II
María sintió la ansiedad de Antonia cuando le habló y le cedió su turno para tranquilizarla. Sonríe al pensar que sus pensamientos tal vez se encuentren.
Repentinamente decide irse al Morgan para escribir. Aun cuando no vaya a exponerlo, no retrasará su desahogo.
Caminar de su casa al Café le resulta grato a esta hora de la tarde. La ciudad se muestra esplendorosa, un cielo aborregado que amenaza lluvia, obliga a los rayos del sol a difuminarse para atravesar las nubes. El resplandor dorado sobre añil, confiere a calles y edificios un aura que desciende sobre María e inunda su figura mientras camina.
Cuando entra al Morgan, sin detenerse llega a su mesa en el patio, y justo cuando va a sentarse, detiene la mirada curiosa sobre el cuadro y se dice:
No me había fijado en esta niña. En las reuniones la he visto sin prestarle atención.
¿Quién será ella, y de que época?
Se aproxima hasta casi tocar el cuadro, lo examina y piensa: —Se ve graciosa y anticuada con ese moño tan grande, parece que tuviera una mariposa parada en la cabeza. Sus párpados entornados desmienten el aspecto de seriedad de su cara. Esa manera de mirar tiene un toque de picardía. Viéndola así, tan de cerca, su rostro me parece conocido, ¿a quién me recuerda?
Se asombra cuando ve que la niña tiene un dije sobre el pecho. Al notarlo, de inmediato se lleva las manos al cuello para encontrar el suyo:
Es igual al mío. ¿Cómo puede ser? Este ni siquiera lo compré en México, lo encontré en Venecia con aquél anticuario donde compré el bastón para Consuelo. Me pareció un diseño poco común ¿cómo puede ser esta coincidencia?
Vuelve a revisarlo y se reafirma en la primera impresión: Pues no me equivoco; son idénticos.
El mesero llega silenciosamente y, sin preguntas, le trae un café. Ella se sienta y mientras lo endulza, observa el aromático remolino de su contenido:
Recuerdo aquella tarde de soledad en Venecia.
Fue un regalo haber escuchado esa espléndida guitarra desde la pequeña escalinata, con San Marcos al fondo.
La música, el vaivén de los turistas y mi aislamiento, me produjeron una sensación de intemporalidad similar a la somnolencia. Para sacudirla me levanté y recorrí los portales.
En la entrada de una pequeña tienda, estaba el bastón con su empuñadura de plata y pavo reales tallados.
Verlo y pensar en Consuelo fue todo uno.
Cuando me acerqué; desde una vitrina vieja, casi escondida, estallaron los reflejos del Murano cristal de este pequeño dije. Me atrajo su diseño: un caracol invadido por una ola. El agua que deposita entre sus entrañas pequeños caracoles, en vez de burbujas de espuma.
¿Como logró el artesano la delicada creación de esta pieza?
El anticuario me explicó que ambos, tanto el bastón como el dije pertenecieron a una misma casa y familia. Por mi parte, una vez que los tuve en mis manos, ya no pude dejarlos. Después de comprar los dos objetos, el anticuario un tanto esotérico, me dijo que tenían que ser míos. ¿Cuál será su historia? El bastón lo tiene Consuelo; el dije, yo.
Y es que en verdad tenía que ser mío. Cómo si no, mar, caracoles, agua y cristal reunidos en él.
12 comentarios:
¡Ah, Venecia! Al leer tu post, por unos momentos me transportó allí... Creo que va siendo hora de que vuelva, pero, en fin, todo se andará. Aguardo la continuación de la historia de los dijes con impaciencia y curiosidad, querida amiga.
Un abrazo inmenso.
Hannah
¡Que hermoso lugar es Venecia ¿verdad Hannah!
Tiene una atmosfera de misterio que seduce. Todo puede suceder en sus estrechos callejones y toda clase de historias cobijan sus viejos muros.
Abrazos también para tí, con gran cariño
Entre las olas que lanza el vaporetto, avanzando por la canales que riegan la que fué ciudad-estado del Adriático, aparece María con un aire a misterio, dejando asomar, apenas, un esbozo de lo que vendrá. Este, por la calidad de su redacción, es uno de sus mejores textos, amiga oaxaqueña. Abrazos.
