2006

Acaracolados recuerdos de la infancia

Acaracolados recuerdos de la infancia

En el patio de mi casa, aquella en que viví con la dama, el cielo se ocultaba bajo el nudo de ramas de la añosa bugambilia.

Abajo, sobre el piso donde transité los días que no volaba, proyectaban su sombra los helechos. Cada una de sus ramas enroscada hacia la punta; volvía sobre si misma. Y cada punta, fue inerme caracol ante el acoso de mis dedos.

El destrozo que con tanta frecuencia cometieron mis dedos, ahora me avergüenza, pero en aquéllos días, al arrancar el cogollo, liberé a la rama y la limpié también de los pequeños puntos negros que entonces creía manchas y ahora sé que se trataba de semillas.

Pobres helechos, no quería verlos crecer manchados ni encerrados.

En extraño amasijo de recuerdos, mezclo este, con aquel del jardín y la lluvia de sal sobre los caracoles que se volvieron mar.

Será porque también como la dama, tengo mi parte de malvada, y este pensamiento me lleva a otro, que en aquel entonces si me avergonzó y ahora quiero compartirte.

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En el blog de alma encontré esta imagen de un helecho, verla y volver a esos recuerdos de infancia fue automático, gracias Alma por esas bellísimas imágenes que siempre nos compartes, por toda tu riqueza y gracias a todos por ser amigos entrañables.

domingo, diciembre 17, 2006

Iniciaré el descenso



Iniciaré el descenso.
Se que algunas veces seré capaz de ver la flor y otras sólo los pétalos, pero tal vez por eso, aún más bellos.
Todo dependerá de cuánto quiera acercarme.
Y confío en que esto que digo es cierto.
Lo percibo a través de este fragmento de caracol que tanto se asemeja a los pétalos de la flor.
Visto tan cerca me muestra matices jamás vistos.
Creo que nuestro amigo JeanYves vislumbró la aproximación en este cuadro.
Me recuerda tanto al fragmento de caracol como a los pétalos.
¿ Tenemos parte en la memoria colectiva?
¿Cuál sería su inspiración mientras pintaba?
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A Jean Yves, excelente pintor francés, lo conocí por mi querida Ninett. Las fotografías cuyo mérito por supuesto no es mío, las obtuve en mis andanzas por la web.
Y está visto que hoy debo hablar de fotografía, y lo hago con alegría, porque Oaxaca y sus calles recuperan su belleza, he colocado para ustedes una serie completa de fotografías tomadas este domingo, por la mañana tarde y noche, para que admiren los juegos de la luz en los colores.
¿Me darán el regalo de mirarlas en el album de Flirk que comparto con ustedes en este mismo blog?
Quiero pensar que las gozarán conmigo.

martes, diciembre 12, 2006

La fascinación de las imágenes

Para asumir aún cuando sea a destiempo, el papel protagónico que a mí me corresponde, debo dejar de mirar por la ventana


Volver primero al mar, lo que es decir al hogar. Inventar el regreso a la acaracolada armadura de mi infancia.

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Y es ahí donde he estado en los últimos tiempos mis queridos amigos, no físicamente en el mar, pero si navegando en las ahora quietas aguas del pasado; desde ahí ha venido la fuerza para surcar los difíciles caminos del hoy.
Estas son imágenes fascinantes que he recogido en mi paso por sus blogs; observarlas me invita a lo que será el gran remedio: pintar, pintar y pintar,

lunes, diciembre 04, 2006

Mi consigna es salir




Desde que recuerdo han ejercido fascinación sobre mi las diversas formas de expresarse a través de la escritura. Jugaba con la idea de escribir y al mismo tiempo resguardarme.
Por eso en la primaria deseaba ser hombre para recibir como mis compañeros, clases de clave morse. A falta de ese conocimiento, inventé con mis amigas en aquél entonces, un alfabeto con el cual escribíamos mensajes cifrados que nos procuraron horas y horas, para ellas de entretenimiento, para mí de felicidad.
Cuando conocí la historia de Helen Keller y su maestra, también quedé maravillada ante la idea de poder leer con las manos, porque yo estuve ciega por el temor y además maniatada.
Esto último en el sentido literal de la palabra. Fui zurda y me hicieron sentir que eso era ser chueca, algo así como torcida.

Así que me ataban la mano izquierda a la espalda, para obligarme a escribir y comer con la derecha.

Claro que aprendí a hacerlo, porque anhelaba la libertad, tanto como temía mostrar mi pretendida deformidad, así que me escondí sin aprender más nada. Por eso escribo con el corazón, sin técnicas ni escuela.

Sin ningún tipo de estudios, es claro que no pasé por mi período Beqkeriano, ni Borgiano, a duras penas aprendí a leer a Girondo después de los cincuenta.

Creí estar atada a una lengua carente de palabras, ahora se que estuve atada a dolorosas experiencias; temerosa de herir con la palabra.

Hoy mi única consigna es salir. Dejar salir todo aquello que buriló mi conciencia.

Es por eso que me puse en tus manos, con palabras a las que me dio por nombrar agua. No pretenden abrir caminos para otros, me basta con que dejen salir lo que me abrasa.

Que sepas que ya no quiero seguir encerrada. Que no me gusta el miedo. Quiero ser protagonista de mi vida, no cambiar mi papel por un plato de galletas.
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Esta impresionante imagen, representación del miedo, se la debo a alguno de ustedes queridos amigos, no se cuándo la guardé de uno de sus blogs, me parece que la encontré con Orfa, pero no estoy segura, de cualquier manera se las agradezco, porque desde que la vi, supe que se relacionaba conmigo.

Por fin estoy de vuelta. Les dejo esto y me voy a visitarles con el corazón golpeteando de anticipada dicha

domingo, noviembre 12, 2006

Pensar en mi padrino era y sigue siendo pensar en mi muñeca



Pensar en mi padrino, era y sigue siendo, pensar en mi muñeca.

La conocí y me enamoró a mediados de octubre, en un día de mercado, muy cerca ya de las fiestas de muertos.

Era día de mercado grande y él estacionó su chevrolet 38 enfrente de La Violeta. ¡Quien no conoce en Oaxaca el nombre de La Violeta! y menos ha de olvidarse cuando se acercan las fiestas de diciembre, posadas, navidad y reyes.

Al pasar frente al aparador, de entre todas las bellezas que ahí había, la miré al primer golpe de vista.

Me pareció que estaba triste. Todas alrededor tenían bucles dorados o castaños, mejillas de porcelana y ojos azules o de ámbar. Mi nena tenía el pelo corto y ensortijado. Era del color del sabroso chocolate, sus labios gordezuelos no sonreían. En el pequeño hoyo de su mejilla, se perdía una lágrima que había dejado un surco brillante antes de perderse en su hondura.

Era mía, lo era. Nunca había visto una muñeca tan bella. Ninguna niña podría amarla tanto como la amé desde ese momento. Y es que me habló en un lenguaje que sólo ella y yo conocíamos.

—Mira Inito— Grité cuando pude salir del arrobamiento. —¿La viste Inito, la ves? Dime que no es linda. Ay Inito cómpramela por favor, cómpramela—. Insistía mientras tironeaba de su manga.

—¿Ya nos tenemos que ir? ¿Por qué tan pronto? ¿Qué no ves que no quiere quedarse sola? Ay Inito ¿me la vas a comprar verdad? No seas malito.

El sonrió con ese aire de complicidad que tan bien conocía y aunque no dijo nada, con el calor de su sonrisa me despegué de ahí con el corazón al galope, no sin antes lanzarle una última mirada. Tenía que grabarme sus facciones, el vestido que llevaba, no quería una igual, la quería a ella, la que sabía de mí, como yo de ella.

Desde Octubre a diciembre, con gran paciencia mi Ino me llevó cada sábado a saludarla. Corría para llegar antes que él al aparador de la tienda, y cosa curiosa, nunca estaba en el mismo lugar, cada semana tenía que buscarla con desesperación y el me ayudaba porque la habían mudado. Cada sábado era lo mismo, le prometía volver y alguna vez entre semana, logré convencerlo de ir, porque había soñado que alguien se la llevó y desperté llorando.

Nunca deseé tanto un regalo como ese año. Desperté antes que nadie y ahí estaba, aunque eso no me preocupaba, yo sabía que si los Reyes no me oían, mi rey mago no podía fallarme. Ese día al menos, mi dama me dejó jugar con mi muñeca de la mañana a la noche. Después, subió a ocupar su lugar entre mis mujercitas. Una vez que estuvo con ellas, dejó de hablar conmigo, se quedó muda, ella triste allá arriba y yo sin ella.

Ahora que lo menciono me resulta extraño. Cuando la dama me las entregó y las regalé a todas, ya después de casada, debo haberla entregado también —ni siquiera la mencioné— en medio de un ataque de sonambulismo, sólo así pude haberme deshecho de mi negra.

Pero el cuento de este cuento, es decirles que mucho después vine a saber que mi padrino compró a mi negra, al día siguiente de que la vimos, y era él, tan pingo como era, que había pedido que la mudaran de lugar cada semana, para luego ayudarme a encontrarla, tal como hizo aquel año en que me dio una bicicleta y la colgó arriba de la ventana, tan arriba que me costó trabajo encontrarla.

Mi negra y mi bicicleta, las dos tuvieron la misma suerte, ella arriba en la repisa y la bicicleta con llave en la despensa, curioso lugar para guardarla. Allá de cuando en cuando volví a tocarlas. Pero aprendí a que no importara. Al cabo a mi muñeca la había visitado y platicamos desde Octubre a Diciembre.

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Esta bellísima nena que debo haber encontrado en sus blogs, o en mis andanzas por imágenes en Internet, me trajo de vuelta a mi padrino y con él a mi muñeca. El Ino, transformación de padrino, ya se imaginarán que surge de una niña que empieza a hablar y no puede pronunciar bien las palabras. Desde entonces, yo ya vivía con ellos, con mis padrinos.

lunes, noviembre 06, 2006

Él era experto en frutas



Le llevé a mi padrino una canasta de frutas, cuando ya estaba muy enfermo.

Él, un experto para elegir la fruta, sabía de todas; pero baste que les cuente que a las sandías hay que golpearlas con los nudillos suavemente, recorriendo su piel para saber cuando están a punto para comerse.

Mientras hueco el sonido; madura la sandía. Pero el color ¿Cómo adivinaba el color?

Guardaba silencio, doblaba los hombros hacia adelante con la sandía sujeta entre sus manos. Sus ojos se achicaban haciendo más finas sus arrugas, se la llevaba cerca de la oreja y la sacudía girándola de atrás hacia adelante y adelante hacia atrás. De repente, volteaba cómplice a mirarme, mientras una sonrisa enorme iluminaba su cara. Yo entonces lo sabía:

Había encontrado la más roja del puesto.

