miércoles, julio 27, 2005

No es lo mismo encerrarse para crecer, que...

No es lo mismo encerrarse para crecer, que vivir paralizada en el caracol. Eso es vivir con miedo. Yo sé de esto. Viví con viejos y llamarlos así no es faltarles al respeto. Vivir con viejos es difícil, porque habitas en el miedo. Miedo de que se vayan, miedo a que te dejen sola; miedo a que se desbaraten frente a tus ojos.

Todavía veo frente a mí a dos niñas. Sentadas en una banca, se toman de la mano a la hora del recreo; mientras las otras juegan “a los encantados”, las dos niñas hablan en susurros. Lloran ausencias antes de que sucedan y tratan de consolarse. Mi amiguita vivía con su abuela, yo con la dama.

El miedo nos acompañaba. Por eso te digo que los niños deben vivir con sus padres, no con abuelos. Convivir con ellos es distinto. Mis hijos convivieron con sus abuelos. Se gozaron mutuamente.
Mi padre tenía una hacienda, era señor de muchas tierras. También un anfitrión renombrado. En los días festivos, se iluminaba cada rincón del amplio comedor de la hacienda. Los manjares que humeaban sus aromas, y el rumor de las pláticas y risas, atraían a los nietos como el panal a las abejas.

—A las abejas les gustan los niños. Les cuentan secretos en el oído. Bisbisean y les dicen donde guardan sus tesoros— Eso es lo que les decía a mis hijos, para que no les tuvieran miedo.
En la hacienda había cajas de miel y las abejas pululaban. Mis hijos querían encontrar el tesoro y le pedían ayuda a mi padre. El era aficionado a la búsqueda y, complaciente con mis hijos, como no lo fue conmigo, accedía a excavar en el punto en que ellos le decían que estaba enterrado. Porfiaban en ese empeño, porque mi padre quería ayudarlos a descubrir, que no todos los tesoros se encuentran enterrados.
Para las abejas su miel es oro. La miel es cicatrizante. Las palabras tienen la misma función. Yo encontré mi panal a solas. Abrí las compuertas del silencio y empiezo a entenderme.
*
Este post va dedicado de manera super especial a ustedes, que me han acompañado en mis ayes que -prometido- están por desaparecer y también para que me perdonen unos días más, que les contesté asi; de manera colectiva.
Ahora al grano, así que les cuento ¿que les cuento? una historia que tengo ganas de escribir.
Hace unos días anunciaron en el Discovery, que pasarían el reportaje de un descubrimiento realizado en el Perú: el entierro de un ser humano, acompañado de una llama y de un cóndor. Estoy segura, que aunque no gusten de la señora TV, su imaginación poética se desatará como sucedió con la mía. ¿Que ser humano tan especial sería ese, me dije, que mereció un acompañamiento tan especial? Imagínense la inmensa generosidad de la llama que es compañia y alimento, protección y entrega, y al majestuoso cóndor, señor de los vientos, soberano de las alturas. Lo digo en breves palabras, porque todo está por escribirse. Por supuesto que no vi el programa, prefiero imaginar y soñar también, que algún día, que por ahora parece haberse situado muy a la distancia, a alguien se le ocurrirá enterrarme con un caracol, una piedra y un colibrí por compañeros. y a propósito de, aquí está, para ustedes, queridos amigos, un poema que es un canto a la alegría, desde el colibrí que siempre he sido:
*
Una mañana
reflejada en el agua
logré ver la esmeralda
palpitaba en el pecho
del frágil colibrí.
*

16 comentarios:

Xavier Villarreal dijo...

Mi querida Lety ¿somos de desamor y de ruinas? ¿O esa función se la dejamos solamente a esa parte necesaria de uno mismo, la memoria? ¿Y si las ruinas pueden ser cicatrizadas, como efectivamente dices, con palabras? Ah, creo que romper el silencio es salir de la espiral del caracol: para crecimiento... y escarmiento (como diría Gonzalo rojas).
Al final creo que la poesía de cada uno necesita -entre otras cosas- desenterrar, defenestrar y desahogar para comprender a lo que resta de uno mismo, después de la "echada".

Lety Ricardez dijo...

Mi querido Xavier:
Somo de ruinas y desamor dices bien, porque la memoria no es otra que nosotros mismos, la segunda parte de nuestra trilogía. Basta conocer tu interés en la poesía de los días comunes para saber por qué me entiendes a la perfección. Finalmente ambos somos Cardo y nuestra percepción ha sido templada en el único fuego.
Gracias mil por venir, por ser y por estar.

Jean Georges dijo...

A veces a la tortuga le cuesta mirar fuera del caparazón, porque teme el picotazo asesino de una gaviota. Entonces se oculta, por día o años. No le importa, el tiempo es suyo y así lo maneja. Y cuando sale, el sol la enceguece unos segundos, hasta que la luz cálida le devuelve el color a las mejillas.

Lety Ricardez dijo...

Querido Jean Georges:
Me encanta la imagen de la tortuga, la sabiduría que le reconocemos, su longeva y serena vida. Gracias por este regalo que me reafirma en la idea de que todos debemos elegir nuestro nahual, nuestro gemelo. Un abrazo cariñoso para usted.

fgiucich dijo...

Es primer lugar, es un gusto volver a encontrarla. Eso de los abuelos es muy cierto, yo conviví con los míos mi niñez y adolescencia, y no podré olvidar nunca aquellas historias-vivencias tan particulares. Criar a un nieto-hijo es muy complejo, pero guiar a un nieto es mucho más agradable. Saludos.

