Este anecdotario podría seguir y seguir, las historias se acumularían una sobre de la otra, son muchas las que me falta consignar, pero por tu edad y las circunstancias, creo que ha llegado el momento de entregarte mis apuntes, así que voy directo a la historia que te anuncié.
A la Misa por el undécimo aniversario de tu papá, ya te lo dije antes, ni Sonia ni tú llegaron. Fue triste constatar tu ausencia; a la de ella ya estamos acostumbrados, pero siempre ha estado pendiente de que tú vayas, esta vez no.
Quizá fue esta la razón por la que retomé tu anecdotario, lo que me dio valor para hacerlo, fue darme cuenta que la memoria de tu padre se oscurece en la conciencia, pero late allá en el inconsciente.
O tal vez porque tú tienes ya trece años y cuando te escucho contarme delante de tu abuela, con voz orgullosa y emocionada tus primeros pleitos y rivalidades en la escuela, no puedo dejar de preocuparme porque escucho hablar a Nacho. También hay varias historias tuyas que me ha contado tu abuela para tu anecdotario, que me han alterado.
A tu papá lo encontraron muerto el día 13 de Octubre, en breve se cumplirá su duodécimo anviersario. Fue necesario que un médico legista estableciera la hora de su muerte, lo que no pudo hacer con exactitud, fijó la hora entre las once de la noche y la una de la mañana, es decir, entre el 12 y 13 de octubre, tan imprecisa la hora como imprecisa fue su vida. El día 24 de ese mismo mes hubiera cumplido treinta y siete años. Había vivido mucho, pero era demasiado joven para morir, así lo creo todavía.
La causa, un paro cardiaco, sólo eso decía el certificado de la autopsia, así debía ser, pero nosotros sabemos un poco más.
Me dieron la noticia a primeras horas de la mañana. Cuando llegué al Aranjuez, con la primera que hablé fue con Sonia, por ella me enteré que Nacho había estado encerrado por tres días. La mañana en que por fin tu abuela decidió mandar a Lauren a tocarle, para preguntarle si quería comer algo. Era el cuarto día de su encierro.
Encierro, una palabra eufemística que oculta mucho más, un encierro para consumir. Una palabra que en la casa, tu abuela utiliza cotidianamente, cuando se refiere a la ausencia periódica de sus hijos varones.
Sonia me contó que al medio día del anterior a la muerte de tu papá, le dijo a mi madre:
—Sarita, Nacho lleva ya tres días encerrado ¿no crees que le debes hablar para que salga?—
Tu abuela le contestó:
—Ay Sonia, ya lo conoces, para que quieres que salga, nada más van a pelear, déjalo, ya sabes que él sale cuando está dispuesto para hacerlo—.
A la Misa por el undécimo aniversario de tu papá, ya te lo dije antes, ni Sonia ni tú llegaron. Fue triste constatar tu ausencia; a la de ella ya estamos acostumbrados, pero siempre ha estado pendiente de que tú vayas, esta vez no.
Quizá fue esta la razón por la que retomé tu anecdotario, lo que me dio valor para hacerlo, fue darme cuenta que la memoria de tu padre se oscurece en la conciencia, pero late allá en el inconsciente.
O tal vez porque tú tienes ya trece años y cuando te escucho contarme delante de tu abuela, con voz orgullosa y emocionada tus primeros pleitos y rivalidades en la escuela, no puedo dejar de preocuparme porque escucho hablar a Nacho. También hay varias historias tuyas que me ha contado tu abuela para tu anecdotario, que me han alterado.
A tu papá lo encontraron muerto el día 13 de Octubre, en breve se cumplirá su duodécimo anviersario. Fue necesario que un médico legista estableciera la hora de su muerte, lo que no pudo hacer con exactitud, fijó la hora entre las once de la noche y la una de la mañana, es decir, entre el 12 y 13 de octubre, tan imprecisa la hora como imprecisa fue su vida. El día 24 de ese mismo mes hubiera cumplido treinta y siete años. Había vivido mucho, pero era demasiado joven para morir, así lo creo todavía.