La paraba de punta, abría su navaja de campo y la dejaba correr formando un triángulo; llegaba hondo, a la entraña entonces empezaba a escurrir y yo anticipaba el trozo que iba a saborear dejando correr su jugo desde mi barba, hasta los codos —me dejaba comerla así cuando iba con él al mercado— frente a mi madrina eso hubiera sido impensable

La fruta de su canasta, la fue comiendo poco a poco. Ya no tenía apetito, pero la fruta no admitía excusas.
Cuando murió sólo quedaba una manzana. Era roja y brillante. Con la piel tirante. Mi dama la guardó en el refrigerador, nadie hubiera osado comérsela.
Pasaron meses y no perdió brillo ni tersura.

Todos los días cuando llegaba a verla; mi dama, abría el refrigerador para dejarme ver la manzana; La tomaba entre mis manos y sin sentir suspiraba. Era inevitable tocarla y no pensar en él.
Mi consentido, a quien casi nunca nombro.

Tal vez es natural que una manzana perviva tanto tiempo. No lo sé ni quiero detenerme en ello. Como persigo la magia, me gusta pensar que esto es extraordinario, como si esa manzana hubiera dejado de serlo, para transformarse en su luz, la esencia de su vida.

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martes, octubre 31, 2006

Escribir... con algunas variantes



Escribir es estar en espera
Es concebir desde las manos. Preñarse con palabras. Madurarlas como el fruto y dejar que revienten en tu pluma.Y no puedo hablar de preñez, ni de fruto, sin pensar en la abuela Chelo.
Istmeña que nació con el siglo pasado y estuvo cerca de tocar los linderos del nuevo. Mujer recia, morena, de gruesas trenzas y gran fuerza. Parió quince hijos, montó en mula por los caminos que su hombre hizo a golpe de machete y llegó a ver que sus hijos construían con dinamita.
Dinamita también, se llamaba la mula que montaba y era la más bronca del Faro, esa finca que ayudó a forjar desde la nada. ¡Ah que hermosa era mi bronca abuela! tanto como los cafetales cuajados de cerezo.
Tengo un recuerdo de la abuela que me fue transmitido por la dama y tiene la pureza de su entorno; la placidez de un cuadro:
Un pequeño canal de riego discurría entre su cocina de aromáticos leños y el comedor de la finca. Ella pasaba y cada vez sumergía por el placer de hacerlo, sus pies pequeños en el agua cristalina. Uno acariciaba al otro y dejaba su piel tan tersa que provocaba pensar, que nunca los posó en el polvo.
Trabajó mucho en la cocina para peones o cosiendo; hoy pantalones para los hijos, inclinada sobre la máquina, y mañana con capotera y mecate, la boca de los sacos del café cosechado grano a grano. Entre esta forma de vida y la tierna edad en que llegó a los brazos de su hombre, no hubo tiempo para aprender ni a leer ni a escribir, sin que esto le restara un ápice de aquella dignidad que en mi recuerdo emana.
Era altiva Doña Chelo. Tenía prestancia. Su cabeza no se inclinó siquiera bajo el peso del dolor, moral o físico, que de ambos supo. De tantos hijos que parió, varios murieron siendo niños y a ella con el último, la madre se le asomó de entre las piernas y vivió así hasta su último día; Sin confiárselo a nadie, al cabo que desde entonces quedó viuda.
Suena duro pero tengo que decirlo, porque basta eso para saber que era templada, como el acero del machete con el que moderó, alguna vez la sombra de cafetos.
Fue guapa en su juventud y siguió siendo bella, tanto como nuestra gente en la vejez suele serlo.
Cuando yo era muy niña, compartí banca de escuela con niños rubios hijos de extranjeros y debo confesarlo, porque para que reviente mi simiente escribo:
Fui tan tonta, como para sentirme afrentada por mi parte indígena y por la falta de estudios de mi abuela. Pero en cuanto tuve uso de razón; Cuando me di cuenta de donde me venía la magia, agradecí cada gota de su sangre y he pedido perdón por mi infantil tontería.
Hoy son personas autóctonas como la inolvidable Doña Chelo, las que me hacen consciente de lo que vale nuestro estado. Su sensibilidad y su arte, sus dialectos y memorias son mi orgullo.
Pero también estoy triste, por la ingenuidad de mi gente para caer en manos de bandidos; por su falta de preparación que los hace presa fácil de los malos, por su hambre que les hace seguirles como corderos. Estoy triste por la incapacidad de nuestro Gobierno; por los políticos oscuros que orquestaron esto y ahora con ojos frios contemplan el desastre,mientras se frotan las manos en espera de recoger el fruto envenenado que sembraron. Estoy triste también por la cara que mostramos al resto del país y al mundo.
Porque vengo pues, de familia indígena, de gente fuerte que nunca esgrimió el machete para otra cosa que el trabajo, porque vi florecer su esfuerzo y el propio en una vida distinta, más blanda que la que mi gente tuvo, porque se que el trabajo dignifica y permite cambiar esquemas, que un hombre digno pone manos a la obra para cambiar su sino, por eso espero triunfe el bien y nos dejen limpiar afrentas, recuperar la dignidad, volver a levantar la cara.
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Este texto con algunas variantes, tiene su lugar natural aquí en esta casa, y no en "quiero decir...", porque será el punto de partida para los recuerdos que no había plasmado, que se confundirán con el presente porque este tiene su razón de ser en el pasado, por tanto que el pasado es la raíz que me sustenta y el presente el fruto de los días vividos.
Viviendo así el hoy; debo decirles que hoy encontré este artículo, que me ha parecido tan acertado que no puedo dejar de compartirlo, por favor, no dejen de leerlo: http://www.eluniversal.com.mx/columnas/61572.html
Ojala todos los medios fueran como el señor Ricardo Aleman quien desde hoy tiene mi gratitud y respeto.

viernes, octubre 27, 2006

Ésta es la carta de mi joven paisano y amigo Ka

Na´Leticia:

¿Sabes amiga mía? cada que piso tu casa siento precisamente esa cercanía que sólo nuestra tierra puede brindarnos; pues, generalmente al leerte percibo las letras por más de un sentido, generalmente por el gusto, pues tus letras siempre han olido a chocolate, maiz y leña ardiendo bajo el comal, suenan al canto de las cigarras y se sienten como ese aire de oaxaca que siempre extraño aquí a la distancia...por eso cada vez vuelvo gustoso....y añoro.

Durante años, me he debatido con más de uno al explicarle que nuestra gente, sea de la región que sea es gente valiente y de coraje..y que por eso a más de uno le ha convenido que en oaxaca exista 1/5ta parte de los municipios del país (570 para ser exactos), pues ya sea por Don Benito o Don Porfirio, los oaxaqueños hemos sabido dar batalla y mantener ese aire que sólo nuestra gente sabe portar y que a últimas fechas uno que otro pendejo ha querido enturbiar con sus malas acciones...aún así nos quedará siempre el orgullo.

Sea pues, nuestro estado, estado de mitos y leyendas...la historia de nacho ha permitido recrear en mi imaginaria una vez más las hazañas de ese alguien que desafía a lo establecido, que ha vivido de prisa para llegar pronto a su cita con el destino y que nos permite una vez más ver a través de tus palabras la grandeza de la gente que caminará para siempre con nosotros a pesar de que el Señor lo haya llamado ya rendir cuentas.

Queda pues, al final sólo un punto por cubrir: Su legado, y mi mensaje para ese legado...como el Hijo de Puta que siempre he sido, es el siguiente: Cree siempre en tus convicciones, vive pero no corras ...y acuerdate que si es de humanos errar..es de hombres reconocer.

Con todo mi afecto para Na´Leticia...y el legado de Ta´Nacho.

Ka!
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Aquí tienen pues la carta de mi joven amigo Ka, su juventud y el aprecio con el que acoge mis palabras son un regalo enorme para mí, que pronto tendre el "dudoso gusto" de poseer mi tarjeta de senectud, que aquí en México, nos da derecho a los ancianos para recibir un buen número de bonificaciones y atenciones.
Es curioso, ser anciana por la edad y llevar por dentro, el corazón joven, por más que a últimas fechas he permitido que la tristeza se aposente en mis días ¿que puedo hacer ante eso? vivir el luto, para despojarme de él por completo en cuanto pueda. Es lo que he aprendido, no aventarme contra el muro, hasta que se que podré saltarlo.
Debo decirles que para darle gracias a mi paisano Ka por aquello de que mis letras le llegan por el sentido del gusto, hice el texto de mi abuela que colgué en Quiero decir y que pronto estará aquí para iniciar de nuevo.

domingo, octubre 22, 2006

Peggy Bonilla, la geografía nos separa, el afecto nos une

Mi querida Lety

Presente te llevo en el pensamiento, no solo por los lamentables acontecimientos en Oaxaca, -y mira la bochornosa incompetencia de nuestros gobiernos- tambien porque tenia pendiente esta cartita...
Aayy amiga mia, en estos casos no puedo ser ni objetiva ni desprender el aspecto humano del literario, del que ni tengo autoridad ni me apetece tocarlo...
Y más ahora que he visto a Javier, en la foto, con su sonrisa confiada ante la vida. La familia es importante, aunque la mayoria de las veces no tenemos la capacidad de cambiar algunas cosas que nos parecen inadecuadas...Creo que estás en lo correcto al escribir sobre su padre, merece saber, conocerlo, para entenderlo sin juzgar. Que bonito regalo le das!
Además como puede quererse lo desconocido? en el ideal. Nacho era un ser humano, que sigue viviente para enseñar su realidad; asi se le debe amar, donde esté... fue victima de este mundo...sin señalamientos a nadie...
Las circunstancias no le fueron favorables a su fortaleza, y me parece verlo, gracias a tu escritura, en las correrias que tuvo. En tal o cual evento.
"Sabes la ultima de Javier"? De haberlo conocido en persona me hubiera caido bien...
Pero, tengo que decirlo, este es otro desacierto del Estado ( me refiero a quienes nos gobiernan); no podemos cerrar los ojos ante la falta de quehacer político y de sensibilidad social...es que no solo es Nacho y la tragedia de Javier, de haberse quedado sin padre; es más intrincado el problema que nos lacera a todas las familias...
Tu escrito valiente es un punto neuralgico de nuestra sociedad. Y ve como tratan de solucionarlo: en Baja California ya se habla de legalizar la droga, de santificarla...
Como si hacer permisivo el tabaco, el licor, hubiera ayudado de algo. Sigue incrementandose la violencia intrafamiliar a causa del alcohol. Y las muertes por el consumo de cigarro, igual es sorprendente la estadistica que va en aumento.
Creo que mi comentario a tu anecdotario sobre Javier y Nacho, tan interesante, esta inconcluso y corto. Es una historia inacabada la de tu sobrino. Victima del dolor que le deja la ausencia de su padre...
Me dejas muy sensible ante tu narrativa, mueves corazones; tengo dos hijos en formación. !Que dios los guarde del mundo! y a nosotros tambien...
Me dejas sensible, muy sensible porque aunado a lo que te sucedió con los equivocos de la Medicina, te muestras generosa, tal cual eres. Como no responder de la misma manera. Con honestidad.

