Así debe haber encontrado mi padre la propia fuente, la que le permitió rescatar del naufragio, para volcarla en mis hijos, su capacidad de amar, aquella que se le hundió cuando era niño.
Lo digo porque es cierto. Pocas cosas del pasado me contaba la dama, pero hoy recuerdo esta que traslapé cuando niña, y da causa, si no razón, a las atávicas acciones de mi padre para conmigo.
La tía Mary tenía un loro al que adoraba y le gustaba dejarlo en libertad, cuando los rayos del sol podían acariciar sus plumas, y el ejercicio lo ponía en ánimo de parlotear, las frases aprendidas.
Esa mañana se bamboleaba, entre zancadas de niños que perseguían un balón de trapo, a tontas y también a locas. Eran dos, mi padre y su hermano, y tocó a mi padre en mala suerte dar una tranca en falso y poner el pie sobre el inocente loro. No era un niño como todos, hay que decirlo, así que no bien puso el pie sobre el loro, gritó: Filo mataste al loro de la tía Mary.
Pobre de Filo, las manos sobre la cabeza no le bastaron para contener la cacerola de la tía solterona que gritaba histérica, convertida en fiera que llora a su cachorro. Otra madre escuchaba. Era mi abuela. Acababa de dar a luz a su noveno hijo y hasta su cama, llegó la queja de Filo, el consentido, que entre hipos, le dijo que fue Raúl y no él, que apachurró al loro.
Eran tiempos en que los tiempos se cuidaban. La abuela no podía levantarse, porque no habían pasado ni dos, de sus cuarenta días, así que a su voz, llegó Raúl hasta su cama y ella incorporada, casi sin fuerzas, sobre los codos, le pidió que abriera la boca, metió los dedos y desgarró a cuatro uñas la delicada mucosa interior del niño, para que aprendiera, a no decir mentiras, ni culpar sin razón al hermano.
Esa y otras vivencias parecidas, bien vinieran del abuelo o de la abuela, forjaron el carácter de mi padre.
Lo digo porque es cierto. Pocas cosas del pasado me contaba la dama, pero hoy recuerdo esta que traslapé cuando niña, y da causa, si no razón, a las atávicas acciones de mi padre para conmigo.
La tía Mary tenía un loro al que adoraba y le gustaba dejarlo en libertad, cuando los rayos del sol podían acariciar sus plumas, y el ejercicio lo ponía en ánimo de parlotear, las frases aprendidas.
Esa mañana se bamboleaba, entre zancadas de niños que perseguían un balón de trapo, a tontas y también a locas. Eran dos, mi padre y su hermano, y tocó a mi padre en mala suerte dar una tranca en falso y poner el pie sobre el inocente loro. No era un niño como todos, hay que decirlo, así que no bien puso el pie sobre el loro, gritó: Filo mataste al loro de la tía Mary.
Pobre de Filo, las manos sobre la cabeza no le bastaron para contener la cacerola de la tía solterona que gritaba histérica, convertida en fiera que llora a su cachorro. Otra madre escuchaba. Era mi abuela. Acababa de dar a luz a su noveno hijo y hasta su cama, llegó la queja de Filo, el consentido, que entre hipos, le dijo que fue Raúl y no él, que apachurró al loro.
Eran tiempos en que los tiempos se cuidaban. La abuela no podía levantarse, porque no habían pasado ni dos, de sus cuarenta días, así que a su voz, llegó Raúl hasta su cama y ella incorporada, casi sin fuerzas, sobre los codos, le pidió que abriera la boca, metió los dedos y desgarró a cuatro uñas la delicada mucosa interior del niño, para que aprendiera, a no decir mentiras, ni culpar sin razón al hermano.
Esa y otras vivencias parecidas, bien vinieran del abuelo o de la abuela, forjaron el carácter de mi padre.
18 comentarios:
Querida Lety:
alguna vez pensaste que tus historias de vida son para hacer un film? Tu relato pone delante de mis ojos esta situación: el loro, la abuela, la cacerola.
Bellísimo recuerdo. Ojalá se agolpen mas en tu mente
Abrazos
Lety, tu narración me parece como si fuera la de una escena de una película, la describes de tal forma que me imagino sus personajes y diálogos, me traes recuerdos de mi abuela y de la tía solterona que casi todos tenemos, mi loro verde que me llama por mi nombre.
Mis mejores deseos, mi Lety.
Querida Lety:
Por enésima vez, intento ingresar este comentario.
Terrible experiencia, vívidamente narrada.
Un cariñoso abrazo.
Tuve el privilegio de escuchar este relato de extraordinaria factura de tu propia voz y hoy, vuelvo a tu casa, amiga, con las alforjas cargadas de esos inolvidables momentos vividos entre caracoles, muñecas, bastones y, fundamentalmente, de tu sabiduría y solidaridad que fluyen como el huipil de mil colores. Te abrazo muy fuerte.
no sé cómo le haces, pero apenas leo la primera línea y ya estoy metida de cabeza en tu historia.
abrazo enorme, Lety.
me imaginé un cuento de García Marquez... "eran tiempos en que el tiempo se cuidaba" me encantó esa frase, pues ahora las horas corren y se lo roban y nos preguntamos dónde se nos quedó olvidada la historia... un abrazo mi quertida Lety
Aún en el drama que representaria en su día, supongo , y la lección un tanto severa , me ha encantado esa naturalidad entrañable con que vas narrando ese momento vídido en la memoria...
Siempre es un placer entrar en tus letras y dejarse envolver por ellas.
Un beso
Me gusta como escribes Lety. Tus palabras hacen que mi imaginación vuele.
gracias
erika
leerte es como ver una película
buenisimo lety!
tenías razón!
te dejo un enorme abrazo lleno de amor solo para ti!
Los hombres también son ríos. Cómo el agua ésa de los ríos...
"tiempos en que los tiempos se cuidaban"...palabras que quizá un día quisieras platicarlas en casa de mi madre...
Na´Leticia...este fin de semana pisaré nuestra tierra...comeré de mi istmo y lo respiraré por mis venas..
te dejo como siempre un abrazo..de este tu sobrino el mál portado..
Los castigos de antaño dejaban huellas profundas.
En la familia de mi madre, que creció huérfana de la suya, abundan relatos como éste que nos regalas.
No emitiré juicios: son conductas que forman parte de una época que formó a casi toda Latinoamérica: para bien o para mal.
Abrazos:
olie
yetVaya, veo que eran personas de carácter.
recuerdos que nutren verdad?
Y como siempre hermoso relato.
Besos mi querida Lety, Dios te bendiga!!
nunca dejas de sorprenderme querida Lety..me dejas el corazón danzando con el universo..abrazos miles para ti
Te dejo mi respectivo abrazo de oso
Feliz Día de San Valentín, mi lety
Una vivencia muy fuerte; qué manera de quitarle el protagonismo al loro!
Un beso.
Las palabras, el ritmo, la unión del significado con el significante, perfecta, íntima, no sé, hace que uno caiga de cabeza en la historia misma, sea ella, la entienda desde cada uno de los protagonistas, y aunque sea duro, entienda su sino. Bellísimo.
Hacía tanto que no venía por aquí, despistes.
Para que no me vuelvan a pasar, te linkeo. Y así podré viajar a tus mundos con frecuencia.
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