sábado, junio 30, 2007

Hace doce años que nos dejó y era el menor de todos




También dije que ver a mis hermanos estremece. Aún así, ya quisiera abandonar resentimientos, y estremecerme mirando a Ignacio Javier, con tal de poder verlo.

Hace doce años que nos dejó, y era el menor de todos.

No es nada fácil escribir hoy; lo que antes no dije aquí, aunque si lo hice en un compendio de anécdotas que escribí para Javier Ignacio, su hijo.

Leído fuera de su contexto voy a sonar como una bruja, aún así, paso por ello, pues lo que busco es fluir.

El Anecdotario lo inicié el mismo día de la muerte de Nacho. Javier su único hijo recién decía papá, tenía entonces un año y pocos meses hoy que tiene trece y aún no lo recibe. Esta es su parte final:

“…A tus trece años, cuando te escucho contar delante de tu abuela, con voz enardecida, la proeza de tus primeros pleitos en la escuela, no puedo dejar de preocuparme, porque en ti, escucho hablar a Nacho.

Hace varias semanas, que en tu visita de los viernes a casa de tu abuela, te marchas a hora más temprana y le dices a ella, que acudes a verte con amigos. Tengo entendido que esos amigos, son más grandes que tú, y no le gustan a tu madre, así que vas, sin permiso de ella.

El último viernes, faltando veinte para las cinco ya no estabas, y tu mamá llamó a las siete y media de la noche, para preguntar por ti.

Tu abuela, con una gran sonrisa, me comentó en tu presencia, que ella le mintió a tu madre, diciendo que te habías salido quince minutos antes.

—Entre Javier y yo no existe brecha generacional— me dijo y continuó:

—En cambio Sonia; ya ves que es radical. No lo entiende— y se miraron ustedes como amigos y cómplices.

domingo, junio 10, 2007

Antes odié las restricciones. Ahora se que mi estatura creció con ellas


Antes odié las restricciones de mi padre y madrina. Ahora se que mi estatura creció con ellas.

Mis hermanos no cambiaron. A su edad, siguen gustando del consentimiento. De ahí las consecuencias para ellos. Antes brillaban, verlos hoy estremece.

Ya casada, los padrinos perdidos, y ellos adolescentes, tuve valor y pretendí ayudarlos, pero ¿acaso has visto semejante desfachatez? ¿Que hijo puede —sin meterse en problemas— cuestionar el hacer de quien lo trajo al mundo?

Lo único que logré, fue la ruptura con mi madre y por ende con todos mis hermanos.

Fui acusada de todo y no intento defenderme. La verdad, tan bien como yo la sé, la saben ellos. Sólo necesito decir que el amor por mi familia ardió y se consumió a sí mismo.

Digo esto aquí para liberarme, aunque nada de lo vivido, justifica el habitar mis días desde el resentimiento.

Consentirlo me impide llegar a la plenitud de madurez, y me destruye.

domingo, junio 03, 2007

XIX.- Sálvese quien pueda




Dije lastre, otra mala palabra en mi vida, la convoco y el corazón retumba, porque lo sé: Aunque mi voz se expanda, no llenará el vacío.

Y este no es un suceso reciente, lleva ya demasiados años conmigo. A mi madre no la puedo alcanzar. No puedo. Es por eso que mi mano calla.
Ni tú ni nadie imaginan lo difícil que será para mí escribir esto. Incrustada en un país Mariano, invadida por el resentimiento hacia mi madre, me siento como si fuera un tumor.

Amanece y la mañana me sorprende. Si hubiera escrito en las horas en vela no estaría como ahora, dando vueltas, sin retomar los pensamientos. Una alondra canta pegada a la ventana y me limpia su canto.

Escribo desde la muerte, porque eso y no otra cosa es, este vacío. Y aunque me digo muerta; Gracias al desarraigo me declaro también sobreviviente de la hecatombe familiar.
Sobrevivir ahora no me lastima. Es el hecho de que luché por mí en la niñez, sin volver la vista para ayudar a mis hermanos, o al menos ver si me necesitaban, lo que todavía hoy me duele.
Soy la mayor de cinco hermanos varones y debiera decirse, si generosa hubiera sido, que debí defenderlos, neutralizar nuestro entorno, pero no lo hice. Estaba demasiado ocupada defendiéndome.

Era una niña, es cierto, pero ese es el más terrible sálvese quien pueda que he cometido en mi vida.

Gracias por leerme, tú das razón de ser a este blog