Te quiero. Peggy
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Soy poco afecta al messenger, jejeje, ya se habrán dado cuenta. Sin embargo, confieso; me confieso. Con Peggy he sostenido las más largas conversaciones de mi vida. Ella ha tenido paciencia con mis fobias y regalado su tiempo en medio de mis penas.
Las confidencias vertidas, nos hicieron conscientes de nuestras coincidencias y el afecto creció en consecuencia. Te quiero Peggy y una vez más les digo que amo el Internet y no tengo manera de agradecer los amigos que me ha dado.

jueves, octubre 19, 2006

Don Fernando, gran amigo de todos

Querida Lety:

Contar la historia de un hermano rebelde y contestatario, consentido y querido, tiene, amén de otros, dos caminos importantes: uno de ellos, caer en un empalogoso relato y el otro, hacer una disección anatómica con precisión de cirujano. Así lo leí y así lo entendí.

Cuando su sobrino pueda leer estas líneas (si es que ya no lo hizo) va a encontrar un retrato del padre que no hubiera podido obtener ni de la abuela ni de su madre. La primera porque tiende a engrandecer una figura que compite, en algunos momentos, con el delirio y, la segunda, porque ella fué su mujer y debe ser complicado describir el alma de un hombre con el cual se ha compartido la cama.

La fotografía de la graduación de Nacho es una muestra clara del desarrollo de los acontecimientos. Ud. Lety, hermosa con su chal amarillo, mirando la vida de frente y él caminando cabizbajo y pensativo. Y así, nosotros, los lectores hemos podido descubrir la historia a través de la sinceridad de una hermana, que no tuvo los prejuicios de tapar absolutamente nada.

Toda familia esconde alguna historia que no quiere ventilar ni a sol ni a sombra. En mi casa se decía, cuando algún turbión pasaba, " de eso no se habla" y aquí estamos ante la hermosa tarea de conocer a un personaje de película. y Ud. tiene el valor de hacerlo, aunque su madre se enoje y sus hermanos, con espíritu de clan hayan colocado alguna que otra piedra en el camino.

Lo griegos insistían que los elegidos de los dioses mueren jóvenes y recuerdo que en alguna parte de su relato, el viejo Berges proclamaba que Nacho era el más listo, aunque el estudio no era su fuerte; actuaba por intuición y por aptitudes innatas. Los hombres que cargan tanta energía y no la canalizan debidamente caminan por el borde de la cornisa y en algún momento, un solo movimiento, los proyecta al vacío.

Creo que todos estos relatatos atrapan y es saludable que el legado que Ud. ha escrito para su sobrino, le allanará el camino para conocer a su padre y le ahorrará varias horas si es que, alguna vez, decide recurrir a un psicoanalista.

Le abraza, su amigo.

FGiucich
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La compañia de Don Fernando me regaló además la amistad de Laura. Entre ellos y nosotros se fue tejiendo una urdimbre que todos compartimos. Muchos kilómetros nos separan, las palabras nos aproximan. Ustedes le dan razón de ser a lo que escribo.

Quiero dejar constancia de la magia del Internet. Escribí aquí acerca del Hotel del Parque y esas dos palabras, colocadas en un buscador, trajeron al presente a Marie Pierre, quien fuera la esposa francesa de uno de mis hermanos. Ella me escribió: "acerca del Hotel del Parque" Ahora escribe en español; imagino que también lo hablaa y para mí fue emocionante recuperarla de esta forma inusitada.

domingo, octubre 15, 2006

Esta es la carta de Opphelia y este es Javier hoy día



Lety:Día a día, pensaba en Nacho y en tí y en tu sobrino. Y casi casi que lo primero que hacia antes de checar mi mail era leerte, a veces había el tiempo para contestarte, a veces no. Pero me tenías atrapada con la historia de tu hermano tan bello -lo imagino-. No me sorprendía en nada la cantidad tan grande de lectores y lectoras que tenías pues la historia era real y estaba contada de una manera única y brillante. El regalo que le hiciste a tu sobrino es tan grande Lety que estoy segura que el te lo agradecerá siempre siempre. Así como nosotros te damos las gracias y te pedimos más palabras agua que fluyen y corren y atraviesan vidas de todos colores y se acercan al oído y susurran sabiduría. Palabras que dan consuelo y alivian. Palabras néctar sagrado que se untan en donde está esa herida que todos conocemos pero nadie nos atrevemos a curar, menos como tú. Palabras mujer que dejan asomar tu esencia. Palabras amor de hermana y madre y tía. Palabras que abrazan con tanto amor que todos los que las leemos sentimos que somos parte de ti, ya desde la primera línea. Palabras lluvia y mar y llanto desbocado que grita y quiere recordar y quiere que recuerden. Desde este domingo nublado en la ciudad de México te mando un abrazo enoorme y un gran beso de hija adoptiva =D.Alejandra Peart
****
Tu regalo es enorme Alejandra, pero Dios nos permite agradecer a la medida. Hoy estuve trabajando mucho en lo que serán las nuevas historias. Para ello revisé en mis archivos las imágenes que de ustedes he colectado, porque me movieron un día y se han transformado en parte de mi historia.
Entre esas imágenes encontré esta fotografía que Javier debe haberme bajado de su teléfono en uno de raros días en que se sienta frente a mi pantalla.
Se que les gustará conocerlo. Para todos un abrazo desde el corazón

jueves, octubre 12, 2006

Siempre en Prueba, el blog de Dilaca, hoy, un estremecimiento

Querida Lety:
Internet es un arma que bien usada, reporta bienes intelectuales y espirituales. Así me ha ocurrido leyendo tu serie de anécdotas dedicadas a tu sobrino Javier.
En cada artículo que fuiste compartiendo a tus fieles seguidores, nos señalaste, por imposible de no hacerlo, que en tí se conjugan literatura y MUJER. Fuimos descubriendo que la locura y la cordura están siempre presentes en la vida, y que a tí te cabía aportar la dosis de equilibrio en esas instancias extrañas que te presentaba tu particular hermano tan respetable como cualquier ser humano.
Con tus palabras, claras y cantarinas, conocimos a tu familia, a Javier - profundamente - a algunas de las particulares costumbres de la cultura mexicana, a otras personas que hacían al por qué de tu desvelo por contar la historia para que Javier hijo las dimensione desde tu voz también.
Como te dice Indianguman, se necesita valentía para remover los secretos de familia y aventarlos, reconociendo que la existencia se nutre de pesares y alegrías y que a ambos hay que sentirlos como partes de uno mismo.
No dudo que tu sobrino verá en tí la fortaleza y la sinceridad necesarias para transitar sus días puesto que habrá de imitarte. Para mí, particularmente, significó un regalo ofrendado en dosis acotadas, para saborearlo como se merecía.
Y quedo, impaciente, por volver a leer otra creación tuya, que me mantenga en vilo desde la primera letra hasta la última.
Un beso latinoamericano
****
Ahora si, me acerco al final de las cartas recibidas, aunque tengo queridos ausentes, y no puedo evitar preguntarme ¿que voy a compartir con ustedes? Esa espera de los ausentes, es una salida que me doy, el respiro antes de lanzarme de nuevo al ruedo.
Se que se los debo y me lo debo a mi misma, pues aunque este relato no fue escrito con ánimo de "hacerme del oficio" cuando uno intenta dar, se beneficia. Esa ha sido mi vida, un constante deseo de dar, y después recibir colmado.
Sus palabras, su amistad, su compañia, me inundan y deja pequeño cualquier esfuerzo de mi parte. Gracias Diana Laura, y otra vez gracias a todos.

lunes, octubre 09, 2006

El regalo de Nika, saber que Nacho se hizo presente

No sé si es mi padre
el que hoy habla
en esta línea que sigo, borro y tacho
No sé si es su sombra
la negra caligrafía
que se quiebra debajo de mi mano
No sé quién murmura en esta página
ni esparce silencios en sus costados
Tal vez mi padre allí se encuentre
Envuelto en la vigilia de la letra
y yo
delante de la mesa
me abisme en el espejo

No sé aún
si es mi padre el que hoy escribe
mientras cruzo los espejismos del insomnio

(Mi padre, escrito por Rafael José Alfonzo, poeta venezolano)

Querida Lety:
Leí el anecdotario completo. Es sobre Nacho, quizás, pero hay mucho de ti en él, te escribes a la vez que lo escribes, es como una enredadera que trepa una pared junto a otra, de momento se juntan y se separan, pero están unidas irremediablemente.

Gracias por permitirnos asomarnos a una pequeña ventana de tu mundo en donde la familia, el pasado, los recuerdos y el presente se pasean ante nuestra mirada curiosa. Me ha encantado tu forma de contarnos grandes y pequeñas cosas, pero sobre todo he admirado esa capacidad que tienes para hilar con paciencia los pequeños detalles que componen una historia más grande, porque lo sabes y se nota que lo sabes, que toda historia se compone de pequeños fragmentos a los cuales solamente es preciso encontrar conexión (tarea nada sencilla).

También creo que lo importante acá es que mientras hilabas volcabas la mirada hacia tu propia alma, qué te iba diciendo esta historia mientras la recomponías, porque está escrita desde ti, desde tu mirada, desde lo que eres, y esa luminosidad que te compone se coló en cada línea y por eso me sentí atrapada.

¿Quién fue Nacho para Lety? Al responder esa pregunta sabemos un poco más de Lety. Y es que Nacho no es un simple personaje, está ligado a tu sangre y por eso te admiro, me parece difícil escribir sobre alguien tan cercano porque indudablemente la emoción se hace presente y a veces puede cegarnos, pero tuviste el cuidado de mantener la balanza en equilibrio, de desnudarte en segundo plano, sabiendo que era de Nacho de quien hablabas, pues el escritor debe aprender a tomar cierta distancia de aquello que cuenta aunque se trate de un referente muy cercano.

Claro que Nacho no es sólo un referente cercano, sino un ser lleno de complejidades que supiste irnos develando en cada fragmento de tu escrito, en algún momento llegué a sentir que lo conocía aun sabiendo que de haberlo conocido quizás hubiese tenido esa sensación de que jamás lo conocería del todo. Probablemente me hubiese sentido como Ariadna en medio del laberinto y es que creo que la cuestión con Nacho era amarlo tal cual era, sin juzgarlo, sin pretender llegar al fondo de su alma, pues se corría el riesgo de naufragar en el intento y sin embargo tú te convertiste en una hermosa exploradora de ese territorio contrastante que fue Nacho.

