martes, abril 24, 2007

XIV.- Nuestra ciudad colonial, allá por los meses de mayo hasta noviembre




















Pues sucede que nuestra ciudad colonial, allá por los meses de Mayo hasta Noviembre, quedó convertida en un campo de batalla y aún así, los gastos siguen corriendo. Imagínate, sacar cien mil pesos mensuales de la nada, para mantener viva una casa, que no respira como antes, el generoso aliento de sus visitantes.

Dicen que el cáncer es una enfermedad psicosomática, y debe serlo. Entonces les fallé a todos y me fallé a mi misma, porque no supe vivir las circunstancias de la manera adecuada. No fueron ellos, los creadores del conflicto quienes me movieron de mi eje, fui yo quien permitió que sucediera.

Pero de lo malo, siempre surge lo bueno. Todo es cuestión de escudriñar para encontrarlo., así que déjame decirte:

Anoche, mientras hablaba con Santiago, le conté, sin grandes aspavientos que había llegado al límite de los recursos y que no estaba cierta, de que al vender un inmueble, respecto del cual estoy en tratos, el dinero llegara a tiempo para atender los compromisos y salvar la casa.

Te cuento de la misma manera, el hecho de que esta intranquilidad merma mis fuerzas, para ponerlas en donde debo, en la lucha por recuperar la salud; Y que el crédito inmobiliario se pagó religiosamente a lo largo de dieciocho años y ahora, justo cuando terminamos de cubrirlo, por la inconsciencia de estas gentes que se dicen maestros y pueblo de Oaxaca, debe venderse para satisfacer los gastos, si es que alcanza, de tan sólo cuatro meses de supervivencia.

Cuando Santiago conoció el precio que me daban, tuvo un gesto hermosísimo. Me tendió las llaves de su único y recién estrenado automóvil y me dijo:

—Mamá, sólo esto tengo, véndelo y mañana te traigo cincuenta más que son mis ahorros. Con este dinero tendrás asegurados los gastos de dos meses y puedes en ese tiempo vender con mayor tranquilidad los dos departamentos. No me parece justo el precio que te ofrecen ahora. Si es posible, después me lo devuelves, pero sin prisas, será cuando se pueda, no quiero ver que te afliges—.

Un automóvil nos alejó hace ya algunos años y un automóvil otra vez, nos reúne, si no recuerdas esa historia, allá sigue en EntreCaracoles.

Y no voy a contarte la mentira de que bastó su ofrecimiento pero no fue necesario el sacrificio. Hablamos de realidades, así que el sacrificio debió consumarse. Hoy vendimos su hermoso VW Beagle —no cumplía cuatro meses de estreno—. Recuerdo la noche en que vino feliz a enseñárnoslo a su padre y a mí y nos llevó a cada uno por separado, en el asiento de adelante, a dar un corto paseo para probarlo. Ahora su auto se ha esfumado y yo llevo el corazón henchido ante un hijo bien criado. Un joven generoso, que se suma y no se esconde.

Por supuesto que hemos de resarcirlo, el mal no dura cien años, volverán los buenos tiempos, pero no le robaré el gozo de hoy por lo que ha hecho. Es todo suyo.
¿Puede haber mejor terapia para el cáncer? Les aseguro que no; que yo tengo la mejor medicina.
*****
Esto sucedió a finales del año pasado. Después sucedió un milagro, porque eso fue, aunque no me decidiera a nombrarlo, pero ya te contaré que resulta que no estoy enferma, además anoche mismo, en un noticiero televisivo hablaron de un exámen, que se aplicó en México a once millones de niños para evaluar al magisterio y la calidad del sistema educativo. En nuestro Estado de las poco más de mil escuelas primarias existentes, los profesores impidieron que se aplicara en quinientas de ellas ¿la causa? Tras veintisiete años de paros Magisteriales que duran meses y el año pasado rebasaron los límites de lo absurdo, creo que es fácil imaginarlo.

domingo, abril 15, 2007

XIII.- El nuevo diagnóstico y sus buenas consecuencias




















De motu propio —porque al Hematólogo nunca se le ocurrió hacerlo— repetimos el examen de sangre y con ello el diagnóstico de Leucemia quedó sin sustento. Entonces esperé con tranquilidad los demás resultados.
La biopsia rompió la calma recién instaurada y le dio un nuevo nombre al cáncer: Linfoma no Hodking de células pequeñas hendidas.

Hasta ahora casi no he dicho acerca de mis hijos, pero esto debe cambiar. En este momento es imperativo hacerlo. Anoche Santiago, mi segundo, —tú le conoces por este nombre— me regaló un sueño de ángeles.

Desde que sabe que tengo el linfoma, me visita y me llama con frecuencia, cosa que antes no hacía.

Yo les he dicho a todos, que deben hacer su vida normal, que sólo me llamen cuando me toquen las quimios, para levantarme con su voz, pero el resto del tiempo nuestra vida debe discurrir como hasta ahora.

No me siento enferma y no voy a manipular la situación con tal de tener sus atenciones. Bastante pesar deben estar sufriendo, para tener encima una madre quejumbrosa.

Tú que leiste EntreCaracoles, ya sabes que todas somos una. Así no te confunde que Esther —la madre— para hablarles del regalo de Santiago, retomé problemas de negocios que competen a nuestra Antonia, mientras la que escribe, sonriente y agradecida es Consuelo, o tal vez la del Recital, que era yo, o incluso puede ser Zarah, la del final; la que se atreve.

Todo es un juego, como la misma vida, y no importa quien se lleve el papel principal, cada una ha de hablar a su tiempo.

¡Ah la pobre Carmen! a ella, incluso en estas circunstancias le costará, pero tendrá que hacerlo y ya tendrá a su lado la buena de Graciela y hasta a la niña para ayudarla a vencer timideces y olvidos.

martes, abril 10, 2007

XII.- El Hematólogo debe haber pensado que soy una ignorante

















Todo comenzó con el error del laboratorio en los análisis de sangre y con el Hematólogo, quien debe haber pensado que soy una ignorante, o estoy loca de remate. Y no fue para menos.
Ante el resultado del análisis de sangre que le llevé, me dijo que su diagnóstico era Leucemia Crónica. Que la detección había sido un hallazgo, y que podía adelantarme, que acaso estaría en Fase II. Aunque necesitaba realizar, algunos estudios adicionales, para desechar la existencia de un tumor de otro tipo.
También me anticipó, que en caso de resultar negativos, esos análisis tan sólo confirmarían su diagnóstico. Fue entonces que me solté a reír de buena gana.

Ante su cara de sorpresa tuve que taparme la boca, para intentar parar mi risa. El se mostró bastante molesto.

—Discúlpeme Doctor, no soy una ignorante, pero lo que me dijo tiene gracia. Me está usted informando, que si no choco, de cualquier modo me atropellan y eso me hizo reír. Pero no crea que no le entiendo. Ya me callo, y por favor, hábleme del tratamiento y expectativas de vida, quiero escuchar todo lo que me pueda decir—.

El me preguntó entonces, si quería que le explicara las cosas a mi esposo que iba conmigo, o a mí. Yo le dije que podía hablarme directamente, que estaba en condiciones de asumir toda su información.

Con esto, pudo continuar la consulta con cierta normalidad. Me explicó los tipos de Leucemia. Los nombres eran tan complicados, que le pedí que con su letra los escribiera en mis análisis, para empezar a familiarizarme con ellos. No respondía a mi sonrisa. Creo que con mi hilaridad y la ausencia de espanto, no desperté su simpatía. Tal vez está acostumbrado a lágrimas, desesperación o enojo, de parte de sus pacientes. Yo entiendo que la entereza con la que asumí el diagnóstico, no es mía. Pero si estuvo en mí para fortalecerme en ese momento, y no me abandonó en los subsecuentes.

