Pensar en mi padrino, era y sigue siendo, pensar en mi muñeca.
La conocí y me enamoró a mediados de octubre, en un día de mercado, muy cerca ya de las fiestas de muertos.
Era día de mercado grande y él estacionó su chevrolet 38 enfrente de La Violeta. ¡Quien no conoce en Oaxaca el nombre de La Violeta! y menos ha de olvidarse cuando se acercan las fiestas de diciembre, posadas, navidad y reyes.
Al pasar frente al aparador, de entre todas las bellezas que ahí había, la miré al primer golpe de vista.
Me pareció que estaba triste. Todas alrededor tenían bucles dorados o castaños, mejillas de porcelana y ojos azules o de ámbar. Mi nena tenía el pelo corto y ensortijado. Era del color del sabroso chocolate, sus labios gordezuelos no sonreían. En el pequeño hoyo de su mejilla, se perdía una lágrima que había dejado un surco brillante antes de perderse en su hondura.
Era mía, lo era. Nunca había visto una muñeca tan bella. Ninguna niña podría amarla tanto como la amé desde ese momento. Y es que me habló en un lenguaje que sólo ella y yo conocíamos.
—Mira Inito— Grité cuando pude salir del arrobamiento. —¿La viste Inito, la ves? Dime que no es linda. Ay Inito cómpramela por favor, cómpramela—. Insistía mientras tironeaba de su manga.
—¿Ya nos tenemos que ir? ¿Por qué tan pronto? ¿Qué no ves que no quiere quedarse sola? Ay Inito ¿me la vas a comprar verdad? No seas malito.
El sonrió con ese aire de complicidad que tan bien conocía y aunque no dijo nada, con el calor de su sonrisa me despegué de ahí con el corazón al galope, no sin antes lanzarle una última mirada. Tenía que grabarme sus facciones, el vestido que llevaba, no quería una igual, la quería a ella, la que sabía de mí, como yo de ella.
Desde Octubre a diciembre, con gran paciencia mi Ino me llevó cada sábado a saludarla. Corría para llegar antes que él al aparador de la tienda, y cosa curiosa, nunca estaba en el mismo lugar, cada semana tenía que buscarla con desesperación y el me ayudaba porque la habían mudado. Cada sábado era lo mismo, le prometía volver y alguna vez entre semana, logré convencerlo de ir, porque había soñado que alguien se la llevó y desperté llorando.
Nunca deseé tanto un regalo como ese año. Desperté antes que nadie y ahí estaba, aunque eso no me preocupaba, yo sabía que si los Reyes no me oían, mi rey mago no podía fallarme. Ese día al menos, mi dama me dejó jugar con mi muñeca de la mañana a la noche. Después, subió a ocupar su lugar entre mis mujercitas. Una vez que estuvo con ellas, dejó de hablar conmigo, se quedó muda, ella triste allá arriba y yo sin ella.
Ahora que lo menciono me resulta extraño. Cuando la dama me las entregó y las regalé a todas, ya después de casada, debo haberla entregado también —ni siquiera la mencioné— en medio de un ataque de sonambulismo, sólo así pude haberme deshecho de mi negra.
Pero el cuento de este cuento, es decirles que mucho después vine a saber que mi padrino compró a mi negra, al día siguiente de que la vimos, y era él, tan pingo como era, que había pedido que la mudaran de lugar cada semana, para luego ayudarme a encontrarla, tal como hizo aquel año en que me dio una bicicleta y la colgó arriba de la ventana, tan arriba que me costó trabajo encontrarla.
Mi negra y mi bicicleta, las dos tuvieron la misma suerte, ella arriba en la repisa y la bicicleta con llave en la despensa, curioso lugar para guardarla. Allá de cuando en cuando volví a tocarlas. Pero aprendí a que no importara. Al cabo a mi muñeca la había visitado y platicamos desde Octubre a Diciembre.
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La conocí y me enamoró a mediados de octubre, en un día de mercado, muy cerca ya de las fiestas de muertos.
Era día de mercado grande y él estacionó su chevrolet 38 enfrente de La Violeta. ¡Quien no conoce en Oaxaca el nombre de La Violeta! y menos ha de olvidarse cuando se acercan las fiestas de diciembre, posadas, navidad y reyes.
Al pasar frente al aparador, de entre todas las bellezas que ahí había, la miré al primer golpe de vista.
