Aquí, otra de tus historias, de las tuyas Javier. Quisiera haber registrado así las de mis hijos, pero no se me ocurrió hacerlo en su tiempo, y ahora me doy cuenta de lo grato que resulta saber que no se perderán en los pasadizos del tiempo.
Sin abandonar su trabajo, y precisamente porque su cargo le exige una mayor escolaridad, tu mamá está estudiando su prepa y vende perfumes para redondear sus ingresos, así que ayer llegó corriendo. Cuando me vio con mi mamá, a pesar de sus prisas se dio tiempo para preguntarme ¿ya sabes la última de Javier?
Tu abuela y Anita han tenido mucho trabajo de escritorio estos días, lo que es bastante usual, así que tú juegas cerca de ellas mientras tu mamá va a la escuela.
Mi mamá trabajaba atareada y tú la estabas importunando —no dejas de preguntar cosas todo el tiempo— mientras escribía, tu abuelita impaciente te dijo:
Mira chamaco, ponte a jugar sólo porque estoy muy ocupada, no me estés distrayendo.
Tú muy digno, te dirigiste a la puerta y antes de salir, volteaste a ver a Anita y le dijiste:
Ana: cuando se le pase el mal humor a mi abuela, me avisas. Para que regrese.
*****
Comentar tus gracias, indefectiblemente nos lleva a recordar al niño que fue Nacho. Mi mamá sacó a colación una ocasión en que a ella se le abrió un botón de su blusa.
Nacho la miró fijo y le dijo: Mira mami, se te ve tu “chiche”. Mi mamá un poco amoscada mientras se abotonaba, le dijo muy seria: Niño, eso no se dice.
Y Nacho ingenuamente le preguntó: ¿por qué, es “peligocho”?
Sin abandonar su trabajo, y precisamente porque su cargo le exige una mayor escolaridad, tu mamá está estudiando su prepa y vende perfumes para redondear sus ingresos, así que ayer llegó corriendo. Cuando me vio con mi mamá, a pesar de sus prisas se dio tiempo para preguntarme ¿ya sabes la última de Javier?
Tu abuela y Anita han tenido mucho trabajo de escritorio estos días, lo que es bastante usual, así que tú juegas cerca de ellas mientras tu mamá va a la escuela.
Mi mamá trabajaba atareada y tú la estabas importunando —no dejas de preguntar cosas todo el tiempo— mientras escribía, tu abuelita impaciente te dijo:
Mira chamaco, ponte a jugar sólo porque estoy muy ocupada, no me estés distrayendo.
Tú muy digno, te dirigiste a la puerta y antes de salir, volteaste a ver a Anita y le dijiste:
Ana: cuando se le pase el mal humor a mi abuela, me avisas. Para que regrese.
*****
Comentar tus gracias, indefectiblemente nos lleva a recordar al niño que fue Nacho. Mi mamá sacó a colación una ocasión en que a ella se le abrió un botón de su blusa.
Nacho la miró fijo y le dijo: Mira mami, se te ve tu “chiche”. Mi mamá un poco amoscada mientras se abotonaba, le dijo muy seria: Niño, eso no se dice.
Y Nacho ingenuamente le preguntó: ¿por qué, es “peligocho”?
Y ya lo creo que era peligroso, según tu tío Efrén, meterse con los juguetes propiedad de tu abuelito.
19 comentarios:
Lety:
Ya estoy recuperda del todo y aquí pasé a ponerme al día con las historias de Nacho.
Besitos desde el Caribe...
jajaa con ese pequeño relato, me hiciste reír.
La inocencia de todo niño es única.
Besos Lety!
Y el abuelito habrá sido, sin duda alguna, muy cuidadoso con sus juguetes, especialmente esos, guardados con botones. Abrazos.
Con las risas frescas, tras leer tu relato me voy a dormir. Dormiré poco porque en unas horas parto de viaje y no regresaré hasta septiembre.
Te quiero y te doy un abrazo enorme, hermanita.
Hannah
risas, risas y más risas. Enhorabuena risible y risueña compañera...
Que linda es la inocencia de los niños y sus preguntas las cuales muchas veces nos dejan sin saber que decir.
Un fresco relato nos has regalado esta vez.
Cariños para ti.
otra joyita para deleitarse!
deliciocho!!
Leo lo que es has escrito con una sonrisa tierna. Las gracias de los niños, los comentarios increíbles que uno se pregunta de dónde salen son sal para la vida de los adultos que vamos perdiendo el sabor.
Bellísimo.
Querida Lety...será pues que los pasos a la larga se repitan...
Me gustó el dejo de picardía de tu parte y el descaro de ambos chicos...
Divertido...
hola Lety,
qué alegría tenerte por mi blog, claro que somos amigas pues llevamos tiempo orbitando cerca, muy cerquita, puedes curiosear cuanto quieras que yo haré lo mismo por estas latitudes,
muy simpática la historia de Javier,
recibe mi abrazo
Grandes laudes y agradecimientos por su visita a nuestro mísero portal...
Hola :D dime que ya te sientes mejor ¿si?
Porque de no ser así, pues hay que pedirle al Altísimo que proceda al respecto.
Ay Lety como me reí con todo esto que nos cuentas de padre e hijo haciendo gala de sus ocurrencias :D.
Estaba re-leyendo el principito y descubriendo cosas nuevas, me encanta porque siempre me deja nuevas lecciones de la vida y pues lo recordé ahorita que cuentas las historias de niños, si tan sólo hicieramos contacto con nuestro niño interno ese que todos tenemos que no muere, sólo lo sofocamos.
Un abrazo.
Jajajajja.
La frescura que nos quita la vida!
¿Cómo recuperarla? Besos.
Lety...pasé por tu blog, muy bueno te felicito, el último post, me dió mucha risa.
Un abrazo.
Mi Lety: Vengo a seguir leyendo tus historias, las historias de esa familia llena de sorpresas que te rodea. Te dejo también un abrazo apapachón. A ver si nos vemos prontito. Beso, mi Lety.
No me negaras que este niño te derrite, a mi sin conocerlo ya lo ha conseguido.
Que simpatico e ingenioso es!!!
Mil besos.
Siempre digo que en la inocencia de los niños hay mucha sabiduria. Simpático relato y bien narrado.
Un abrazo.
bohemiamar.
lety, jajaja me encantó y reí! tus palabras me llenana de calma y noséqué te abrazo con el alma! =D
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