Es la forma de encontrar los rescoldos de una existencia, los objetos que tienen que ser nuestros por algo, simplemente tienen esa energia que nos llama y atrapa.
Saludos
El Enigma
Nox atra cava circumvolat
Don Fernando:
Así como las olas del vaporetto, nos llevan estas mujeres en sus vaivenes, menos mal que salimos de la furia de Antonia y el resentimiento de su Carmen. Pero como usted dice, a ver que nos reserva María, ay, ay, ay me digo.
Mientras tanto, le dejo un beso en la frente
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Cierto Enigma y yo he vivido entre objetos y dentro de los muros de una casa que tiene una respiración acorde con la mía, pero no es una sino muchas, casi todas las noches me habla. Desde que vivo aquí, escribo.
Le dejo un gran abrazo por su presencia y si tiene un ratito, vaya por quiero decir í subí una pintura mia.
Es verdad hay objetos q uno siente q deben ser suyos...
es mas sentimos como si los hubiesemos tenido desde siempre.
Besos
Pepinita
Pepinita hermosa:
Como ese lápiz que tienes entre las manos Pepinita, y ese dibujo tan especial, que estoy segura desde siempre fue tuyo. Así pasó con el dije y el bastón.
Más tarde les subo su fotogra´fía.
Precioso, Lety, esta descripción, esa historia sólo sugerida, el bastón mismo...Precioso.
Muchos besos.
Mi Gaby querida:
A veces soy tan directa con estas mujeres, tan parca en las palabras, no sé, tal vez debiera meter mano un poquito en eso y retomar descripciones, que me gustan, pero a veces siento que distraen, sólo que aquí si quería una atmósfera un poquito mágica.
Pero cuando toda la historia concluya ¿me dirás maestra? Muchos besos para tí y mi gratitud por el ánimo que me infundes.
Espiritu Bello: Conexión. Comunión como has dicho, y en palabras de Oliverio Girondo, esto del bastón y la medalla me parece comunción plenaria. Aquí te obsequio un fragmento:
"¡Las veces que me he muerto
al ver matar un toro!...
Cuántas veces me he dicho:
¿Seré yo esa piedra?...
Nunca sigo un cadáver
sin quedarme a su lado.
Cuando ponen un huevo,
yo también cacareo.
Basta que alguien me piense
para ser un recuerdo. "
Por algo, ese bastón y medalla pertenecieron a una misma familia, tiempo atrás. Y por algo, basta que alguien lo piense para que lás ánimas recobren vida en recuerdos... ¡Esto se está poniendo estupendo! No sabes el gusto que me da llegar a casa y poder leer estas historias pequeñas y solitarias que unidas, van haciéndose una sola... y que vive cada vez que la recuerdo. Un abrazo!
Qué magia hay en la mirada de María, que descubre el milagro del cristal, de la burbuja, del remolino, de la espiral... y del destino
Bello, Letita.
Muchos abrazos de tu amiga que por estos días disfruta de la cercanía de los suyos
Ay José, José, tendrás que disculpar a esta amiga tuya que no tiene ahora su computadora de tiempo completo, ya sabes hay que compartirla y he perdido mi itinerario diario. Un comentario tan hermoso y yo sin responderlo. Oliverio Girondo me costó canas verdes para poder entenderlo y ¡ahora lo amo tanto por eso! Algún día tendrás entre tus manos un ejemplar de estas historias entretejidas en una, lo prometo desde ahora. Gracias por pensarme y convertirme en recuerdo vivo. Mi abrazo cariñoso
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Querida IndianGuman:
Maria es un descanso, después de las tempestuosas Carmen y Antonia, disfrutaré del relax, aunque no va a durar, pronto estaremos terminando.
¡Te imagino tan feliz con tu familia y amigos! había tantas personas esperando por tí, y eso es bello. Que Dios te bendiga y te de momentos de reflexión para decidir el futuro. Besos
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