No arreglarme era mi ancla.
Hacía de mí un ser inseguro. Me ayudó a mantener las alas dobladas y escondidas. Sabía que la inquietud por vivir seguía latiendo allá en el fondo, incontenible, por eso era necesario sepultar el peligro, aún a costa de mi feminidad. Fue éste el quinto olvido.
Lo peor es que ahora que han pasado los años y es mi edad la que me escuda, ya no puedo abandonar esa actitud. No tengo ánimo para nada. Cuando me invitan a algo que me gusta, o estoy cansada, o sin ganas de moverme, o no tengo qué ponerme y eso, que parece un decir común de todas las mujeres, en mi caso es la reverenda verdad. No tengo qué ponerme, porque me he olvidado hasta del placer de comprarme ropa.
Y además, no me gusta la forma en que estoy narrando esto. Tal parece que mi marido me hubiera puesto una pistola para hacerme lo que me hice y no fue así. La decisión fue tomada en libertad, condicional, eso sí.
No puedo negar que he sido una mujer amada. Los silencios de mi esposo los ha pagado con amor, también haciendo mi vida fácil. Soy una persona que del aspecto práctico de la vida conoce poco, porque él todo lo atiende por mí. Es un hombre bueno en el estricto sentido de la palabra. No del tipo que se deja dominar y a quien no se le tiene respeto. Yo se lo tengo, reconozco sus limitaciones pero también su grandeza, que se revela en la facilidad con que se muestra humilde, pero, sobre todo, por la dignidad con la que asume cualquier factura que la vida le presenta.
Lo respeto y lo amo no porque yo sea Graciela la buena, es porque él se lo merece. Y merece mucho más de lo que yo le he dado. Merece una mujer íntegra y feliz, capaz de percibir la bondad de la vida que ha tenido a su lado, no una que ha vociferado que no tiene calidad de mártir pero ha vivido jugando el papel de tal. No ha tenido la esposa que merece, sino media mujer.
Una con un pie en su casa y otro en lo que pudo ser.
15 comentarios:
Qué linda foto!
¡Wow! Lety, qué bárbara, qué final de capítulo. Aunque no he tenido las vivencias de Graciela, me sentí identificada, pero no veo en qué, o tal vez sera la solidaridad de género. O el peso de las deudas que tengo con mi madre. No sé. Te mando un abrazo y un beso, querida Lety.
Es que a mamá también le tocó ser la severa del cuento. Aunque estos últimos años, no sé a cuenta de qué, los papeles se han volteado y mamá es la blanda, la que consiente. Tal vez cuando vio que sus hijos somos irremediables.
Graciela me sorprende. Así, mirando atrás, es una mujer entera, que descarnadamente se reconoce y es capaz de decirse por fin las verdades que se silenció durante tanto tiempo. Qué impotencia que la leche tuviera que derramarse antes de reaccionar por fin. Pero como bien decías, asumido y todo, su pasado es suyo, y no sería quien es ahora, sin él. Así apropiándoselo le da un sentido nuevo. Pasaron anios, pero no se le pasó toda la vida, eso es lo que vale. Y ahora derrama lo aprendido y lo comparte con otros que se deleitan, se ven reflejados y aprenden de ella. Ahora se muestra al mundo y lo que pudo ser, ES. Cuéntale a Graciela que no hay escudos, que es hermosa y joven y tiene ganado el derecho a saciar todas sus hambres, porque es una mujer de tomo y lomo. Cuéntaselo, porque ella me lo ha contado hoy a mí.
Abrazos!
Hola Raquel:
A mi también me gusta mucho. Besos
Querida Orfa:
Para Graciela y para cualquiera que se atreva a desnudarse en las palabras, valdrá la pena lo vivido, si provoca en otra mujer una reacción como la tuya: reconocerse en ella a pesar de las distancias y las diferencias, o reconocer y comprender en ella a otra mujer amada. Besos desde el corazón
Indianguman, hermana:
Si me acompañas y sostienes en este sendero que la vida nos abre, verás a otras mujeres descarnarse ante tí de muy distintas maneras. No olvides que son seis y no sólo Graciela dirá. La suma hara la unidad de lo que se comparta. Con amor
En Graciela está el error de muchas mujeres que, luego de casarse, entrán en un estado de abandono: como si el matrimonio fuera la meta final en la vida. Y mucho de culpa tenemos los hombres de no despertar en nuestras mujeres la necesidad de ser, precisamente eso: mujeres. Y darnos cuenta de que algo pasa, de no escondernos en nuestros silencios y evitar mirar la realidad de las cosas, por comodidad o mentalidad.