Te movió un objetivo loable al dar inicio a este anecdotario, un objetivo que siempre tuviste muy presente: desplegar ante Javier Ignacio quién fue Ignacio Javier, pienso en este juego de nombres y se me antoja el juego con el espejo donde el reflejo se nos da a la inversa y lo que es derecha termina siendo izquierda. ¡Cómo me hubiese gustado tener en mi vida a alguien como tú! Alguien que se hubiese dado a la labor de desplegar frente a mis ojos el mapamundi de mis padres. Creo que es un hermoso regalo, por demás valioso, este que le has hecho a Javier Ignacio, regalo que seguramente él valorará en su momento, estoy segura de que llegará un día en donde comprenderá del todo la magnitud de este gesto que has tenido, la magnitud para él, para su vida, para entender quién es y de dónde viene.

No sé qué más decirte, salvo que me agradó formar parte de este recorrido, de sus trechos de lluvia y de sol y de tu palabra sabia y armoniosa. Sé que se requiere de mucho valor para hacer lo que has hecho, por eso te has ganado mi respeto.

Abrazos
****
¿Que puedo decir que exprese mi gratitud ante el regalo de Nika? Saber que Nacho, en su complejidad se hizo presente para ella, a través de mis palabras agua, me emociona hasta las lágrimas. Siembra la esperanza en la acogida que tendrán en Javier y nos hermana a ella, a ustedes y a nosotros. A través de la hermosa urdimbre de sus palabras, esta ocasión, en vez de destejer tejemos.

viernes, octubre 06, 2006

Araceli Gallardo Peña y su generoso regalo

Hermosillo, Sonora a 28 de septiembre del 2006.



Mi querida Lety:

Me atrevo a dirigirme así con un “querida” porque cuando una persona se da a los demás como tú lo haces, de una manera tan fácil nos surge el aprecio por esa persona, siendo así todo lo contrario de lo que se nos enseña, de ser desconfiados y cuidadosos hasta cierto punto egoístas, pero no, no es así mientras más se da uno más recibe.
Me adentro a hacerte mis comentarios con respecto a este anecdotario tan maravilloso que escribiste para tu sobrino sobre las vivencias de su padre y sobre todo la manifestación de tu parecer al respecto, siempre de una manera tan respetuosa y sincera hacia la vida de tu hermano; como ya te he manifestado me identifico contigo porque yo tengo un hermano drogadicto también, actualmente está preso… y cada palabra tuya dicha con tanta sabiduría me han dejado siempre con sensaciones tan arraigadas que aún conservo, así como enseñanzas de cosas que yo no me lograba explicar, y fue así que de manera tan sencilla pude ver reflejada a mi familia, el constante dolor y precaria salud de mi madre y lidiando con respecto a esta situación de su hijo más pequeño, así como la decisión como hermana de mantenerme un poco al margen para no caer en el juego de ser condescendiente en algo que no se debe serlo como lo es la adicción a las drogas y por ende pasar por alto acciones de delincuencia, porque suele ser muy fácil ceder a los encantos o necesidades de un familiar con tal de complacerle.
Agradezco enormemente este legado que le haces a tu sobrino, me parece un regalo maravilloso, un regalo del corazón que parecen frases cursis, pero están muy alejadas de serlo, porque tienen profundidad y verdad como lo tiene tu libro, también deseo fervientemente que este legado cumpla su cometido en la vida de Ignacio Javier, para quien le envío bendiciones.
Ya es todo creo que redundé mucho, y muy por el contrario de que nos des las gracias y nos pidas perdón por solicitarnos esta carta, yo creo que más bien somos nosotros los que agradecemos que nos des esta oportunidad de ofrecerte unas palabras en correspondencia por permitirnos ser parte de tus escritos.
¡Dios te bendiga siempre Lety!

Con admiración y cariño:
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Sólo sus cartas han sido motivo de alegría en los últimos días. Gracias Araceli, gracias Laura, gracias IndianGuman, gracias a todos. Si quieren saber la razón de mi tristeza, los invito a su otra casa, ahí estoy, llorando.
Araceli te debo el link en la página, lo dejo pendiente, porque no quiero demorar más con tu carta. Regreso para ponerlo. Pero te dejo mi gratitud, enorme, tan enorme como tu carta.

lunes, octubre 02, 2006

Carolina, IndianGuman, su Gran Espíritu

Mi querida Lety:

Ayer por fin me senté y me leí de corrido las cincuenta y seis páginas del anecdotario de Nacho para Javier. Fue empezarlo y terminarlo, así de apasionante es. Y como tu prosa es tan natural y amena, un relato lleva al otro, y nos transportas en el tiempo dando saltos como en una conversación. No me cabe duda de que así de ávidamente lo va a leer Javier, que a sus años debe estar despertando a nuevas preguntas y añoranzas de su padre.

Lo que le legas a Javier es un tesoro, que él sabrá valorar como tal. El respeto con que te dirijes a él, la confianza que le concedes al hacerlo, la honestidad conmovedora con que te paras frente a él como a un igual; todo esto, hará que él también se abra con respeto a la enseñanza que del anecdotario puede desprenderse y juzgue por sí mismo.

En lo que respecta a ti, mi Espíritu Bello (como acertadamente te llamó alguien por ahí), creo que lo que has hecho va más allá de la literatura –si bien desde esa perspectiva por supuesto que también es excelente. Pienso que has cumplido con un deber, sabes?, Creo que hay palabras que no deben callarse, que hay en toda familia secretos a voces que es mejor desmitificar, sacar a la luz. Y lograr hacerlo de una manera tan imparcial, sin fanatismos, tan sana, al final de cuentas, no es fácil. Los sermones y las moralejas no te hicieron falta, para eso te dio Nacho menudas anécdotas que reseñar! Y en su historia, que es tan fuerte, los hechos hablan por sí mismos.

Es natural a un hijo admirar a su padre, querer parecerse a él. Toda la pasión, la solidaridad y la inteligencia de Nacho están disponibles en el anecdotario para que Javier las tome y se reconozca en ellas, para que de esas mismas virtudes saque el poder de realizar la alquimia del Javier y el Ignacio combinados en la medida justa, de la vida venciendo a la muerte.

Gracias por permitirnos leer tan entrañables recuerdos de la vida de tu familia. Encontré mpresionantes similitudes con la mía propia… Y las reflexiones van cayendo como semillas en suelo fértil,

Mil besos,

Indianguman Carolina
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Ustedes saben de que manera mueven mi corazón y se aposentan en él sus palabras. Lo saben, porque ante ustedes he querido estar desamparada y expuesta. Tenía miedo en verdad y ustedes me han devuelto la calma, estaba triste y me han regalado sus palabras. Hoy subo la carta de Carolina, pero les digo con enorme alegría que las de ustedes están ahí, y las iré subiendo en el orden de su llegada.
Te quiero IndianGuman, los quiero a todos.

miércoles, septiembre 27, 2006

Laura, MujerCaracol me escribe

Querida Lety:
Cuando terminó Entrecaracoles me pregunté: ¿y ahora qué? Tal vez un post contando tantas cosas que suceden en el día a día, una fotografía, un recuerdo, un poema. Y de pronto apareció esta otra joya, de esas que se conservan ancestralmente y que en algunas ocasiones especiales se sacan a relucir. Es de esos tesoros que tardan en ver la luz, pero cuando aparecen iluminan todo a su alrededor.
Este anecdotario - como vos bien lo diste a llamar en varias oportunidades- es el producto de la maceración de las experiencias vividas. Y así como una bebida añejada adquiere su temple con el paso del tiempo, aquí el transcurrir de los días obró también maravillas.
No es fácil para nadie traer a la memoria situaciones dolorosas y mucho menos compartirlas. Se requiere de valentía, no sólo para verlas uno mismo, como quien mira un film y poder analizarlo a la distancia sino que también requiere mucho sentido de la justicia para darle a cada uno lo que le corresponde según su medida. Mas cuando a toda esta situación se le suma la intención dulce y amorosa que has tenido de contarle a tu sobrino cómo ha sido la vida de su padre, la audacia adquiere dimensiones increíbles.
Ser justo- con lo bueno y con lo no tan bueno- y decirlo todo desde el amor y el cariño, sin manchar a nadie pero, al mismo tiempo, sin elogiar en vano a aquellos que hoy no están con nosotros sólo por eso, por no estar presentes, habla de una calidad humana poco usual. No voy a reparar en tu prosa que ha sido más que adecuada, precisa y medida, diría yo el medium perfecto para esta empresa que te has propuesto. Y no lo haré porque, coincidiendo con Aristóteles en su poética, creo que hay poetas y gente que hace rimas, que hay prosistas y gente que escribe bien. O sea que con bellas letras, si todo lo anterior no está presente, no tenemos más que forma sin contenido. Y vos Lety, sos maestra en contenido y por eso también éste se expresa en una forma adecuada.
No es mi intención halagarte por halagarte, pero ojalá en nuestra vida tuviésemos tantas "tías" como vos, que nos regalasen - a costo de enojo o de incomprensión- una visión de la realidad tan justa y tan clara.
Desconozco la reacción de tu sobrino con estas palabras tuyas. Quizás no las comprenda hoy. Quizás las malinterprete, no lo sé. Sí estoy segura que esta semilla que plantaste será un frondosísimo árbol mañana, que le servirá de reposo, de sombra, de lugar acogedor. Y este convencimiento viene del sentimiento que has producido en mí cuando te leía.
Cada anécdota pudo, en alguna medida, asemejarse a alguna experiencia cercana. A mí me han servido, en reiteradas ocasiones, para ubicar un poco mejor mi lugar en el cuadro de la vida.
Gracias, una vez más por tu generosidad, esa que nos alcanza a todos los que tenemos la dicha de conocerte y nos enseña tanto, tanto.

LAURA
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Por la generosidad de Laura, comparto con ustedes esta carta, ya imaginarán el tamaño de mi gratitud por sus palabras, esperadas en realidad, después de haber compartido EntreCaracoles.
¡Ha sido algunas veces tan difícil escribir alguna anécdota, y es tanta mi preocupación ante la probable reacción de Javier, que sólo visto desde el tamiz de la opinión de ustedes puedo medir las consecuencias de esto que escribo. Gracias por ser y por estar siempre conmigo.

jueves, septiembre 14, 2006

Ignacio Javier, Javier-Ignacio, Conclusión

Así había sido antes.

Hoy no.

Lauren estuvo tocando inútilmente por largo rato. Cuando comprendió que Nacho no le abriría, fue corriendo a decírselo a mi mamá y ella le pidió que saltara dentro del cuarto y esperó fuera.

