En la casa todo fueron gritos y carreras aquel domingo 15 de mayo del 55.
Mi papá todavía enfermo tuvo que levantarse. No nos dejaban hacer ruido porque él estaba acostado y cuando yo lo alcancé, ya estaba en la puerta de la calle, abotonando su camisa y el pantalón le colgaba sin cinturón.
Ni siquiera se agachó para que lo besara, salió corriendo. Desde la puerta le gritó a mi madrina:
—Comadre, por favor póngale un telegrama a mi mujer, dígale que se venga, que si es necesario pida avioneta especial—.
Mi madrina, llorando acabó de vestirse y salió sin revisar la tarea, ni le dijo a Cata la muchacha lo que íbamos a comer. Cata que era muy consentidora, no tenía ganas de hablar. Tanto la molesté que me dijo:
—Mataron a tu tío Rubén, eso es lo que pasó y no les digas a tus hermanos ni me preguntes más, porque me voy a enojar contigo y no vuelvo a jugar—
Aunque quería preguntar me asustó y me quedé callada, pero en mi cabeza le daba vueltas y vueltas a lo que oí: Avioneta especial ¿para qué? Mataron a mi tío Rubén. ¿Mataron, y eso que es? Tenía que ser algo muy malo, porque la que no estaba enojada lloraba y no había a quien preguntar.
El martes a la hora del recreo, lo que decían mis amigos era peor que no saber.
Uno dijo que un policía lo mató, otro que el preso llevaba pistola, alguien dijo que se escapaba y por eso el policía disparó. Todos decían que el policía era el malo y mi abuela podía pedir que lo encerraran. Del que escapaba también dijeron que fue al entierro de mi tío para decirle adiós.
Él fue y a nosotros no nos dejaron ir a despedirnos, así que cuando yo pensaba en el preso, sentía que el corazón me quería ahogar.
—Comadre, por favor póngale un telegrama a mi mujer, dígale que se venga, que si es necesario pida avioneta especial—.
Mi madrina, llorando acabó de vestirse y salió sin revisar la tarea, ni le dijo a Cata la muchacha lo que íbamos a comer. Cata que era muy consentidora, no tenía ganas de hablar. Tanto la molesté que me dijo:
—Mataron a tu tío Rubén, eso es lo que pasó y no les digas a tus hermanos ni me preguntes más, porque me voy a enojar contigo y no vuelvo a jugar—
Aunque quería preguntar me asustó y me quedé callada, pero en mi cabeza le daba vueltas y vueltas a lo que oí: Avioneta especial ¿para qué? Mataron a mi tío Rubén. ¿Mataron, y eso que es? Tenía que ser algo muy malo, porque la que no estaba enojada lloraba y no había a quien preguntar.
El martes a la hora del recreo, lo que decían mis amigos era peor que no saber.
Uno dijo que un policía lo mató, otro que el preso llevaba pistola, alguien dijo que se escapaba y por eso el policía disparó. Todos decían que el policía era el malo y mi abuela podía pedir que lo encerraran. Del que escapaba también dijeron que fue al entierro de mi tío para decirle adiós.
Él fue y a nosotros no nos dejaron ir a despedirnos, así que cuando yo pensaba en el preso, sentía que el corazón me quería ahogar.
Empecé a soñarlo en las noches y mis sueños eran feos, soñaba que lo atropellaban, o si entraba por la ventana, yo peleaba con él. Desde entonces para poder dormirme tenía que hacer la cruz y esconderla bajo la almohada para que no viera, si llegaba a venir, que yo le tenía miedo. Ese miedo no se si venía de él o de mis pensamientos acerca de él.
También dejé de hablar de mi tío Rubén, porque a veces no sabía si estaba enojada con el preso, o estaba enojada con mi tío; o a lo mejor estaba enojada con los dos, pero nadie me lo preguntó, así que preferí callarme y empezar a creer que a mi tío lo había inventado yo.