Me pareció que estaba triste. Todas alrededor tenían bucles dorados o castaños, mejillas de porcelana y ojos azules o de ámbar. Mi nena tenía el pelo corto y ensortijado. Era del color del sabroso chocolate, sus labios gordezuelos no sonreían. En el pequeño hoyo de su mejilla, se perdía una lágrima que había dejado un surco brillante antes de perderse en su hondura.
Era mía, lo era. Nunca había visto una muñeca tan bella. Ninguna niña podría amarla tanto como la amé desde ese momento. Y es que me habló en un lenguaje que sólo ella y yo conocíamos.
—Mira Inito— Grité cuando pude salir del arrobamiento. —¿La viste Inito, la ves? Dime que no es linda. Ay Inito cómpramela por favor, cómpramela—. Insistía mientras tironeaba de su manga.
—¿Ya nos tenemos que ir? ¿Por qué tan pronto? ¿Qué no ves que no quiere quedarse sola? Ay Inito ¿me la vas a comprar verdad? No seas malito.
El sonrió con ese aire de complicidad que tan bien conocía y aunque no dijo nada, con el calor de su sonrisa me despegué de ahí con el corazón al galope, no sin antes lanzarle una última mirada. Tenía que grabarme sus facciones, el vestido que llevaba, no quería una igual, la quería a ella, la que sabía de mí, como yo de ella.
Desde Octubre a diciembre, con gran paciencia mi Ino me llevó cada sábado a saludarla. Corría para llegar antes que él al aparador de la tienda, y cosa curiosa, nunca estaba en el mismo lugar, cada semana tenía que buscarla con desesperación y el me ayudaba porque la habían mudado. Cada sábado era lo mismo, le prometía volver y alguna vez entre semana, logré convencerlo de ir, porque había soñado que alguien se la llevó y desperté llorando.
Nunca deseé tanto un regalo como ese año. Desperté antes que nadie y ahí estaba, aunque eso no me preocupaba, yo sabía que si los Reyes no me oían, mi rey mago no podía fallarme. Ese día al menos, mi dama me dejó jugar con mi muñeca de la mañana a la noche. Después, subió a ocupar su lugar entre mis mujercitas. Una vez que estuvo con ellas, dejó de hablar conmigo, se quedó muda, ella triste allá arriba y yo sin ella.
Ahora que lo menciono me resulta extraño. Cuando la dama me las entregó y las regalé a todas, ya después de casada, debo haberla entregado también —ni siquiera la mencioné— en medio de un ataque de sonambulismo, sólo así pude haberme deshecho de mi negra.
Pero el cuento de este cuento, es decirles que mucho después vine a saber que mi padrino compró a mi negra, al día siguiente de que la vimos, y era él, tan pingo como era, que había pedido que la mudaran de lugar cada semana, para luego ayudarme a encontrarla, tal como hizo aquel año en que me dio una bicicleta y la colgó arriba de la ventana, tan arriba que me costó trabajo encontrarla.
Mi negra y mi bicicleta, las dos tuvieron la misma suerte, ella arriba en la repisa y la bicicleta con llave en la despensa, curioso lugar para guardarla. Allá de cuando en cuando volví a tocarlas. Pero aprendí a que no importara. Al cabo a mi muñeca la había visitado y platicamos desde Octubre a Diciembre.
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Esta bellísima nena que debo haber encontrado en sus blogs, o en mis andanzas por imágenes en Internet, me trajo de vuelta a mi padrino y con él a mi muñeca. El Ino, transformación de padrino, ya se imaginarán que surge de una niña que empieza a hablar y no puede pronunciar bien las palabras. Desde entonces, yo ya vivía con ellos, con mis padrinos.
24 comentarios:
Una bellísima historia que va deshojando los recuerdos de la infancia. Es como abrir el baúl de los disfraces y dejar salir a los titiriteros con sus historias fantásticas. Ha tenido Ud. la virtud de hacerme volar a mundos que hacía mucho tiempo no visitaba. Abrazos.
bella en serio...tristeza y recuerdos de infancia...
Una vez más Na´Leticia..te he leído por los poros...
Me transportaste a una niñez con un muñeco favorito: un pepón de ojos azules, blando y rosado, que siempre adoré.
Hermosa historia y conmovedora foto:
olie
Qué hemosa historia. Los recuerdos son una fuente inagotable de historias que tu sabes plasmar con maestría.
erika
Que linda historia la de los juguetes y la de aquellos que nos los han regalado.
Graciaspor compartirla con nosotros.