¿Saltar? Si saltar, porque estaban en Aranjuez y las habitaciones de Nacho y de tu tío Rubén, formaron parte de una estancia enorme que fue dividida en dos recámaras dejando una pequeña sala para ambos en el espacio intermedio. Las paredes divisorias no llegaban a los altos techos de la hacienda, por esa razón pudo Lauren brincar dentro del cuarto.

Brincó y cayó dentro de la habitación y se quedó en silencio.
Mi mamá debe haber presentido algo, porque empezó a gritarle preguntando que sucedía. Lauren no contestó y tardó un poco en abrir la puerta. Su rostro le dijo todo a mi mamá, cuando se detuvo en el vano, impidiéndole el acceso por un momento.

Tu papá había caído a la entrada de la puerta del baño, ahí estaba. Recogido sobre si mismo, Lauren había tratado de ordenarle la ropa y colocarlo mejor, antes de abrir, porque era cerca del mediodía y había muerto varias horas antes.
Así lo vio tu abuela en el momento en el que Lauren le abrió el paso.

No podría describirte aunque quisiera los sentimientos de ella. Debe haber sido terrible, un dolor inenarrable encontrarlo así. Sólo ella sabe los pensamientos que atravesaron su mente. Los hubiera, los por qué. Es un dolor del que aún no se repone.

¿Hago bien en contártelo? No lo sé.
La simple duda debiera bastarme para disuadirme de hacerlo, y borrar esta hoja. Pero no tengo duda alguna acerca de la bondad de mis intenciones y por eso, dejo aquí lo escrito.

Que repose, mientras medito por qué escribo, aunque desde ahora tengo claros algunos puntos:

Escribo para que entiendas que la disciplina y la firmeza de tu madre, son necesarias para signarte un camino recto en la vida.

Para que conozcas ciertos peligros sin necesidad de hundirte en ellos.

Para que no te engolosines en la maraña del consentimiento.

Porque no podemos volver la cara a la realidad. En tu entorno, la drogadicción y otras actitudes negativas son toleradas.

Para justificar ante ti, mi lejanía de tus tíos y en cierta forma de tu abuela.

Pero sobre todo porque medito en sus nombres, el de tu papá y el tuyo.

Para mí los nombres pesan y muchas veces he pensado en esa inversión de los nombres que tu papá planeó para ti: Ignacio-Javier, Javier-Ignacio

Quería que llevaras el suyo, eso es indudable, pero al mismo tiempo quería evadir su propio sino, hacer que funcionara a manera de exorcismo, que tu vida fuera distinta, eso se entiende.

Y yo me pregunto: ¿Puede algo tan sencillo funcionar así, como él lo deseaba?

Deseo que sí, de la misma manera que deseo, el que este Anecdotario, sirva al fin que tu papá buscaba, con la inversión de sus nombres.
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Queridos amigos, otra vez estamos ante el final, ya sucedió en EntreCaracoles ¿podría pedirles como antes una carta con sus comentarios? Ustedes saben que será un tesoro para agregar al Anecdotario cuando al fin pueda llegar a su destinatario.
Gracias anticipadas y mil perdones por esta petición, que espero no les importune.
Por favor si alguien desea que le haga llegar el archivo completo por favor no duden en pedirlo. Se que resulta mucho más fácil releerlo así que en el blog, recuerden que todo cuanto escribo es también suyo.

lunes, septiembre 11, 2006

Ignacio Javier, Javier-IgnacioXXXVI

Este anecdotario podría seguir y seguir, las historias se acumularían una sobre de la otra, son muchas las que me falta consignar, pero por tu edad y las circunstancias, creo que ha llegado el momento de entregarte mis apuntes, así que voy directo a la historia que te anuncié.

A la Misa por el undécimo aniversario de tu papá, ya te lo dije antes, ni Sonia ni tú llegaron. Fue triste constatar tu ausencia; a la de ella ya estamos acostumbrados, pero siempre ha estado pendiente de que tú vayas, esta vez no.

Quizá fue esta la razón por la que retomé tu anecdotario, lo que me dio valor para hacerlo, fue darme cuenta que la memoria de tu padre se oscurece en la conciencia, pero late allá en el inconsciente.

O tal vez porque tú tienes ya trece años y cuando te escucho contarme delante de tu abuela, con voz orgullosa y emocionada tus primeros pleitos y rivalidades en la escuela, no puedo dejar de preocuparme porque escucho hablar a Nacho. También hay varias historias tuyas que me ha contado tu abuela para tu anecdotario, que me han alterado.

A tu papá lo encontraron muerto el día 13 de Octubre, en breve se cumplirá su duodécimo anviersario. Fue necesario que un médico legista estableciera la hora de su muerte, lo que no pudo hacer con exactitud, fijó la hora entre las once de la noche y la una de la mañana, es decir, entre el 12 y 13 de octubre, tan imprecisa la hora como imprecisa fue su vida. El día 24 de ese mismo mes hubiera cumplido treinta y siete años. Había vivido mucho, pero era demasiado joven para morir, así lo creo todavía.

La causa, un paro cardiaco, sólo eso decía el certificado de la autopsia, así debía ser, pero nosotros sabemos un poco más.

Me dieron la noticia a primeras horas de la mañana. Cuando llegué al Aranjuez, con la primera que hablé fue con Sonia, por ella me enteré que Nacho había estado encerrado por tres días. La mañana en que por fin tu abuela decidió mandar a Lauren a tocarle, para preguntarle si quería comer algo. Era el cuarto día de su encierro.

Encierro, una palabra eufemística que oculta mucho más, un encierro para consumir. Una palabra que en la casa, tu abuela utiliza cotidianamente, cuando se refiere a la ausencia periódica de sus hijos varones.

Sonia me contó que al medio día del anterior a la muerte de tu papá, le dijo a mi madre:

—Sarita, Nacho lleva ya tres días encerrado ¿no crees que le debes hablar para que salga?—

Tu abuela le contestó:

—Ay Sonia, ya lo conoces, para que quieres que salga, nada más van a pelear, déjalo, ya sabes que él sale cuando está dispuesto para hacerlo—.

miércoles, septiembre 06, 2006

Ignacio Javier, Javier-Ignacio XXXV

Hace unos días que comimos tu abuela, tú, y yo sentados en el escritorio de Dominica, lo hicimos ahí, porque ya sabes que mi vida es así, levito de una suite a la otra, según estén desocupadas. Mi mamá me contó delante de ti, una de tus últimas fechorías —así la llamó— de la que deseaba que dejara constancia.

Con toda naturalidad me comentó que ya hace varias semanas, que en tu visita de viernes, te sales de su casa a hora más temprana y le dices a ella que es porque vas a verte con tus amigos. Tengo entendido que estos amigos son bastante más grandes que tú, y no le gustan a tu mamá, así que te vas sin permiso de ella.

El último viernes, te fuiste faltando veinte para las cinco de la tarde y tu mamá la llamó a las siete y media de la noche para preguntarle por ti.

Con una gran sonrisa me platicó en tu presencia, que ella le dijo a tu mamá que te habías ido tan sólo quince minutos antes.

—Es que entre Javier y yo no existe la brecha generacional— me dijo —En cambio Sonia, ya ves que es muy radical, no lo entiende— y se miraron ustedes como amigos y cómplices.

Sentí que me habían jalado de las orejas, no pude evitar buscarme un nuevo problema con mi mamá, o inclusive provocar tu enojo contra tu anticuada tía Lety, así que sin dar lugar a arrepentimientos te dije:

—Javier, no va a gustarte lo que te voy a decir, pero tengo que hacerlo. Y conste que no me escondo y lo hago delante de tu abuela.

Ella te quiere mucho, eres tal vez el más grande de sus amores, pero es preciso que entiendas que tú debes quererla porque es tu abuela, y también por todo el amor que ella te prodiga, pero jamás porque sea tu cómplice.

El más grande error de mi mamá ha sido el consentimiento a sus hijos y lo ha pagado muy caro, nadie mejor que ella sabe todo lo que le ha sucedido. Aunque tú, a tu edad, también has podido darte cuenta de como funciona la vida de cada uno de tus tíos.

Así que aunque le pese, mi mamá debe abandonar esa actitud contigo y sobre todo, no debe hablarte de brechas generacionales entre tu madre y tú. Yo se que Sonia es inflexible, pero esa disciplina es necesaria en la vida, para saber hasta donde podemos llegar sin descarriarnos, un día vendrá en que habrás de agradecer los límites impuestos—.

Quiere a tu abuela Javier, goza de su cariño, pero no permitas que te mime. El día de mañana entenderás la razón de lo que te digo—.

Gracias a Dios no se desató la tormenta que temía. No hubo ni gritos ni sombrerazos, sólo un largo, largo silencio, que dejé que corriera sin pretender cortarlo antes de tiempo.

Esto no tendría que contártelo, tú fuiste parte y eres testigo, pero es necesario introducirlo como preámbulo a lo que sigue.

Hará las veces de preámbulo, inclusive habiendo sucedido esto, hace breves días y aunque la otra historia sea anterior en el tiempo, porque estamos en agosto, y tu papá pronto cumplirá doce años de haberse ido y la historia que después te contaré, se refiere al aniversario anterior.

domingo, septiembre 03, 2006

Ignacio Javier, Javier-Ignacio XXXIV

Mi querido Javier, hace ya varios meses que no me decido a escribir ni una sola línea para nuestro pequeño cuaderno, algunos pasajes han sido verdaderamente difíciles, pero hoy casualmente llegó Don Conrado a visitarme y me platicó algo que creo a ti te gustará saber.

Su hermano vive en Chiapas y sufrió una parálisis facial, que lo obligó a venir a Oaxaca en busca de atención médica. Don Conrado se enteró que el DIF posee mayores recursos que el Seguro Social para esta enfermedad.

Por esa razón llevó a su hermano a esa dependencia. El Director General del DIF era el odontólogo de Nacho y conocía a Don Conrado por tu papá, gracias a eso, le bonificó diversos pagos.

Así que me dijo feliz que “la sombra” de su Querido Nacho continua cubriéndole hasta hoy.

El no lo percibe con claridad, pero debo decirte que yo estoy segura de que la sombra de Nacho le cubre también respecto a mí, pues aún cuando yo siento simpatía por él, nunca tuve una relación de trabajo o amistad que no fuera la que nació de observar su trato con tu papá.

Así que pensando en la manera tan leal en que siempre le sirvió, es por eso que le auxilio económicamente desde hace tiempo en sus viajes a México, porque está gravemente enfermo de cáncer.

miércoles, agosto 30, 2006

Ignacio Javier, Javier-Ignacio XXXIII

Ahora tú ya conoces a don Conrado, ese hombre de cabeza blanca y sonrisa simpática, tan amable y cariñoso, así que no necesito introducirlo contigo, pero tal vez te agrade saber cuando se inició su amistad con tu papá:

Pues te decía que nuestro Doctor Toriz, el que lo salvó de la Salmonella y de aquella locura temporal, de la que hablaba tu primo Tristán en su blog, continuó frecuentándolo, y hace algunos años le dio una gran oportunidad de hacer negocios en su rancho; Se lo entregó en administración o renta, no se bien.