No era difícil quedarse callada cuando nadie oía lo que preguntabas…
Ni cuando al libro azul de los cuentos lo encerraron en un ropero y nunca nos lo volvieron a prestar.
Pero sobre todo me callé, cuando en el costurero de la abuela apareció un retrato que decían que era mi tío, pero no se parecía a él. Tenía puesto un traje negro que nunca le conocí.
Cuando todavía me animaba a preguntar, la muchacha de mi abuela, me gritó enfadada que dejara de dar tanta lata, que lo enterraron porque se murió y punto final.
Así que morirse era punto final. Era irse sin avisar, era irse y que nadie quiera hablar de ti.
Con razón: Así se había ido antes el hijo de mi madrina y entonces ella cerró todas sus ventanas y ya no se quiso reír.
A su hijo, desde que lo conocí era retrato. Nunca lo vi de verdad, ni jugué con él.
Se llamaba Jorge y ella decía que era un buen hijo, que nunca se portó mal. Así que cuando yo rezongaba o le alzaba los hombros a su mamá, me daba miedo que se saliera del retrato a regañarme. Así que me hacía la valiente y me paraba a hablarle en el pasillo y lo convencía que no saliera, que ya me iba a portar mejor.
Ahora cada vez que podía entraba de escondidas al costurero de mi abuela y me paraba enfrente del retrato que era mi tío para verlo pestañear. Yo se que si me hubieran dejado seguir mirándolo lo hubiera convencido de venir. Pero siempre había una tía que se encargaba de quitarme de ahí.
Como mi madrina volvió a estar triste, ya no quiso llevarnos con mi abuela. Así todo fue más fácil. Sin volver a Crespo 22 pude olvidarme del preso y llegué a creer de verdad, que había inventado a ese tío Rubén.
Violeta me alegró. Ahora se que el preso no era como Strómboli; o Garfio, el enemigo de Peter Pan.
También dejé de hablar de mi tío Rubén, porque a veces no sabía si estaba enojada con el preso, o estaba enojada con mi tío; o a lo mejor estaba enojada con los dos, pero nadie me lo preguntó, así que preferí callarme y empezar a creer que a mi tío lo había inventado yo.
No era difícil quedarse callada cuando nadie oía lo que preguntabas…
Ni cuando al libro azul de los cuentos lo encerraron en un ropero y nunca nos lo volvieron a prestar.
Pero sobre todo me callé, cuando en el costurero de la abuela apareció un retrato que decían que era mi tío, pero no se parecía a él. Tenía puesto un traje negro que nunca le conocí.
Cuando todavía me animaba a preguntar, la muchacha de mi abuela, me gritó enfadada que dejara de dar tanta lata, que lo enterraron porque se murió y punto final.
Así que morirse era punto final. Era irse sin avisar, era irse y que nadie quiera hablar de ti.
Con razón: Así se había ido antes el hijo de mi madrina y entonces ella cerró todas sus ventanas y ya no se quiso reír.
A su hijo, desde que lo conocí era retrato. Nunca lo vi de verdad, ni jugué con él.
Se llamaba Jorge y ella decía que era un buen hijo, que nunca se portó mal. Así que cuando yo rezongaba o le alzaba los hombros a su mamá, me daba miedo que se saliera del retrato a regañarme. Así que me hacía la valiente y me paraba a hablarle en el pasillo y lo convencía que no saliera, que ya me iba a portar mejor.
Ahora cada vez que podía entraba de escondidas al costurero de mi abuela y me paraba enfrente del retrato que era mi tío para verlo pestañear. Yo se que si me hubieran dejado seguir mirándolo lo hubiera convencido de venir. Pero siempre había una tía que se encargaba de quitarme de ahí.
Como mi madrina volvió a estar triste, ya no quiso llevarnos con mi abuela. Así todo fue más fácil. Sin volver a Crespo 22 pude olvidarme del preso y llegué a creer de verdad, que había inventado a ese tío Rubén.
Violeta me alegró. Ahora se que el preso no era como Strómboli; o Garfio, el enemigo de Peter Pan.
El verdadero regalo no es el que no encontró, sino el relicario con fotos que hoy llevo sobre el corazón. Es como si mi tío Rubén dejara de ser retrato y volviera para decirme adiós.
***
Esta imagen no corresponde a la historia.
Como no logré encontrar una de mi ciudad, la coloqué sólo para ubicarnos en el tiempo. En mi recuerdo todo sucedió un domingo, y ahora veo que así fue. Era día del maestro y yo no había cumplido aún los siete años, faltaba poco para ello, puesto que nací el 3 de julio del 48. No se si el lenguaje corresponde a la edad cronológica, pero puedo asegurarles sin ánimo de faltar a la verdad que tal como se los cuento, así pensaba yo.
A esta historia aún le queda mucho camino por recorrer. No ha pasado por el taller y no se si pasará. Ni siquiera se si tendrá un lugar entre mis textos, lo único que tengo claro es que en verdad necesitaba fluir y ¿sabes? tengo muchos otros recuerdos a los que les tenía puesto un tapón.
19 comentarios:
Sí que recibiste un regalo, la posibilidad de recrear una historia silenciada. Y vuelven los ojos de esa ninia que fuiste en contraposición a ese mundo adulto tan difícil de comprender y que es como un muro imposible de salvar.
Es una historia entraniable, parte de Rubén se queda en mí a través de la memoria de una ninia que ahora sabe que él fue real.
Sigo opinando lo mismo: contigo no necesito la ficción.
Un abrazo grande!
El relicario es una forma de decir hey! no me olvides aún estoy ahí contigo y he estado todo este tiempo aunque tu no me hayas visto. La historia es la manera más hermosa de hacer presente a alguien que ya no está en tu vida diaria y el compartirla lo hace más vivo que nunca.
Un beso y un abrazo grandote.
PS: debo confesar que espero ansiosa el próximo post.
Ha creado Ud. un intermedio para tomar mayor fuerza y colocar una atmósfera de ansiedad hasta el próximo capítulo. Pienso que la niña tiene mucho más que decir. Abrazos.
Hermoso y conmovedor; tu mirada de adulto dando esas respuestas a la niñita que tienes adentro. Mil cariños.
Que bien te está quedando tu remembranza, bien escrita, con ritmo, con mucha afectividad....
Claro que sí, Lety! El mejor relicario es el del corazón. Allí las fotos no se ajan, no se destiñen, no se humedecen. Allí las fotos tienen color aunque el rollo sea blanco y negro, y tienen perfume, y sabor, y vida.
Tus palabras me dejan pensando el dia entero... sos una de mis mejores compañias.
PD: mandame por mail tu direccion que quiero enviarte algo y no se donde.
Besos
Tal vez no lo haya leído con la debida atención, pero no hallo la edad de esa niña del relato ¿Qué edad tenía o tenías en ese momento?
(Disculpa la indiscrección, hermanita)
Decirte también que mi correo electrónico de gmail se daba de "tortas" con mi antivirus y lo he suprimido. En adelante ya no está disponible gmail, pero sigue vigente el que aparece en mi blog en "acerca de mí" es decir:
cmormartin@telefonica.net
Un besito, hermanita; yo también te quiero.
Hannah
Qué terrible, cuando eres niña y no te explicas, y todo te lo tienes que inventar tu misma.
A mis cinco años se murió un tío mío, y nadie me dijo nada, y fué muy difícil para mí hacerme un panorama.
Muy bien, linda.
Se escribe para no llevar reos en el corazón. Cuando lo hacemos, soltamos grilletes, echamos palomas al vuelo...
Abrazos
la niñez, la juventud y la adultez se mezclan en la voz de la niña que cuenta el relato...el mundo adulto queda reducido a un silencio tortuoso, poco empatico...excelente foto¡¡¡un abrazo Michelle
Buen relato, me hace pensar que nunca he tenido ese sobresalto, cuando los Montesco y Capuleto dejaron que mis padres se casaran se rompió toda relación con ambas familias, creo que todo lo que me queda son las muertes de los abuelos, y las que siguen, que no menciono pero si alguien más se va no se... no más ni me enteraré. Pero bueno ahora se rie un poco uno de sus primeros tratos con las muertes violentas, pero durante el tiempo que uno se avienta digiriendo todo eso y buscando la mejor explicación y el mejor modo de evitar el miedo, pues uno se la pasa mal.
Doble abrazo por ausente, ya reordenaré toda esta complicada vida. Salud de paso mi estimada Indianguman. Y abrazos Fer.
He leído todo el relato: es conmovedor y está maravillosamente contado.
Un abrazo tiernísimo
Me alegro de haber sido madre en una época en que a los niños se les da explicaciones.
Mi madre perdió a su mamá, por una lenta y grave enfermedad desconocida, como en 1939. Y nadie le dijo nada. ¡Nadie!. Me estremezco de imaginar cómo sería su angustia y su pena de niña de tres años, cuando preguntaba por ella y se alzaba un muro por respuesta.
Casi cometí el mismo error cuando falleció mi padre.
Era tan grande mi pena, que no quise que Javiera se enfrentara de inmediato a su partida. Además, la Navidad de 1992 estaba cerca. Se lo conté los primeros días de enero, pasadas las fiestas. Y me arrepiento hasta el día de hoy de no habérselo contado el mismo día en que ello aconteció.
Fue tal su dolor, su llanto, sus sollozos, por perder a su querido abuelo-padre-amigo-compañero, que pienso que lo hubiese sobrellevado mejor acompañando sus restos y participando del ritual de la despedida. Pero el error ya se cometió.
Por eso entiendo bien lo que describes.
Qué bueno que Dios te da la oportunidad de desahogar tu historia.
Muy lindo el post. También la foto de época.
Te abraza:
Olie
4-4-2006
1-05 hrs. a.m. en Chile
mi querida Lety, sabes, cuando les sacamos esos tapones a nuestros recuerdos, salen las cosas mas lindas, sinceras, fuertes y personales que podemos decir, gracias por compartir todo con nosotros, mientras te leia, imaginaba a una niña, con cara de no entender mucho, pero si con esa sensacion que todos los niños sentimos al no saber... no entender, aun siento esa misma sensacion de vez en vez, y eso me hace sentir que aun soy un niño. un beso lety, no se donde esta tu tio Ruben en este momento, pero me imagino que debe haberse enterado ya de lo que escribiste acerca de el. un beso y muchos saludos por tu lindo Pais, y una vez mas gracias por todo. leerte me hace bien.
saludos mi Lety Querida
SEBASTIAN DQ.
Sabes mi linda Lety, que hoy pasaba para ver si habia algo nuevo y la verdad me encontré con unas palabras que me estremecieron..."necesitaba fluir, tengo muchos otros recuerdos a los que les tenía puesto un tapón."
A ver si te das vuelta por mi casa y ves lo que escribí. Le tengo puesto un tapón a mi corazón.
Te dejo un abarzo inmenso amiga.
Me "enganchó" el relato. Me situó en la niña. Me hizo acordar a un libro maravilloso de una escritora turca, La vida es un Caravasar, ya te diré el nombre de la autora, es fuerte sentir a la niña, traerla hoy, ver como veía, lo que se preguntaba, me encanta, de verdad, lo disfruto.
Gracias. Me da ganas de seguir con mis recuerdos, aunque nunca me apetece corregirlos...
La escritora que te digo es Sevei Ozdamar.
Me gustan tus historias, Lety. