viernes, julio 22, 2005

Cuando era niña tenía las piernas cortas

Cuando era niña tenía las piernas cortas. Siempre llegaba tarde. Se trataba de correr para alcanzar columpio en el jardín de infantes. Los columpios estaban en una bodega oscura, al fondo del colegio. Los guardaba Jacinto. Era tan alto que tenía que doblarse en dos para mirarme. Cuando llegaba a la bodega, siempre detrás de los otros, lo llamaba quedito. Jacinto se inclinaba y me mostraba sus manos con las palmas hacia arriba, mientras ladeaba la cabeza. Ya lo sabía. No quedaban columpios. Se habían llevado todos.

Entonces me sentaba a un lado del estanque de los lirios. Me gustaban las flores, pero debajo de ellas, el agua empantanada dejaba ver sus raíces resbalosas al tacto. Llegué a tocarlas. El agua no me asustaba, no era como el espejo; si me inclinaba un poquito, podía mirarme y no pasaba nada. Podía elegir y lo hice. Era mejor volar que hundirse.

Por eso me gustaban las “damas chinas”. Aunque el juego no tenía importancia, era una forma de volar. Su nombre evocaba países distantes y personajes misteriosos: Marco Polo, Atila, Genghis Khan; o Shangri-La, Petra y Pekín ciudades con las que ya entonces soñaba. Mientras los demás jugaban simplemente a saltar las canicas, yo era una Dama China. Saltaba continentes.

No se cumplieron mis sueños de la infancia. Ni viajé al polo para vivir entre esquimales ni deshelé de un profundo ventisquero al eslabón perdido. Pero la gente de otros continentes sí vino una vez a mi pueblo.

¿Sabes que el lugar donde nací fue el epicentro del primer eclipse total de sol que vimos en nuestro siglo? Vinieron científicos de todo el mundo para observarlo. Para darme importancia, me gusta pensar que cuándo nací, también ocurrió un eclipse, aunque no quedara registrado, porque en ese tiempo, en mi pueblo, esas cosas no se registraban. Nacimientos y nombres, sí.

Me llamaron Alegría, y también Consuelo, y colgaron el peso de esos nombres sobre mi pequeña espalda, porque dime si no, que esos nombres pesan. Me los asignaron desde antes de que hiciera mi aparición, en ese sitio olvidado hasta antes del eclipse. Nada más nacer, la vida me jugó una broma y a mí que amo la sombra, me tocó arribar al iniciarse el día. A las nueve de la mañana con veinte minutos. Me alegro de haberle respondido a la vida negándome a hacer mi aparición a la hora exacta. Desde entonces poco atendí al reloj. Ni lo uso.
Eso de no usar reloj resultó sintomático, pues en mi memoria hay lagos más grandes que el de Pátzcuaro, y digo ese, para no citar nombres de lugares remotos que jamás he conocido y que empiezo a temer ya no conoceré, porque de todo ha tenido mi vida, menos aventuras, misterios, o romances. De ahí que las lagunas en mi memoria y los lugares no visitados, pesen sobre mi nombre porque lo des-consuelan.
*
Cuando empecé a escribir no pude imaginar la fuerza de las palabras. Estas me han llevado sorpresivamente, si no a lugares exóticos, si a cruzar el oceano. Afortunada decisión la de la niña, cuando a tan tierna edad, logro escapar de la atractiva voz del agua, y decidió que era mejor volar que hundirse.

13 comentarios:

MacVamp dijo...

Saludos Lety :)

Gracias por visitar mi blog y dejar tus comentarios. Ahora he devuelto tan cordial acción y heme aquí, disfrutando tus textos, en especial el más reciente.

Prometo visitarte con frecuencia y disfrutar de tus palabras.

Un abrazo desde el otro lado del Atlántico.

Silencio dijo...

Cuando leo tus recuerdos pienso que debería robarlos, adaptarlos al árbol del hule, que tiraron para que nadie cayera, al patio polvoso y a la lluvia que inundaba las calles, a los fantasmas que me perseguian por el patio, al sol de la tarde.

Saludos

Lety Ricardez dijo...

"todas sus manos"
Andreas que cosa tan hermosa me has dicho. Así quisiera para abrazarlos a todos en mi afecto. Me haces sentir tan bien. Que Dios te lo pague.

Lety Ricardez dijo...