Nacho amaba el rancho del doctor, me decía: Parece el Paraíso Leticia, son kilómetros de playa y limonares, bajo un cielo y un mar igual de azules y brillantes.

Majahual se llama el rancho de limones y tu papá le dedicó unos meses de su vida, meses que pudieron ser en soledad, pero los compartió con Don Conrado, a quien tengo que buscar un día de estos, pues es mucho lo que Nacho y él deben haber conversado, sentados por la noche, sin nada mejor que hacer, que escuchar los nocturnos sonidos del campo, mientras aspiraban el perfume de los limoneros y les acariciaba el retumbo de las olas ¡Y que decir de esos cielos tachonados, sin más luz que la propia!

Don Conrado, orgullosamente, me dijo alguna vez, que el tema de conversación nunca era el mismo; que él y Nacho se entendían perfectamente, y que Nacho era un sabio. Deben haberse entendido. La soledad de dos en compañia, propicia la reflexión y el diálogo, y si, tu papá siempre tuvo fama por su inteligencia, además era un ser reflexivo, es por eso que el dolor de su pérdida no tiene medida.
Ya te dije que Don Conrado también estuvo a su servicio de manera total cuando Nacho estuvo allá encerrado. Y yo se bien que lo quería entrañablemente, creo que tú también debes buscarlo, porque debe tener muchas cosas que contarte.

viernes, agosto 25, 2006

Ignacio Javier, Javier-Ignacio XXXII

A mi regreso de México, después del episodio del cognac, el primer día que Don Conrado volvió a verme, me abordó para decirme que Don Nachito estaba muy enojado por lo que yo había hecho y que deseaba que yo fuera para decírmelo.

Imagínate qué pantalones; Quería que yo fuera para que me dijera de mamá para arriba. Le hice saber que no volvería ir, y que no era por miedo a Don Nachito, sino porque la enojada era yo, y que le avisara que yo estaría en espera, que cuando se le bajara el pretendido enojo, no solamente que pidiera perdón, sino que además me diera las gracias.
Le dije también que estaba segura que no siendo ningún tonto, sabía que enviarle una botella, jamás lo podía esperar de mí, que nada más pensara que en medio de una borrachera, podía llegar a cometer un crimen y quedarse ahí para siempre.

Don Conrado sólo movió la cabeza, inclinó el rostro y me dijo: —pues se lo digo, pero se va a enojar más—.

Es el caso que a los pocos días llegó don Conrado con una hermosa bolsa de piel de ternera, teñida en rojo, con incrustaciones de piel de culebra.
Con una gran sonrisa en la cara, me la tendió diciéndome:
—Se la manda Don Nachito, son dos regalos, el segundo está en el cierre interior—.
Yo me sentí insultada y le respondí que no me vendía, que a mí no iba a conquistarme con monerías y mucho menos con un regalo, fuera del tamaño que fuera.

Don Conrado insistió:
—No piense mal Doña Lety, por favor mire dentro—.
Era tal su mirada de honestidad, que tendí la mano para tomar la bolsa y abrirla.
Dentro venía un cinturón que hacía juego con la bolsa. Estaba a punto de devolverla, desilusionada, cuando hurgando, sentí al fondo, un pequeño papel. Lo saqué y en este, con la hermosa letra de tu papá decía:
—Leticia, perdóname por favor, y sobre todo: GRACIAS—.

Sigo pensando todavía, cuánto bien le hubiera hecho a Nacho, si hubiera sido este el tratamiento que recibiera de todos, en lugar de cumplirle todos sus caprichos.
Siempre supo a que atenerse conmigo.
Se atrevía a hacer sus cosas, pero sabía que iba a rebotar contra una pared que no treparía.

Ah por cierto, se me olvidaba contarte que esa hermosa bolsa roja, hace muchos años se la regalé a tu mamá; Ella la tiene, con el cinturón que hace juego, y también conoce la historia. Tal vez tú la hayas visto usarla algún día.

lunes, agosto 21, 2006

Ignacio Javier, Javier-Ignacio XXXI

Si hubo sin embargo, una razón para comentarte acerca de la dureza de las revisiones, porque en la realidad, eran muchas las anomalías que se cometían en ese sitio y en ese sentido.

Empezaban las anomalías, con el sitio donde Nacho estaba, fuera de rejas; la autorización para que alguien le sirviera para los menesteres de limpieza, la tienda, la herrería, y debo decirlo hasta los productos que Don Conrado le llevaba, que no eran de mi parte por supuesto, yo sólo alimentos le enviaba. Don Conrado le visitaba por cuenta del clan.

Pues sucedió que en uno de mis viajes a México, tu tío Agustín y yo, dejamos al cuidado del Restaurante al hijo de mi cuñada y una noche, nos llamó llorando para decirnos que cuándo estaba a punto de cerrar, a la una de la mañana, Nacho le llamó para ordenarle que le enviara dos botellas de cognac a la cárcel. Fernando que así se llama mi sobrino se negó a hacerlo y tu papá que estaba pasadito de copas lo amenazó con hacerle algo cuando saliera, si no hacía lo que le ordenaba. La voz de un Ricárdez enojado es dura y logró espantarlo, esa fue la razón de su llamada.

Yo tranquilicé a Fernando y como mi carácter, aunque suave la mayor parte del tiempo, es determinante cuando algo me enoja, a primera hora de la mañana tomé el teléfono y llamé desde México al Director de la cárcel para quejarme de que se permitiera salir llamadas de ese tipo, desde la Institución que él dirigía, y le hice saber que era una vergüenza que alguien que estaba encerrado, se tomara el atrevimiento de llamar para pedir licor y además amenazara a quien con todo derecho se negaba a enviarlo.

Este señor debe haber pensado que estaba loca, como debes pensarlo tú, porque te lo cuento. Pero no se trata de denigrar a tu papá ya lo verás, si tienes un poco de paciencia y sigues leyendo.

jueves, agosto 17, 2006

Ignacio Javier, Javier-Ignacio XXX

De lo que en verdad quería hablarte, no es de mis días ni de mi pena, sino de quienes le visitaban que eran muchos, tu mamá en primer lugar, porque me imagino que pasábamos por lo mismo.

Sus amigos y amigas iban siempre a verlo, y eran tantos, que a veces nos encontrábamos en la fila hasta cinco o seis personas para visitarlo al mismo tiempo, sin habernos puesto de acuerdo.

Y aquí debo poner de manifiesto la bonhomía de Eugenio Díaz con quien en múltiples ocasiones compartí la fila y a quien vi pasar por la molesta revisión que a mí me hacían. Cada vez llevaba algo en las manos, algún libro, revista o comida. Desde entonces quiero a Eugenio de todo corazón, porque debo decirte además, porque esto habla de su grandeza, que Eugenio jamás, antes de que Nacho estuviera en la cárcel, fue su amigo.

Era amigo de tu tío Efrén y un año más grande que él, es decir, le llevaba como yo, casi diez años a Nacho. Sin embargo, cuándo lo encerraron se impuso la obligación de ir a verlo y conversar largas horas con él. Debo recordarte que Eugenio es un empresario importante, en aquel momento concesionario de la Volkswagen y un hombre muy ocupado, sin embargo siempre hizo la cola conmigo, sin enfadarse por el tiempo que ahí se perdía. A tu tío Efrén, nunca me lo encontré, bueno a decir verdad, a ninguno de mis hermanos, ni a mi mamá.

lunes, agosto 14, 2006

Ignacio Javier, Javier-Ignacio XXIX

Otra circunstancia digna de mencionar es la frecuencia de sus visitas.

A mí en los últimos meses de su encierro, me costaba vencerme para ir a verlo, pero gracias a Dios lo conseguía, lo que sucede es que las celadoras del lugar no parecían simpatizar conmigo y hay una historia acerca de ello, que la menciono porque cuantos lo visitaban, de mayor o menor manera, se sometían a pasar por ella.

Era terrible el escrutinio. Permitir que te tocaran sin ninguna delicadeza pretendiendo encontrarte algo entre las piernas, o dentro de la ropa, algo indebido que pudiera uno introducir.
Jamás hubiera pasado por mi mente llevarle algún producto que pudiera dañar su salud o su rehabilitación, pero intentaba entenderlas.
Ellas no me conocían y se trataba de hacer su trabajo, no de hacerme sentir ese pequeño poder que marea, o ponerme en mi lugar, al demostrarme que en ese lugar no era nadie.

Al principio no era tan difícil, sabía por lo que iba a pasar y me preparaba mentalmente, sin embargo un día lograron sorprenderme y no sólo eso; hasta hacerme llorar.

En aquel entonces yo no era vieja, todavía era una mujer en toda regla y se me ocurrió visitarle en mis días. Cuándo la celadora me pidió que le mostrara el objeto que llevaba colocado, me sonrojé de pies a cabeza, y le expliqué en susurros de que objeto se trataba. Ella trataba de obligarme a repetirlo en voz alta y me insistió en que se lo mostrara.

Yo acababa de cambiarme, pero no podía arriesgarme a mostrarlo sucio, entonces le dije que me era imposible enseñarlo, así que me respondió que sino me lo sacaba, no pasaría y estuve de acuerdo, pero entonces vino lo soez. Se volvió hacia sus compañeros que estaban a algunos metros de distancia y con voz estentórea les dijo: “Esta no pasa, porque dice que está reglando, pero no quiere enseñarme el kotex”.

Yo hubiera querido que la tierra me tragara, así que me senté a llorar inconsolable. Nacho me estaba esperando y me veía desde la reja. Escuchó el bramido de la mujer y se metió ardiendo en cólera a la oficina del Director. En unos momentos vinieron a levantarme de la banca para llevarme adentro. Excuso decirte que ese día poco pude platicar con Nacho, todo el tiempo sentí que estaba ante un aparato de radiografías.

viernes, agosto 11, 2006

Ignacio Javier, Javier-Ignacio XXVIII

Vuelvo ahora a lo mío, a mi tarea, porque por tu edad, no tardarás mucho en saberlo y creo que ya es tiempo que te cuente un poquito de lo que sucedió durante el tiempo que Nacho estuvo en la cárcel, ya llegaremos también, a mi manera desordenada, a las razones para ello.

Yo le visitaba con frecuencia, aunque tenía que preparar mi ánimo cada vez que iba, no porque viviera en condiciones inhumanas. No, mi madre en ese sentido se aseguró de que Don Conrado, ya te he contado algo de él, se convirtiera en el empleado personal de Nacho, le visitaba tres veces al día para llevarle la comida, que tu tío Agustín y yo le enviábamos desde el Marques, el restaurante en los portales del Zócalo.