En esta tu casa, no existe siquiera un cajón con llave. Todos los muebles están abiertos. Así mi vida y sus circunstancias, por esa razón no pude ocultar ni un día, los resultados de mi visita médica. En cuanto se enteraron, los hijos se agruparon alrededor de nosotros y aunque todavía no se si mi actitud fue la mejor, se que fue honesta.

Hablé con ellos y mi marido de buen ánimo y les pedí que lo tomaran con tranquilidad. Que no era cosa de morirme en ese momento. Que la Leucemia no es dolorosa y que antes de ponerme verdaderamente mal, aún podría hacer muchas cosas. Incluso encontré otro motivo para hacerlos reír. El año anterior —el 26 de julio del 2005 si mal no recuerdo— me operé y en esa ocasión presentí que no saldría de la anestesia. Les recordé que entonces oré por un año más de vida, y si no era mucho pedir, por la oportunidad para devolver la dignidad a mi cuerpo y morir flaca.
Esta vez, los análisis de sangre que sirvieron de base para el diagnóstico de Leucemia, me los hicieron el 25 de julio. Por eso pude bromear con mis hijos, acerca de lo claro que Dios me había escuchado. Tuve un año de salud y además iba a morir no flaca, sino flaquísima.

Dejando fuera el humorismo y hablando en plata, el diagnóstico me movió. Abandoné la negatividad en la que me había hundido el conflicto en mi ciudad y reconocí en mis males, su consecuencia.
Mejoré mi actitud, que duda cabe. Quien no se hinca ante una llamada de atención de ese tamaño.
Aún así, el conflicto me había movido tanto de mi eje, que incluso hoy, aunque no lo quisiera, incurro en la ira y sentimientos de venganza, cuando me asalta la inquietud, de que la paz de que gozamos es aparente. Así que estoy luchando conmigo misma para recuperar terreno, porque en esta situación, no me quedé parada, ni mucho menos caminé.
Mi estatura como persona decreció y eso me duele. Lo único que me salva es la serenidad para asumir la enfermedad y esa, me fue prestada. Duele también confesártelo, pero es la única manera de volver al camino.
Tampoco hubo lugar para lágrimas con mis hijos, pero si con mi esposo y ese momento es motivo de otra historia, a la que ya le llegará su turno.
******
¿Te confieso algo?
He estado tentada por dejar el blog, o al menos este, por la pena que me causa confundirte con los vuelos de mi columpio.
Esos vuelos donde mi vista se posa a veces en el hoy, a veces en el mañana y otras en el ayer, sin orden ni concierto.
Es cierto que algo de esto, ya lo había subido antes, porque es precisamente la conversación contigo, la que provoca lo que actualmente escribo. Antes eran relatos sueltos y aquí los estoy incorporando a un texto único, el de EntreCaracoles, que es la misión que me fue impuesta, transformar en palabras, escritas especialmente para tí, lo cotidiano.
Ya sabes que no nací para grandes empresas. La simpleza de mi prosa, que a mi me gusta llamar transparencia, jeje mira que complaciente esto siendo conmigo, te dice que apenas soy alondra, aún así, vivo feliz de lo que soy.
Y tú vienes, y a veces eres quien me ha acompañado desde el principio, y entonces lo que cuento no te sorprende. Y otras, eres mi nuev@ amig@ y para tí, las cosas suceden en el momento en que te las narro, porque aquello de lo que no tenías conocimiento o consciencia, sólo existe cuando sabes de ello.
Pero otras veces, nos hemos soltado la mano en el camino, y dejamos de visitarnos, es entonces cuando viene el desconcierto.
Y hay razón para ello. Eel tiempo real no da para visitas y lecturas cada día. La vida nos reclama a tí y a mí con su bagaje de complicaciones. Entonces, perdona por favor a esta tu amiga, por repetirse o inquietarte. Decidí seguir con el blog, mientras no te canse.
Te dejo aquí mi abrazo agradecido

Gracias por leerme, tú das razón de ser a este blog