Hola Mac Vamp: hoy tuve un baby shower en la casa, para una chica Argentina que como vez, vive muy lejos de su casa. Como reflexión imprimí parte de tus dos últimos textos y un poema mío. Alrededor de ellos, conversamos acerca de la tolerancia y la paciencia. dos actitudes que acercan a nuestras generaciones. Sería largo contarte la reflexión, así que sólo te digo que nos regalaste una linda mañana.

Lety Ricardez dijo...

Amigo mio Silencio. Imagino ese enorme arbol del hule (nosotros tambien teníamos uno) y a ustedes trepados, poniendo los nervios de tu mamá de punta. Te imagino mirando la lluvia desde la ventana. Y sabes no tienes que robar nada, tienes lo propio y además, esta es tu casa, lo que hay aquí es de ustedes.

Silencio dijo...

Gracias gracias, pues ten un buen buen fin de semana. ;)

Tristán dijo...

Ay, Madre, este texto me pone aguado, flaquete, temblenque. Es parte de la colección de mariposas... Pinche Jacinto. Odio a Jacinto. ¿Todavía vive Jacinto? Yo si fuera Jacinto te hubiera reservado siempre un columpio. Si vive Jacinto mataría ahora mismo a Jacinto.

Lety Ricardez dijo...

Mi amor, si te digo algo me creerías? Nunca había visto este texto desde ese punto de vista, nunca aborrecí a Jacinto, si supieras, agradecía que se inclinara hacia mí y no recuerdo que su gesto hubiera sido burlón. Es que siempre llegaba tarde. Pero dices bien, tú hubieras reservado un columpio, se te habría ocurrido. Lo de sentarme al lado del estanque, tenía que ver con más que no tener columpio. Por eso me inclinaba, recuerda las dos casas. Pero ya ves, elegí volar en vez de hundirme, eso es lo que importa. Te amo hijo de mi corazón.

Tristán dijo...

KARTAK,

Usted se parece a una mandrágora. Crece bajo las horcas, del líquido seminal que goteó de un ahorcado. Ya veo que no necesitamos el hocico de un perro para extraerlo (como era el método medieval para arrancar mandrágoras). De todos modos tampoco se moriría ningún perro.

Ya veo que te pareces un poco a una mandrágora. Es usted medicina para ganarse hijos.

Gracias por tus palabras a esta señora.

Y que quede. ¿Pa cuándo brindamos?

MADRE,

no no. Si no digo que se burlara el tal Jacinto. Lo dices muy bien en tu novela. Se doblaba en dos y te miraba. Era falta de reflexión del tal Jacinto, que al final no era falta porque se doblaba ante tremenda inocencia. Pero así era Jacinto. El reflejo de un hombre bueno al que le encuentro miedo de aventurarse y alterar el orden de las cosas. Pero así era Jacinto. A diferencia tuya prefirió el fondo. No se agarró el cuerpo y se puso a volar, como tú te agarraste el tuyo y despegaste. Jeje. Como la María Luisa, la de Oliverio Girondo ;)

Besos.

Te veo el domingo.

Lety Ricardez dijo...

Andreas, de todo esto que te ha dicho Tristán, yo retomo tu ofrecimiento de incinerar la máscara. Anticipo una experiencia memorable, algo para atesorar en el único almacén que yo conozco, mi corazón. Gracias mi buen amigo, ¿podría ofrecerme como una tía vieja cuando las ausencias duelan? Estoy dispuesta.

Tristán, pobre Jacinto, le tocó ese papel, ser de los iguales. Da gracias de ser distinto, no lo pediste, se te dió. Me encantan tus amigos, ya sabes que agradezco lo pequeño y lo grande, que ellos me lean es otro de esos broches de oro, que me traen pensando. Nos vemos el domingo.

MacVamp dijo...

Gracias Lety :)

Gracias por hacerme saber que mis palabras no sólo viajan a través de la red, sino que se quedan merodeando en medio de una charla.

Eso me hace sentir más cercana.

Un abrazo.

Lety Ricardez dijo...

Hola Mac Vamp:
Te hago llegar mi abrazo si estoy bien, el breve te seguiré leyendo. Me gustas.

Lety Ricardez dijo...

Amaradás, querido amigo y maestro, porque Prema y tú tendrán que ser mis maestros en el camino espiritual. Hoy encontré tu mensaje perdido, así que con retraso, pero gozo primero cada una de tus palabras, tu ahora ya sabes que gracias a ustedes, gracias al amor estoy nuevamente de pie, y te envío también un apretado abrazo pero duplicado.

Gracias por leerme, tú das razón de ser a este blog