lunes, diciembre 09, 2013

La Mujer que Imagina
Lety Ricárdez

Quieto centinela sobre el empinado terraplén que entrega a sus ojos la primigenia belleza del valle que se tiende a lo lejos, Cyrano espera. El clima cálido se somete conforme asciende por las gallardas montañas que ha dejado atrás.
Soberbio distiende los belfos. Lanza el cuello a lo alto, otea el viento y le llegan efluvios de la tierra que habita. Desde su olfato se produce un gozo primitivo que la jibbah estimula y Cyrano impaciente reprime.
Sus flancos delanteros, tensas saetas colocadas muy por debajo de su cruz, anticipan la sumisa posición de entrega. Empinado de cara al valle, sólo la ausencia de la última vértebra lumbar, propia de su raza, mantiene en alto su cola de largas crines, devolviéndole el porte majestuoso y altanero.
Cyrano extraña al hombre. Ha venido a buscarlo. Lunas inacabables deambularon sobre los cerros, uno solo el caballo, y la mujer que imagina, sin verlo, sin olerlo siquiera.
Todavía siente Cyrano los firmes glúteos y poderosos muslos que abrazaran sus flancos. El cuerpo sudoroso impregnado en su dorso.
El hombre agreste, no es hijo del desierto —como si lo fuera— es hijo de la montaña, de la sierra, de la nube. Jamás su vara le acicateó. Fue la necesidad de someterse, la que rindió su libertad un tiempo.
En su memoria equina estalla la historia milenaria. Sabe, sin recordar: Antes su raza vivió el desierto. La caricia salvaje del beduino dentro de la tienda que evitaba el Haboob y el Simún. Ahí no cae la lluvia, la Virga hace que el agua se evapore antes de tocar la tierra.
Su estirpe es la más antigua. Cuatro mil quinientos años cabalgó bajo miríadas de estrellas. Llevó a cuestas, piel a piel, a la mujer que imagina. Su leve fuerza la clavó sobre la grupa, y sus manos se prendieron ansiosas al cuello arqueado, y a las sedosas crines. Los ijares sintieron la caricia de sus piernas.
La ribera del río gimió bajo el embate de los cascos de Cyrano. Estallaron chispas de las piedras invocando al hombre sordo a los llamados. Sordo y ciego, porque jamás se dio cuenta. La mujer y el caballo eran uno.
Cuando él se fue respiraron al compás, caballo y hembra en comunión. Era el cuerpo del hombre, el que ella llevó consigo sobre el blanco pelaje de Cyrano. Una y otra vez remontaron noches cerradas Cyrano y la mujer. Y fueron tantas, y tan desesperada la búsqueda, que huyeron juventud y agallas. Los femeninos gemidos tocaron el pecho de león, ancho y musculado del caballo.
Una noche de plenilunio, enmudeció de pronto su respiración. Se detuvo el caballo. Ella descendió y, se dejó caer para morir sobre la hierba húmeda.
Eso ha venido a piafar Cyrano. Para eso bajó a la hondonada. Su llamada es bravía. Borbotea su sangre. La nobleza heredada de su mezcla, le hace desear al hombre con premura. Su presencia. Su dirección. Su mano fuerte y suave que depuso su arrogancia.
En él, evoca a la mujer. Siendo hechicera, la sabe parte del hombre y también parte de él. Fueron binomio, conjugación, tótem, Nagual, sólo ellos saben.
Su costillar sin ella está incompleto.

miércoles, agosto 13, 2008

Algo nuevo en el ANECDOTARIO IGNACIO JAVIER-JAVIER IGNACIO

Y como ves, pues ya te dije, así como no queriendo, que tu papá estuvo en la cárcel, ahora debo decirte por qué y fue por una de esas quijotadas que sólo a él se le ocurrían.

Te digo que fue por una quijotada, no porque nunca diera lugar a eso, o porque en el futuro no se hubiera involucrado en los líos de tus tíos, que si lo hizo. Fue quijotada porque esa, la única vez que lo ficharon y por la que años después llegó a pagar su deuda con la justicia, en verdad no tenía ni vela en ese entierro.

Y mira que me la juego al decirte lo de la quijotada, porque vas a admirar su lealtad, pero es de justicia decirlo, aunque insisto, bastantes razones dio después por su cuenta para llegar ahí, lo que sucede es que Dios no dispuso que fuera por algo propio.

Sucede que Nacho era un jovencito en vacaciones. Iban Raúl y él de camino a la finca y se pararon en la gasolinera de

Pochutla para cargar combustible. Nacho se bajó a comprar algo y en ese momento llegaron los judiciales, que ya traían entre ojos a tus tíos.

Interrogaron a Raúl que estaba al volante y revisaron la camioneta. Ahí salió a relucir un costalito con semilla de mala hierba. Aunque Raúl les dijo que le había dado un aventón a un paisano que huyó en el mismo momento en que vio a los judiciales y que fue quien dejó el costalito. Por supuesto que no le creyeron y ante tan contundente evidencia, Raúl insistió en que sólo él era responsable, que su hermano que en ese momento asomaba de regreso, no sabía nada de su carga, que era estudiante universitario y que por favor no le hicieran nada.

Entre paréntesis debo decirte que esto era estrictamente cierto, pero el valiente Benjamín que era Nacho, no quiso dejar a su hermano sólo en ese enredo y lo desmintió con los

oficiales, adjudicándose responsabilidad en los hechos y ´les pidió que también se lo llevaran a él.

Salieron a relucir los billetes de Raúl y los agentes los dejaron ir, reteniendo la carga y asentando en acta que se habían escapado. Quedaron fichados los dos hermanos y se dictó orden de apreso en su contra.

No se ejecutó la orden. Pasaron los días y los años y con cada uno que corría se volvieron más descuidados y orondos y campantes se sentaban cada día en el Marqués, el Restaurante que teníamos mi gordo y yo frente al zócalo de la ciudad, hasta que un día a punto de prescribir la orden, se presentaron los judiciales y prendieron a Nacho.

Así que fue a dar con sus huesos a ese triste lugar por algo que no hizo, aunque aún de lo malo se puede hacer bueno. Eso


sucedió en los momentos de su peor comportamiento y marcó un alto en su camino.

Dirás que soy mala, pero siempre he pensado que si le hubiesen dejado reposar un tiempo más sus pensamientos, el encierro le hubiera sido de beneficio. Yo se que estaba pensando mucho y cambiando.

Pero no. Eran tiempos de bonanza para ellos y era impensable que el solidario clan pudiera dejarlo en tan mal lugar. No lo visitaron pero movieron cielo y tierra y consiguieron sacarlo poco después de dos años. Salió para seguir errando.

Te cuento esto ahora con cierta tranquilidad, porque el delito ha prescrito y no traerá repercusiones para Raúl, pero también lo hago con gran pesar porque ese no prescribe.

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Ay Dios tanto tiempo sin compartirles algo, y vengo ahora y les endilgo un periódico. Esto es para ustedes, los que aún vienen de vez en cuando en busca del cariño que les guardo y de mis letras. Para tí Fernando que me motivaste hace un momento con tu afectuosa entrada.

Los quiero y mucho. Siguen teniendo un lugar especial en mi corazón y quiero que sepan que sigo escribiendo. Chela una querida amiga, me cuestionó hace unos días porque nunca dije el porqué del encierro de Nacho y vengo pues a compartirlo con los que no me olvidan,
Les dejo mi cariño en prenda...

Gracias por leerme, tú das razón de ser a este blog