Recuerdo a mi madre, que hoy tiene 90 años, que todas las tardes se acicalaba, esperando que mi padre volviera del trabajo y hoy día, ya viuda, no deja de ser coqueta. La actitud está en cada uno de nosotros. Como hombre debo asumir, también, que tampoco somos en muchos casos, cuidadosos de nuestro aspecto exterior y de nuestro comportamiento frente a una mujer. Es necesario mantener el fuergo sagrado, aunque las hojas del otoños vayan humedeciendo los carbones. Lo importante es darse cuenta y rectificar sobre la marcha. Abrazos.
Querido Don Fer:
¡Qué ganas de venderle en mis palabras la trama completa! Pareciera que para Graciela la meta fue el matrimonio y sí, antes de casarse era una meta, no sabía que era dueña del futuro, pero después de casarse fue mayor la necesidad de construirse un ancla. Pero más importante aún la necesidad del subconsciente de seguir amando a su esposo, de no contruir caminos divergentes entre ellos. Ahí está el nudo, en que ella viene a asumir actos y consecuencias, hasta el momento en que escribe. Gracias, mil gracias por seguir.
Mira tú, venir a saber ahora que escribiste un Blog hace años, antes de que existieran. Con razón no le econtrábamos nombre.
;)
jejejeje, tú ya sabes mi querida Maria Luisa, que yo descubrí el hilo negro, sólo para saber que ya se había inventado. "Siempre detrás de los otros" así que esto del blog, pues aunque no sea cierto, me simpatiza. Besitos
Mi madre fue una mujer muy atractiva, pero poco a poco se dejó marchitar por diferentes razones. Algunas las conozco, otras ni siquiera las imagino claramente.
Pero lo que nunca permití es que se sintiera víctima, de todo, de nada, de lo que ella escogió como vida, así hubiese acertado o fallado según sus metas. Pero murió con algo atravesado entre pecho y espalda, un sentimiento sobrecargado de muchos más, que nunca logró dejar escapar y creo que siempre se le atravesó en la garganta.
Ahora que yo tengo una familia, penosamente tengo presente a mi madre y no permito marchitarme. Así muchas veces mi hijo se coma mi tiempo libre, jejeje. Trato de ser coqueta, trato de tener detalles tanto físicos como de todo tipo con mi marido, porque él los tiene. No es reciprocidad pura y dura, simple y sencillamente es porque nos nace a ambos. A veces me sorprende la capacidad de memoria que tiene :)
Es duro reconocer lo que nos ha dañado o lo que hemos permitido que nos dañe. Sólo confío, Lety, en que esto que nos relatas, se haya ido difuminando de tu vida actual. Sólo espero que así sea porque de este modo has podido desplegar tus alas, las de tu alma.
Un fuerte abrazo.
Una amiga querida me dijo un día "Ay mihijita, yo no me explico cómo puedes escribir estas cosas y mostrarlas" Pero puedo y eso significa mucho para mí. Deseo de todo corazón que tengas la paciencia para conocer a todas las mujeres que voy a mostrarte y también para leer el final. Entonces no necesitarás preguntarme nada, todo lo sabrás. Ahora dame un consejo. Sigo con estos textos de manera continuada, o crées que sería bueno que vaya intercalando algo de mis poemas.
Yo estoy verdaderamente encantada de leerte, a veces comentando, otras no, pero siempre atenta a cada texto, cómo se va deshilando esta historia, esta Graciela que somos todas y creo que coincido con lo que te dijo tu amiga: "Ay mijita, cómo puedes escribir estas cosas" PERO, qué bien que las muestras.
Un abrazo con cariño,
Querida MariCarmen: En verdad que es un honor que usted me visite. Alguien que escribe como usted, con esa naturalidad que más parece que escribir, respira, con sus palabras me halaga. compartir a Graciela, sus razones y sus "sinrazones" le da sentido a mi vida. Mi cariño para usted
Mujer, eres valiente.
Mil gracias, en tres palabras me das ánimo y me dices mucho. Mil gracias, te visito
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