A falta de misterios y aventuras me gusta desentrañar sustantivos. Alegría, Consuelo, des-consuelo. Algunos nombres involucran su sentido:
“Huele de Noche” ¿Lo has oído nombrar?... Es un pequeño árbol, casi un arbusto, que combina en el nombre dos imágenes. Aromas y tinieblas; crecía en el patio de mi casa y convocaba todo lo que su nombre prometía. Sus pequeñas y blancas flores eran azahares y su aroma dulce, casto hoy perdido, emergía entonces durante la noche. La invadía, como lo hace ahora con las sombras de mis olvidos. —Para mí, Huele de noche, tu nombre es un poema—.
Me gusta la noche. Todo puede suceder en ella; la aventura, el peligro y también los amores que se esconden en variadas fragancias. De noche hasta las piedras hablan. Pues claro que hablan porque no están inertes. Basta ver el musgo que crece en ellas, cuando las acaricia el agua.
La caricia del agua… Hubo tardes en que parada en la ventana, dejaba resbalar mis dedos, persiguiendo las gotas de lluvia sobre el cristal, para inventar caminos con ellas. Era muy niña entonces, pero ya me sentía deseosa de abandonar mi refugio para empaparme. Mojarse bajo la lluvia era hacer lo prohibido. Era empezar a irme.
¿Qué a dónde quería irme? Tenía dos mundos. Cuando no estaba a gusto en uno, volaba al otro mi corazón de niña. Mi cuerpo no volaba. Necesitaba caminos. Por eso los inventaba a todas horas. Los construía con mi bolsa de piedras. Las tenía de todos tamaños y colores. Sabía elegirlas para mimetizar el paisaje de mi destino. ¿Qué pasaría con mi bolsa de piedras? ¿Dónde se habrá quedado? No creo que me las tiraran.
Debo haber abandonado mi bolsa de piedras en el mar. Frente a él, no se necesitan caminos. Amaba el mar bajo cualquier circunstancia. Su vastedad, sus estruendos. Sus orillas tachonadas de conchas.
Añoro aún sus colores cambiantes, verde profundo cuando me bañaba y azul grisáceo por las tardes. El mar se vestía de tristeza en la tarde porque no me acunaba más. Yo, para estar cerca, recurría a la búsqueda de conchas entre la arena. Los pies desnudos, el agua acariciante. Yo en comunión con Él.
Me gusta la noche. Todo puede suceder en ella; la aventura, el peligro y también los amores que se esconden en variadas fragancias. De noche hasta las piedras hablan. Pues claro que hablan porque no están inertes. Basta ver el musgo que crece en ellas, cuando las acaricia el agua.
La caricia del agua… Hubo tardes en que parada en la ventana, dejaba resbalar mis dedos, persiguiendo las gotas de lluvia sobre el cristal, para inventar caminos con ellas. Era muy niña entonces, pero ya me sentía deseosa de abandonar mi refugio para empaparme. Mojarse bajo la lluvia era hacer lo prohibido. Era empezar a irme.
¿Qué a dónde quería irme? Tenía dos mundos. Cuando no estaba a gusto en uno, volaba al otro mi corazón de niña. Mi cuerpo no volaba. Necesitaba caminos. Por eso los inventaba a todas horas. Los construía con mi bolsa de piedras. Las tenía de todos tamaños y colores. Sabía elegirlas para mimetizar el paisaje de mi destino. ¿Qué pasaría con mi bolsa de piedras? ¿Dónde se habrá quedado? No creo que me las tiraran.
Debo haber abandonado mi bolsa de piedras en el mar. Frente a él, no se necesitan caminos. Amaba el mar bajo cualquier circunstancia. Su vastedad, sus estruendos. Sus orillas tachonadas de conchas.
Añoro aún sus colores cambiantes, verde profundo cuando me bañaba y azul grisáceo por las tardes. El mar se vestía de tristeza en la tarde porque no me acunaba más. Yo, para estar cerca, recurría a la búsqueda de conchas entre la arena. Los pies desnudos, el agua acariciante. Yo en comunión con Él.
*
Todavía invento caminos, todavía colecciono piedras. Sigo gustando del mar, de su vastedad, sus estruendos. Soy mujer-caracol, ahora lo se. No lo sabía entonces. Vivo en, sobre, tras, entre...
14 comentarios:
Tengo en mnis brazos mi propio bolso con piedras...
listo para esparcirme camino
Hola Amanda, te lo ofrecí en tu blog y aquí está la voz de mi niña:
"Cuando volví de vacaciones
dije que había montado en elefante
y subido al cohete a la luna.
¡Ojalá me hubiera atrevido!"
Cuando tu salgas de esta vida que debe faltarte muchíiiisimo, no tendrás que emitir este lamento, tu te atreves y acerca del bolso de piedras, por lo mismo no creo que lo necesites, ya te construyes caminos.
Las piedras, la noche y el mar forman un triángulo donde navegan nuestras fantasías...
Ah, excelente texto Lety, evoca una gran tranquilidad, un saber tener paciencia a cuentagotas... se tiene un poco de todo, de músico, poeta y loco, por ejemplo, pero por lo visto también se requiere de conocimientos básicos de ingenieria, para construir puentes sólidos sobre los más sórdidos obstáculos...