Lety Ricardez dijo...

¿Verdad que sí Giucich?

Yo no he podido ubicar nunca la generación a la que pertenezco, pero trato de ser positiva y adjudico a eso mi facilidad para entenderme con los jóvenes. Los amo y soy feliz cuando veo que mis letras los llaman. Reciba mi saludo cariñoso y por cierto ya tiene usted un link desde aquí. Tristán me ayudó a ponerlos.

fgiucich dijo...

Gracias a Ud. y a Tristán por darme el pase. Que ande mejor.

fgiucich dijo...

Otro sí digo: estoy algo lejos y un poco trasmano para asistir el próximo 19 a la presentación de su libro, no obstante, espero y deseo que el "donaji" le traiga mucha suerte.

Silencio dijo...

Wow, las niñas, la búsqueda del tesoro, es el único recuerdo que tengo de uno de mis abuelos, el asegurar que había un tesoro, el me decía que tirariamos la cocina, después me robo el recuerdo una tía, y hasta ahora el soñador del tesoro es un primo, bueno era mi único recuerdo y se lo quedó mi primo, que le aproveche, je je que proyección, bueno y lo de las abejas Ex, una persona muy especial y devastadora, era objetivo de las abejas, les huia les huia y al final siempre le picaban. Demonios las abejas...

Pues me perderé el honor de platicar con usted y con Raquel, lo que más me gusta de las reuniones, en especial en la que estuve, es escuchar, escuchar y escuchar, debes tener mucho que decir en persona, pero prometo algún día pasar un sabado...

Un abrazo

Lety Ricardez dijo...

Fgiuchich:
Me sorprendes. ¿Conoces los Donají? Se que estás muy lejos de Oaxaca, pero no estarás ausente, en verdad brindaremos por ti con un Donají bien helado al terminar la lectura.

Silencio amigo mío:
Ya te extrañaba, ahora que ya me siento con mayor soltura, ensayando por supuesto para la lectura. ¿En verdad no podrías darte una vueltecita por Oaxaca, mira que los fines de semana son alegres aquí, aunque no tan alborotados como los del DF.
¿Creerás que Don Raúl nunca me llevó a mí a la búsqueda de tesoros? Pero que importa, llevó a sus nietos y eso hizo la diferencia, me reconcilió con él. Ah y si hubieras probado la miel de las abejas del Aranjuez, era tan espesa que podías cortarla con el cuchillo o esparcirla sobre tu pan y tan tersa que parecía un mousse dorado. Valía la pena escuchar donde se guardaba ese tesoro´.
Así que a Ex nunca le dijeron nada las abejas y sólo la picaban? Debe haber sido porque olían su miedo. Ojalá estuvieras físicamente con nosotros este viernes, pero aún si no, estarás, estarás.

Indianguman dijo...

qué divertido, qué tendrán los colibríes? cuando tenía nueve anos escribí unos versos que decían
plumita de colibrí
que vienes de más allá
yo quiero pedirte a ti
que no te vayas jamás

Y Ala de Colibrí, de Silvio Rodríguez, quizás la hayas escuchado

Yo viví mi nines y adolescencia con mi abuela y mi mamá. Mi abuela mandaba, mi mamá y yo éramos las hijas. Era una persona muy difícil... así que te entiendo
Besos para ti. Te quiero, mujer tierna!

Lety Ricardez dijo...

Claro que es divertido? Sabes que cuando vienes a me dejas una pista, como al jugar a las escondidas? y te persigo por las habitaciones largo rato, porque a pesar de la pista no logro encontrarte rápido, porque los colibriés quedaron el varios lugares. Pero al fin te encontré. Cada día me conoces más y cada día ratificamos nuestros puntos de encuentro. Con besos y mucho cariño ¿te aviso? hoy, por la noche subo otro post.

Indianguman dijo...

jajaja...si no juego a las escondidas!! Lo que pasa es que quiero leer todo lo que has escrito porque lo disfruto mucho...

y como no puedo leerlo todo un mismo día, cada vez me regalo uno o dos posts

besitos

Lety Ricardez dijo...

Indianguman: Gracias en verdad, por esto que haces. Mira, cuando empecé a escribir, pensé que sería unicamente para mí. Pero una mañana encontré en mi escritorio una carta de mi hijo Oscar, donde en síntesis me decía: Mamá, por qué firmas lo que escribes, por qué no escribes más, por qué no muestras lo que escribes? ...Y así empezó todo. Hoy al leerte, doy gracias de que esa mañana existiera.

Erika Contreras dijo...

Lety:
Quiero decirte que tu escritos tienen un magnetismo especial, no puedo parar de leerlos. Seguí tu consejo y acabo de leer los post de julio del 2005. trataré de ir de a poco para disfrutarlos en toda su magnitud.
Escribes hermoso, me recuerdas a otras escritorsa, en algunas maneras de tratar los temas. Quisiera tener esa pluma que te hace tan especial.
Un beso cariñoso
Erika

Lety Ricardez dijo...

Querida Erika, no se si leíste también los comentarios.
Esta parte la disfrutaba muchísimo, pero me di cuenta que al dejar de hacerlos llegaron personas que jamás habían escrito, así que tal vez quieren sentirse en libertad y no esperan contestación.
Pero yo creo que tú si.

Gracias por gustar de mí, como yo gusto de tí.

Que Dios bendiga tu viaje y obtengas el resultado que deseas.

Besos cariñosos

Gracias por leerme, tú das razón de ser a este blog