Besos
hola linda, justo ahora estoy en tu país, lástima que no puedo acercarme por Oaxaca.
me cautivaste (como siempre) con esta historia de tu ino y la muñeca. yo viví una historia semejante de chica con una muñeca de trapo enorme, más grande que yo, mi "Mariselita" y también la regalé, pero me acompañó muchos años felices.
te abrazo
http://www.vanesaaltamirano.blogspot.com/
qué relato más bello
qué personaje tan adorable tu Ino
y me quedo con un nudo en la garganta.... por qué te la quitaron así, por qué tuviste que aferrarte a los ataques de sonambulismo para poder sobrevivir
Ay.
besito
Me hiciste retrotraer a cuando tenía en brazos una muñeca de tamaño mediano con vestido flamenco. Ninguna de las que me regalaron posteriormente ocupó su lugar. Ella fué testigo y cómplice de las veces que desperté a mis padres porque habían "monstluos" a los pies de la cama... y de todas mis andanzas y fechorías durante la siesta... Me encantó el post, uh, nuestro mundo de muñecas, si habrá tela que cortar...
Besos, linda.
Yo nunca tuve un padrino, creo que si, pero no sirvió de nada, imagino padrino y solo pienso en la película.
Besos
"el cuento de este cuento" y el cuento de mi cuento no es mas que cuento que contar, pero si me lo permites contare el cuento de tu cuento en el proximo cuento... luego te cuento :) saludos...kramer
http://cieloraso.org/
Mi querida amiga, sabía que esta entrada era sobre tu muñeca, en entre caracoles... hablaste un poquitito de ella.
Me encantó tu relato, me fascinó la ternura con la que contaste.. bah!! como siempre lo haces no?
Muchos besos!! y disculpa que estuve algo ausente con mis visitas, me pondré al día!! lo prometo
Cuídate!!!
Cariños
ay mi lety! tu ino comienza a convertirse en parte de mis personajes favoritos de toda la vida, junto con nacho, me atrapan. Gracia spor presentarnoslos y compartirnoslos! =) que estes bien!
Dios mío...la magia de los blogs es que por más que nos alejemos siempre podemos regresar puesto que abemos donde estamos, como muñecas inmóviles en una repisa, como amigos de la infancia, asi me siento de venir a verte Lety : Felíz.
Recordé que de mis 36 años, Tatiana, una cholita de goma brillante muy parecida a la que tú describes en el relato me ha acompañado durante 30, si hasta parece que fue ayer cuando la recibí esa Navidad y todos pensaron que me iba a asustar.
Todavía está conmigo.
Precioso leerte, preciosos recuerdos, precioso abrazarte una vez más.
Bella historia, Espíritu Bello. Ojalá y también nos hagas reír, con esos relatos como el que hace pipi hasta el sombrero ;) Un abrazo, querida tía, que la risa nos hace falta a todos en estos tiempos (seguro, inclyéndote).
¡Conmovedora historia!
Yo tuve un muñeco de goma que hacía pipí por el ano; resulta difícil contar sobre él; absorbió mis afectos. Aunque las circunstancias concretas hayan sido diferentes, tú estabas lejos de tus padres por la necesidad de asistir a la escuela y yo me crié con sentimientos de rechazo y abandono por situaciones evitables; pero ya eso pasó, ¡gracias a Dios!
Confieso que tuve que buscar lo que en México llaman "pingo": en el campo chileno se llama así a un caballo, habitualmente con sentido de mucho aprecio.
Te abrazo y beso cariñosamente.
A quien es capaz de hacernos dibujar sonrisas y, también de vez en cuando, lograr que broten lágrimas de nuestros ojos, deberíamos mostrarles lo mejor de nosotros mismos con entera honestidad.
Te quiero hermanita.
Hannah
Que bello, Lety, viajar hasta la infancia, cuando todo es maravilloso y mágico.
te dejo un abrazote :)
Lety:
estás bien?
Extraño tus letras
Besos
te extraño, reina.
abrazos
¿Dónde estás Lety?
Estás ausente, se te extraña
Te quiero
Abrazos
tu amiga, Lily
Las lágrimas de unn niño son siempre una súlica. POrque son indefensos y necesitan un corazón que los acoja. No le cerremos las entrañas.
Un foertísimo abrazo.
Solo tengo una pregunta: usted tiene mas de cincuenta años? (ah y otra mas,también le gusta Chabela Vargas?)
Ya, de regreso, leo nuevamente tus sentimientos. Volveré para poner al día mis atrasos, pero pido un poquitín de paciencia.
Una confidencia: mi nieto anda usando mi PC... Tú has de ser "la tal Lety" que me refería Lucas cuando aparecías como conectada en el MSN...
Ya este pequeño tirano me dará oportunidad de cruzar líneas contigo.
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