El consentimiento ni siquiera en ese lugar desapareció, a petición de tu abuela, nosotros teníamos que enviar alimentos para tres personas: para Nacho, para un amigo suyo que también estaba encerrado y para otro preso, que les servía de secretario llamémosle así, y liberaba a Nacho y a Fernando, de los menesteres de limpieza y le ayudaba con su tienda.

Si, su tienda, porque vivía en un espacio especial, no en las celdas de los demás presos, creo que a este espacio se le consideraba de distinción y ahí le permitieron montar una pequeña miscelánea.

La intención de esa tienda, no era tanto obtener una ganancia, sino el que Nacho tuviera a la mano, cualquier antojo que pudiera apetecerle, como refrescos, galletas, papitas y demás comida chatarra, además preparaban tortas y sándwiches para su venta y al mismo tiempo él y Fernando, alojados en el mismo espacio, podían comer lo que les apetecía.

Dentro de la tienda tenían una mesa de coca-cola con sus sillas que hacía las veces de comedor para ellos, y una pequeña recámara para los dos, pero un verdadero trabajo, algo que en realidad ocupara su cabeza y su tiempo no lo tenía, así que tuve una feliz ocurrencia.

Siempre he tenido la idea de que en nuestro país lo que sobra son profesionistas mal preparados y lo que hace falta, como el agua, son técnicos y artesanos capaces. Él estaba en un lugar privilegiado para invitar a muchos a trabajar, para ser útiles y hacer su tiempo más ameno. Ahí existió un taller de herrería que a la fecha estaba abandonado. Yo lo animé para que tramitara su reapertura y le ordené su primer gran trabajo: doscientas sillas de herrería para el Marqués. La idea prosperó y cuando él salió, estaba tan encanchado con este trabajo, que fue su nuevo modus vivendi.

Así que trabajó duro como te digo, además leía mucho la biblia y un libro de oraciones que le llevé. Eran mis tiempos de catequista, así que me resultaba grato mirar que al tomarlo entre las manos, ya se abría solo en una oración de humildad.
Esa virtud, antes del encierro era la que menos figuraba entre los dones de Nacho.
Como vez el retiro en ese lugar a pesar de lo doloroso, estaba rindiendo frutos buenos para su vida.

lunes, agosto 07, 2006

Ignacio Javier, Javier-Ignacio XXVII

Los puntos suspensivos de la historia anterior tuvieron su razón de ser. Hasta ahí había quedado el anecdotario, nunca lo concluí.

Así como tú, que no te comprometías a portarte bien, hice yo y sin sentirlo, había abandonado mi intento. Regreso hoy que han pasado los años, tu papá cumplió once años de muerto.

Si hubieran sido trece habría entendido el por qué no asististe a la Misa, porque ese número es de mala suerte. Pero la razón es porque tu mamá se cambió de religión y no estuvo pendiente de que fueras. Ella tendrá sus razones, yo tengo las mías para lamentarlo.

Como él murió en Octubre, muy cerca del Todos Santos, nuestra remembranza se alarga, porque tú sabes que aquí en nuestro país, el Todo Santos es una celebración de la vida de los muertos y no otra cosa. Así que en estos días resulta lógico que si hoy escribo más, lo haga acerca de Nacho.

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Todos quieren aportar algo a tu anecdotario, mi mamá me pidió esta vez que no dejara de escribir de cuando Dios lo salvó de la muerte a los dos años. Ella no sabe de las otras historias, las terribles que he ido introduciendo. Tu anecdotario si me lo pide, pero la última vez que lo hizo, pude dárselo sin problemas, porque las otras narraciones nacieron después.

Es curioso como se siente en libertad de preguntarme por este anecdotario, debe ser que como es tuyo, piensa que no cometeré indiscreciones, pero cuando se trata de EntreCaracoles, mi novela, la que ella sabe contiene mis memorias, se abstiene de hacerlo. Aunque dos o tres veces le he preguntado si quiere leerla, siempre evade el momento y me dice que ya la leerá cuando esté impresa y yo la dejo hacer; para que provoco situaciones.
Aunque la verdad sea dicha, en EntreCaracoles, no he dicho nada que la comprometa a ella, sólo a mí, en cambio tu Anecdotario no podría escribirse si pretendiera callar o disfrazar la verdad.

Ella se pondría muy brava si sabe de estas historias, de las duras, pero ya bastante tengo con pensar como habrás de tomarlas tú cuando las leas, así que mejor me olvido del asunto por ahora y escribo la que ella me pide:

Murieron siete niños en Pochutla, de Salmonella fue la epidemia, y hace treinta y tantos años casi no se conocía medicina.

Mi mamá asistió al entierro de un ahijado y fue así como llevó a la casa el virus. Tu papá se enfermó muy gravemente. Fue el Doctor Toriz quien lo salvó en esa ocasión y como amigo de la casa, aún de adulto, tenía por Nacho un cariño especial.

A consecuencia de esa enfermedad, ya no disfrutó de la escuela que se fundó para él, fueron otros niños los ganones, porque él se vino a Oaxaca para evitar otros riesgos. Nuestro pueblo, San Pedro Pochutla, era bastante insalubre por su clima y por la mala alimentación de la mayoría de los niños.
Así llegó Nacho a la casa de nuestros padrinos, para empezar a ocupar su lugar, ahora si podíamos contar al hermanito pequeño entre nosotros, pues ya sabes que fueron mis padrinos quienes nos crecieron a los demás, desde los dos años, hasta arribar a la adolescencia.

jueves, agosto 03, 2006

Ignacio Javier, Javier-Ignacio XXVI

Refiriéndonos nuevamente a la exuberante anatomía de mi mamá, te contaré que la primera vez que Nacho fue al Circo, regresó muy impresionado con todo lo que había visto y oído.

Trató de explicarnos con pelos y señales cómo salieron los payasos, qué dijeron, y por qué lo impresionaron. Nos contó todo con grandes aspavientos y señalando el lugar preciso con las manos:
Los payasos se veían muy bonitos, traían unos globos aquí y aquí. Con sus manitas señalaba expresivamente sus glúteos y exclamaba: Eran igualitos a “los hígados de mi mamá”.

Menudos hígados los de mi mamá. Yo creo que hasta la vesícula debe haberle dolido varios días de los corajes que la hicimos pasar diciendo y repitiendo a todo el que quería oírlo, la ultima gracia de su benjamín.

Ay Javier, me duele pensar en todo lo que tu papá habría disfrutado de todas tus ocurrencias.
Cuando el murió, tu apenas empezabas a hablar, aunque ya desde entonces eras bastante listo, y él se sentía muy orgulloso y feliz de ser tu padre.

Tú todavía recuerdas algunas cosas de las que compartías con tu papá.
El otro día alguno de tus tíos te levantó en hombros para cargarte y tú le comentaste a tu mamá:

Así me cargaba mi papi, pero con él, yo caminaba muy lejos.

Me da gusto que lo recuerdes todavía, porque eras demasiado chiquito cuando murió, y es natural que al paso del tiempo su imagen se desdibuje. Esa también es razón de mi sencillo intento de escribirte estas cosas, para que tu camino continúe al lado de tu papá y pueda seguir aún más lejos.

En tu recámara tienes fotos de él y cuando a tu mamá se le ha ocurrido decirte que las va a guardar, tú te opones porque: “esas fotos son tuyas” y así seguirán siendo, como tuyo fue el amor de tu papá…

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No puedo evitar escribir otra de las últimas tuyas Don Javier, antes de volver a las historias difíciles.
Esta me toco a mí, tu mamá se quejó de que fuiste muy grosero toda la mañana. Tanto que tuvo que corregirte con dos buenos manazos. Tú lejos de ceder, te mantuviste muy digno toda la mañana.

Pensé que estarías triste porque tu mamá se enojó contigo y traté que entendieras que no te castigaba por gusto, sino debido a tu comportamiento.

Te expliqué que a tu mamá le dolía pegarte, pero que es necesario hacerlo cuando te niegas a obedecer y pensando que habías comprendido te pregunté:

¿Verdad que sabes que a mama no le gusta pegarte y vas a portarte bien, para que no tenga que repetirlo?

Muy serio a tus cuatro años, respondiste:

No se, voy a pensarlo. Pero no me comprometo…

lunes, julio 31, 2006

Ignacio Javier, Javier-Ignacio XXV

Aquí, otra de tus historias, de las tuyas Javier. Quisiera haber registrado así las de mis hijos, pero no se me ocurrió hacerlo en su tiempo, y ahora me doy cuenta de lo grato que resulta saber que no se perderán en los pasadizos del tiempo.

Sin abandonar su trabajo, y precisamente porque su cargo le exige una mayor escolaridad, tu mamá está estudiando su prepa y vende perfumes para redondear sus ingresos, así que ayer llegó corriendo. Cuando me vio con mi mamá, a pesar de sus prisas se dio tiempo para preguntarme ¿ya sabes la última de Javier?

Tu abuela y Anita han tenido mucho trabajo de escritorio estos días, lo que es bastante usual, así que tú juegas cerca de ellas mientras tu mamá va a la escuela.

Mi mamá trabajaba atareada y tú la estabas importunando —no dejas de preguntar cosas todo el tiempo— mientras escribía, tu abuelita impaciente te dijo:

Mira chamaco, ponte a jugar sólo porque estoy muy ocupada, no me estés distrayendo.

Tú muy digno, te dirigiste a la puerta y antes de salir, volteaste a ver a Anita y le dijiste:

Ana: cuando se le pase el mal humor a mi abuela, me avisas. Para que regrese.

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Comentar tus gracias, indefectiblemente nos lleva a recordar al niño que fue Nacho. Mi mamá sacó a colación una ocasión en que a ella se le abrió un botón de su blusa.

Nacho la miró fijo y le dijo: Mira mami, se te ve tu “chiche”. Mi mamá un poco amoscada mientras se abotonaba, le dijo muy seria: Niño, eso no se dice.

Y Nacho ingenuamente le preguntó: ¿por qué, es “peligocho”?
Y ya lo creo que era peligroso, según tu tío Efrén, meterse con los juguetes propiedad de tu abuelito.

jueves, julio 27, 2006

Ignacio Javier, Javier-Ignacio XXIV

Esta historia, la del caballo, se me había negado, intenté acomodarla varias veces, y por una o por otra razón quedó pendiente; hoy no dejaré que se me escape.

Este percance no lo viví ni siquiera de manera indirecta, sólo soy testigo de oídas, fueron los mozos de la finca quienes nos transmitieron la historia del caballo despeñado.

Resulta que Nacho decidió que ya había estado encerrado bastante tiempo entre las altas montañas y un buen día, tomó su caballo y la compañía de un mozo, para irse a pasar unas horas a las playas de Huatulco. No podían faltar entre la diversión que se programó a si mismo, las consabidas copas, así que regresó ya bastante entrada la noche, oscilando su anatomía sobre el lomo del caballo.

Estos animales conocen bien los senderos, podrían hacerlo casi a ciegas, pero a su paso, y con una mano firme para conducirlos. Es el caso que Nacho intentaba apresurar el paso del animal, e incluso sacarlo de la vereda, para cortar camino y el animal se negaba, entonces el lo aguijoneaba y así conseguía su renuente colaboración. Esta negativa forma de hacer el camino tuvo consecuencias fatales, en un momento en el que obligó al caballo a desviarse del paso acostumbrado, el caballo perdió pie, ante los ojos azorados del mozo que les seguía.

Nacho intentó controlar al animal pero no fue posible, había piedras sueltas y el caballo resbaló más de cuarenta metros precipicio abajo. Era de noche, las estrellas alumbraban pero no lo suficiente, el mozo sólo alcanzó a ver al caballo despatarrado allá en el fondo, inmóvil, había muerto, pero a Nacho no alcanzaba a mirarlo, supuso que había quedado bajo el cuerpo del animal y dio de gritos llamándolo.

Por más que se desgañitó, sólo tuvo el silencio por respuesta, el mozo, gente de muchos años en la casa, intentó bajar, pero era imposible hacerlo con tan escasa luz, entonces se sentó en la orilla del despeñadero y lloró, sin pena ni vergüenza, mientras se repetía en voz alta:
Ay Don Nachito, ahora si se murió Don Nachito.

Permaneció ahí según cuenta más de una hora y volvió entonces a renovar los gritos, sin tener ninguna respuesta, así que se decidió a llegar a la finca, para pedir ayuda y regresar con reatas para sacar el cuerpo de Don Nachito.

Dos horas faltaban de camino para llegar a la finca, una más para organizar una cuadrilla de rescate, preparar camilla y reatas suficientes para sostener a quienes descenderían y otras más para subir el cuerpo. Casi cinco horas tardó el mozo acompañado por los improvisados rescatistas para volver al lugar del suceso.

Cuando dieron vuelta a la última curva del paraje que el acompañante de Nacho les señaló como lugar del accidente, casi salen corriendo.
Sentado sobre una roca a un lado del camino estaba Nacho, que al verlos aparecer le grita a su lloroso mozo:
Bruto, a donde te fuiste, me dejaste tirado allá abajo y tuve que subir yo sólo.

Al caballo jamás pudieron sacarlo, la subida era casi vertical, demasiado penosa, además el animal había muerto instantáneamente, destrozado.
Ahí quedó su osamenta como testimonio de lo ocurrido.

domingo, julio 23, 2006

Ignacio Javier, Javier-Ignacio XXIII

Recordar la fiesta de tu bautizo me llevó a otra fiesta muy diferente y sin embargo íntimamente relacionada contigo:

La fiesta de bodas de Nacho y Sonia. Ese día tu papá, de esa singular manera en que confluían en él, los aconteceres poco ortodoxos, recibió permiso para salir de la cárcel por unas horas, para casarse.

La fiesta fue entre amigos, pero decir amigos en el caso de esta familia, sabes que es sumar mucho, más de trescientos invitados compartieron su alegría. La valentía de tu madre al celebrar sus esponsales en esas circunstancias, es algo que valoro en todo lo que vale.

En una de mis visitas a tu papá en la cárcel, me preguntó él:

—Leticia ¿Qué te parece Sonia, crees que podríamos hacerla juntos?— Ay Nacho le respondí, no se por qué lo dudas.

Yo lo sabía.

Es cierto que tu mamá no pertenece a ninguna familia oaxaqueña de rancio abolengo, pero nosotros tampoco.
Es verdad también que hay una distancia grande entre lo conocidos que pueden ser tus abuelos, que viven en ese pequeño pueblo de la costa Oaxaqueña que a ti, nunca te ha gustado, y este clan, tan metido en el corazón de tantos.
Es verdad también que jovencitas de sociedad le hacían ojos bonitos a tu padre, pero nadie como tu madre, de manera constante, le acompañó en su reclusión.

Por eso se lo dije a Nacho, ninguna consideración de otro tipo podía pesar, ante el valor de lo que ella le mostraba.
Se dice que en la cárcel y en la cama se conoce a los amigos, yo creo que en la desgracia, se conoce el amor del compañero.
Sonia y él eran novios cuando tu papá cayó en la cárcel y ella no lo abandonó por eso.

Le visitaba con frecuencia, casi todas las veces que fui a verlo, lo encontré con ella. Además con toda dignidad, a pesar de que él se lo rogaba, se negó a realizarle visita conyugal, se dio su lugar en todo momento.
Aún ahora no me explico, como logró que su sencillo y digno padre campesino, otorgara el permiso para esa boda. Ni la riqueza ni el status social podían convencer a nadie de la valía de un galán encerrado.

Todo esto se lo dije a Nacho. No se si mis palabras contribuyeron a decidirlo a dar el paso y pedirle a ella que se casara con él. Pero me gusta pensar, que de algo sirvieron.

También hay que reconocer, que algo especial debe haber tenido tu padre para despertar sentimientos tan profundos ¿lo cree usted Don Javier ?
Nombrarte así me ha hecho pensar en las razones de tu padre al elegirte el nombre, a él muchos le llamaban cariñosamente Don Nachito y se me ocurre que el diminutivo no siempre debe haber sido de su agrado. Tu nombre en cambio, no los admite, y pienso que esto no es casualidad.

miércoles, julio 19, 2006

Ignacio Javier, Javier-Ignacio XXII

Ya que te hablé de tu padrino, sería bueno mencionar la gran fiesta de tu bautizo, nunca había visto a Nacho tan entusiasmado, Dios mío, que fiestón el que armó, digno de una boda, más que de un bautizo.

Hizo instalar carpas en el patio frontal del Aranjuez, ese donde se encuentra la fuente sombreada por la bugambilia, que estaba cubierta de flores y se veía espectacular, pero Nacho hubiera querido quitarla para agregar otra mesa a las de sus invitados.

Contrató un grupo musical bastante caro, mandó hacer la comida por toneladas, era un derroche de alegría y de color, las mesas redondas para diez comensales estrenaron manteles, mandó apisonar la tierra para que pudiera bailarse al terminar la comida, estuvo pendiente de cada platillo, de los dulces oaxaqueños para el postre, nieve para los niños y cuanto pudieras imaginar.

La Misa fue en Tlalixtac de Cabrera, el Municipio al que pertenece la Hacienda y Nacho quería partirse en pedazos para quedarse a continuar con los preparativos y al mismo tiempo irse a la Misa, claro que no tenía opción, debía encargar a otro que vigilara a la gente que trabajaba en el montaje, mientras el asistía a la Celebración, donde recibirías tu filiación cristiana.

Así que me ofrecí a quedarme en la casa, al tanto de los empleados, mientras todos los demás se fueron y tratándose de Nacho, no podía faltar el detalle que se saliera del contexto habitual.

Estaban ya perfectamente plantadas las carpas, y se habían colocado algunas mesas. Nacho fue el último en irse rumbo a la Iglesia, porque tus abuelos y tu mamá, nerviosos por llegar tarde decidieron adelantarse.

Algunos invitados, los de mayor confianza, que decidieron escoger un mejor lugar, no asistieron a la Iglesia y se acomodaron en las primeras mesas que se arreglaron, entre ellos Carlos Morales, la Georgia, Pina Hamilton y no recuerdo quien más.
De la presencia de ellos si, porque llegaron antes de que se fuera y lo bromearon anticipando catástrofes en la Iglesia, porque él iba a entrar.
Nacho no se fue sin ver que se les sirviera algo, y aproximadamente veinte minutos después, se levantó un ventarrón de miedo, que arrancó tres de las carpas de su base y volteó aquella en que estaban sus mesas, quedando ellos bajo las lonas. Se escuchaban sus risas, pero aún así, corrimos a ver si no les había lastimado alguno de los soportes, a ellos casi no se les entendía porque hablaban entre carcajadas, hasta que Pina me pudo decir: Canijo Nacho, segurito que la carpa se voló cuando entró a la Iglesia, es que él y su Javier no necesitan bautismo sino exorcismo.

Así bromeaban todos acerca de tu papá y sus historias.
Debo decirte que cuando regresaron contigo ya bautizado, este suceso fue repetido de boca en boca y festejado el chiste de Pina Hamilton en todas y cada una de las mesas, menos mal que salidos de la Iglesia, el ventarrón no se repitió y la fiesta fue una de las más alegres que el Aranjuez cobijó entre sus muros.

domingo, julio 16, 2006

Ignacio Javier, Javier-Ignacio XXI

Recién pasado Noviembre, es imposible dejar de pensar en aquellos días, así que me vino a la mente algo que sucedió con tu padrino José Manuel, aunque no lo escribiera en su momento.

Vino a los nueve días, acompañado de sus hijos y los brazos cubiertos de flores. Pasó primero por la casa, para avisarnos a tu abuela y a mí que iba para la tumba y decidimos acompañarlo. Rezamos y platicamos un buen rato, sentados a la sombra del nogal que tu papá sembrara.

Tú ya conoces a tu padrino que es un irreverente, así que poco a poco, las referencias que hacía de su compadre fueron subiendo de tono, logrando hacernos reír con sus desplantes. Tu abuela se levantó, para regresar a la casa, mientras José Manuel seguía conversando.

A lo lejos veíamos la camioneta de tu papá, la que el cuidaba tanto y que desde nueve días antes, había quedado estacionada en la entrada de la hacienda. Un poco más abajo, había dejado José Manuel su de por sí, desvencijado volkswagen. Casi llegamos a la altura de su carro, cuando nos dijo que había estado soñando a su compadre casi todos los días y exclamó:

“Pinche Nacho, no me quiere dejar en paz”

En ese preciso momento, la camioneta, que estuvo parada nueve días, empieza a deslizarse camino abajo, al parecer sin chofer, nosotros corrimos pensando que alguno de los niños se había subido y se iba a lastimar. La camioneta se desliza lento, lento, en dirección precisa al volkswagen y va a estrellarse contra el. Los tres, pálidos del susto, corrimos a abrir la puerta para sacar al niño que supusimos había quitado el freno y nuestra sorpresa fue mayúscula al ver que nadie estaba dentro.

Suspiramos aliviados, sólo entonces revisó tu padrino los daños a su carro, que afortunadamente fueron mínimos, sólo los faros rotos y un poco abollada la defensa. Entonces, José Manuel rompió a reír, deshaciendo tensiones y en medio de la risa, explotó:

No se los dije “el pinche Nacho no me quiere dejar en paz”.

Gracias por leerme, tú das razón de ser a este blog