La causa, un paro cardiaco, sólo eso decía el certificado de la autopsia, así debía ser, pero nosotros sabemos un poco más.
Me dieron la noticia a primeras horas de la mañana. Cuando llegué al Aranjuez, con la primera que hablé fue con Sonia, por ella me enteré que Nacho había estado encerrado por tres días. La mañana en que por fin tu abuela decidió mandar a Lauren a tocarle, para preguntarle si quería comer algo. Era el cuarto día de su encierro.
Encierro, una palabra eufemística que oculta mucho más, un encierro para consumir. Una palabra que en la casa, tu abuela utiliza cotidianamente, cuando se refiere a la ausencia periódica de sus hijos varones.
Sonia me contó que al medio día del anterior a la muerte de tu papá, le dijo a mi madre:
—Sarita, Nacho lleva ya tres días encerrado ¿no crees que le debes hablar para que salga?—
Tu abuela le contestó:
—Ay Sonia, ya lo conoces, para que quieres que salga, nada más van a pelear, déjalo, ya sabes que él sale cuando está dispuesto para hacerlo—.
13 comentarios:
Encerrar el cuerpo y el alma pueden significar muchas cosas; no quisiera entrar en interpretaciones erróneas, pero contemplo con pena, capítulo tras capítulo, la caída inexorable. Abrazos.
Querido Don Fernando, su sensibilidad, su delicadeza, me han acompañado siempre y no faltan hoy. Este capítulo es difícil, terrible para decir
Pero creo necesario hacerlo.
¿Recuerda usted a Carmen de EntreCaracoles?
¿Avanzará ella un poco en su simpatía? ¿Recuerda que usted la llamaba Carmen la de Ronda? Me fui hacia atrás a EntreCaracolas para encontrar el valor necesario para decir entresacándolo de todos los comentarios.
Querida Na´Leticia:
Hay cosas que bien vale guardar porque jamás debe´n ser escuchadas...sin embargo; hay otras que deben de pasar adelante y fincarse como moraleja ..
Saludos.
y tú querido amigo, con absoluta confianza dime, ¿esta, a cuales pertenece?
Te dejo mi abrazo cariñoso
Lety querida:
este capítulo que sé que es terrible tiene la delicadeza de la mujer- caracol.
Ojalá Javier pueda hacerle frente a la memoria de su padre y así se rediman todos los dolores.
Muchos besos
Ya sólo nos falta un post querida Laura, entonces esperaré como en la ocasión anterior sus cartas, serán las compañeras de estas anécdotas, van a enriquecerlas, lo se.
Te abrazo amiga generosa, con el corazón abierto
A las que deben ser contadas..por supuesto Na´Leticia.
a veces es increíble la similitud de los hijos con los padres aunque el uno jamás haya visto al otro.
cada vez me meto más en esta historia, Lety.
Nacho cautiva, despertando emociones muchas veces encontradas, pero jamás deja indiferente.
abrazos
.
.
.
Qué tristeza tan profunda. Qué muerte tan inútil. A buen entendedor pocas palabras, creo que está perfectamente contado, sin dramatizar, pero sin disfrazar. Y creo que es absolutamente necesario que tus palabras lleguen a ese ninio.
espero la última entrega y empiezo a escribir mi carta... y si esta te la mando por correo?
Besito
qué decir?.. me demuele la muerte.
No puedo decir que se el dolor que te ha tenido que provocar este escrito, solo puedo decir que mis ojos estan llenos de lagrimas.
Gracias lety por abrirnos tu corazon y por ese amor tan inmenso a tu gente.
Mil besos.
la piel se me erizaba al pasar cada línea, el entendimiento humano no nos permite comprender muchas cosas, tan simples y tan complejas a la vez... me quedo con la imagen de don Nacho grabada para siempre en mi memoria y en mi corazón.
te abrazo lety.
Lety, el honor es mío, contar contigo es todo un honor y un privilegio... mujer de bandera.
Publicar un comentario