Recién pasado Noviembre, es imposible dejar de pensar en aquellos días, así que me vino a la mente algo que sucedió con tu padrino José Manuel, aunque no lo escribiera en su momento.
Vino a los nueve días, acompañado de sus hijos y los brazos cubiertos de flores. Pasó primero por la casa, para avisarnos a tu abuela y a mí que iba para la tumba y decidimos acompañarlo. Rezamos y platicamos un buen rato, sentados a la sombra del nogal que tu papá sembrara.
Tú ya conoces a tu padrino que es un irreverente, así que poco a poco, las referencias que hacía de su compadre fueron subiendo de tono, logrando hacernos reír con sus desplantes. Tu abuela se levantó, para regresar a la casa, mientras José Manuel seguía conversando.
A lo lejos veíamos la camioneta de tu papá, la que el cuidaba tanto y que desde nueve días antes, había quedado estacionada en la entrada de la hacienda. Un poco más abajo, había dejado José Manuel su de por sí, desvencijado volkswagen. Casi llegamos a la altura de su carro, cuando nos dijo que había estado soñando a su compadre casi todos los días y exclamó:
“Pinche Nacho, no me quiere dejar en paz”
En ese preciso momento, la camioneta, que estuvo parada nueve días, empieza a deslizarse camino abajo, al parecer sin chofer, nosotros corrimos pensando que alguno de los niños se había subido y se iba a lastimar. La camioneta se desliza lento, lento, en dirección precisa al volkswagen y va a estrellarse contra el. Los tres, pálidos del susto, corrimos a abrir la puerta para sacar al niño que supusimos había quitado el freno y nuestra sorpresa fue mayúscula al ver que nadie estaba dentro.
Suspiramos aliviados, sólo entonces revisó tu padrino los daños a su carro, que afortunadamente fueron mínimos, sólo los faros rotos y un poco abollada la defensa. Entonces, José Manuel rompió a reír, deshaciendo tensiones y en medio de la risa, explotó:
No se los dije “el pinche Nacho no me quiere dejar en paz”.
Vino a los nueve días, acompañado de sus hijos y los brazos cubiertos de flores. Pasó primero por la casa, para avisarnos a tu abuela y a mí que iba para la tumba y decidimos acompañarlo. Rezamos y platicamos un buen rato, sentados a la sombra del nogal que tu papá sembrara.
Tú ya conoces a tu padrino que es un irreverente, así que poco a poco, las referencias que hacía de su compadre fueron subiendo de tono, logrando hacernos reír con sus desplantes. Tu abuela se levantó, para regresar a la casa, mientras José Manuel seguía conversando.
A lo lejos veíamos la camioneta de tu papá, la que el cuidaba tanto y que desde nueve días antes, había quedado estacionada en la entrada de la hacienda. Un poco más abajo, había dejado José Manuel su de por sí, desvencijado volkswagen. Casi llegamos a la altura de su carro, cuando nos dijo que había estado soñando a su compadre casi todos los días y exclamó:
“Pinche Nacho, no me quiere dejar en paz”
En ese preciso momento, la camioneta, que estuvo parada nueve días, empieza a deslizarse camino abajo, al parecer sin chofer, nosotros corrimos pensando que alguno de los niños se había subido y se iba a lastimar. La camioneta se desliza lento, lento, en dirección precisa al volkswagen y va a estrellarse contra el. Los tres, pálidos del susto, corrimos a abrir la puerta para sacar al niño que supusimos había quitado el freno y nuestra sorpresa fue mayúscula al ver que nadie estaba dentro.
Suspiramos aliviados, sólo entonces revisó tu padrino los daños a su carro, que afortunadamente fueron mínimos, sólo los faros rotos y un poco abollada la defensa. Entonces, José Manuel rompió a reír, deshaciendo tensiones y en medio de la risa, explotó:
No se los dije “el pinche Nacho no me quiere dejar en paz”.
10 comentarios:
Qué increíble!
será que Nacho quería dejarle la camioneta a su compadre?
abrazos mi Lety
Te leo diariamente aunque no te comentelos relatos de uno a uno... Son geniales y tu estilo también.
Un besote, hermanita
Hannah
A veces son esos nuestros muertos que de vez en cuando los cabrones nos avisan que no sean ido o que siemplemente no nos van a dejar q los olvidemos facilmente..
Suele pasar cuando la familia es apegada...y solemos darle a lo inexplicable ese sentido místico que nos identifica como pueblo..
Un abrazo y un besote Lety.
que buen estilo querida Lety cada historia es un verdadero mundo. Muchos abrazos michelle
Querida IndianGuman, no creas que les platique algún cuento, esta historia es real, y nos hizo reir nerviosamente un buen rato, en verdad creímos que uno de los hijos de José Manuel o Javier mismo le habían quitado el freno a la pick up,
Te escribo hoy mismo querida amiga
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Hannah queridísima ¡Te quiero y te admiro tanto! he estado muy preocupada porque todos los mensajes se me regresan, y la situación aquí está caótica, estoy más preocupada que nunca, no logro recuperar mi equilibrio, con decirte que tengo punzadas nerviosas en el cuero cabelludo, algo que nunca me había sucedido,
Necesito escribirte y no se cómo hacerlo
Hola paisano, pues si, y tratándose de Nacho, nada me extraña, pero aún asi, prefiero que no sucediera otra vez, aunque lo llevemos siempre en el pensamiento, otro tipo de manifestaciones, por desacostumbradas desconcierta,
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Querida Michelle, como le digo a Hannah ando un poco desubicada, demasiadas cosas difíciles suceden ahora en Oaxaca y en México hay un clima de desconcierto.
Me pongo en orden y te visito, en ustedes encuentro equilibrio,
Besos
Espiritu Bello:
Pasando a preguntar como te fue. Supe invadieron hoteles? Cuentanos si estás bien y si en algo podemos ayudar. Saludos y mis mejores deseos!
Será cierto aquello que si uno se pone a llamarlos, ellos vuelven? Un maravilloso relato. Abrazos.
Ya lo digo yo, mientras los tengas en tu memoria, ellos siguen viviendo en ti, aunque lo de Nacho ya fue pasarse de dar muestras, ja,ja,ja...
Mil besos.
P.D: Sabes de pintura???
Pues ves corriendo a mi blog.
Es verdad? cuéntanos como está la situación por allá?... espero no haya afectado en gran medida y que se resuelva esto pronto.
Que ya te relajes y no sientas esa tensión.
PD. El relato me pareció maravilloso me encantan todos los misterios de la vida.
Un abrazo.
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