Sigamos pues, un saludo.
Hola lety, hermoso texto, simplemente hermoso...Qué sensibilidad tienes para poder apreciar la belleza de un guijarro.
Huele de día y huele de noche, mis dos aromas preferidos.
Huele de noche... no creí que fueran azahares.
En estas noches de verano, con el calor húmedo rebozante, todo huele a azahares. No en vano, Valencia se distingue por sus naranjos.
En las calles hay montones de árboles de mandarinas y de naranjas. Sólo es cuestión de que estires la mano y pruebes un sabor que a mí me recuerda a la alegría.
Un abrazo.
fgiucich:
Le he visitado en su ausencia, sin embargo, ahora estuve fuera por dos días, sin comunicación posible al Internet, mil disculpas.
Señor Hamlet: Sigo siendo su lectora silenciosa y agradecida. Me abre usted las puertas a Nietzesche y a reflexiones desacostumbradas. Y me hace agradecer la vida porque se ,que aún sin saber cómo poner en palabras esa experiencia, he tenido la percepción fugaz de la belleza total. Tal vez es la paciencia esa cualidad que usted percibe, la que me ha llevado a tenerla. Que usted guste de mis textos se valora y mucho.
Hola tio Nasty: me encanta leerlo. ¿verdad que tengo razón? yo aún persigo el aroma florido, casto bello y perdido de aquel "huele de noche" que acompañó mi infancia. Voy a decirle a Tristán que me regale uno.
Mac Vamp: No quise dejar de contarte el viaje de tu texto, porque cuando eso me sucede a mí lo disfruto mucho. No quise privarte de ese placer. Te seguiré leyendo.
Lety, que gusto leerte... la noche siempre será algo más que el día, de noche llegaron mis terrores, vi sombras que me han vaticinado la perdida de mi alma, encontré el amor, y lo deje ir... La luna crea sombras, pero cuando no está no hay sombras, pocas veces uno se queda en las tinieblas sin esa compañera... Me recuerdo con tu texto las noches, siempre importantes, donde lloré al saber cual era mi destino... lloré y llovia y lloraba más y llovia más... nuca olvidaré esa noche... aun no entiendo las consecuencias de saber hasta donde llego y no me importa... otra noche en que llegaron por mi alma, dije que no se la llevaría y creo finalmente se la llevó... nunca más volví a verla y mucho menos sentirla... Otra noche, la primera vez que quien se ha llevado mi alma se cruzó en mis desvelos de estudiante... para desafiar mis no creencias y empezar una batalla que terminaría con el acto de engullir mi alma...
Ahora las noches tienen un silencio donde puedo estar tranquilo, en este silencio escucho lo que me tengo que decir... y te leo en un madrugada... recordando lo buenas que son las noches...
Y me gustaría seguir siendo un niño como tu, pero todo niño es más alma que cuerpo y sin alma solo me queda el cuerpo...
Saludos
Y decias en algún lado sobre los comentarios de muchos de los que escriben, y pienso igual, a veces me trabo y no se que contestar, pero es un estímulo leer cosas que tal vez por la misma forma y sentido del blog no son demasiado largas, y esta muy chido encontrar esos post con esas retroalimentaciones, ah que tipos, me digo...
A veces hay arena gruesa, que molesta entre los dedos. Y otra fina, que se pega y viaja con nosotros. Y el mar las limpia, nos lava de sus restos minerales. Y se siente bien, mientras la sal limpia las aberturas de la mente.
Saludos.
Querido amigo Silencio:
Si alguien me preguntara si tú tienes alma, les diría que la tienes grande y noble. Si me preguntaran si es extraño que te gusten las sombras les diría que no, porque para nosotros las sombras son ahora generadoras de palabras, los terrores los hacemos presentes, pero estamos hablando de otros tiempos, aquí para tí,desde la soledad, mientras vuelvo del quirófano, este pequeño poema:
"Cuando dejo de escuchar
Se hace un silencio estéril.
Si permanezco atenta...
La soledad fecundo
Ah y respecto de los comentarios al post, en verdad los disfruto y los extraño cuando no se dan.
Je3an Georges: Cuándo era niña, las muchachas que trabajaban en la casa, tenían que cargarme, para que ni una sola partícula de arena llegara a mis zapatos. Cuánto diera ahora por llevarla físicamente entre mis dedos. Gracias a Dios, las más finas partículas se colaron en mi alma. Amo el mar, lo AMO con mayúsculas. La niña que vive en mí a veces se pregunta "¿Será que las lágrimas son saladas? ¡o es que en mis ojos se metió el mar!
Gracias un placer y que chido lo que me has escrito, trataré de escribir más pero bueno a veces no puedo el silencio me domina y solo miro, y miro y miro...
Gracias de nuevo y es un placer.
Hola silencio:
¿Ya ves que nos parecemos? si sigues leyendo ese capítulo de fragmentos del caracol que estoy entregándoles precisamente en fragmentos lo sabrás a ciencia cierta, también yo se lo que es mirar, mirar, y mirar.
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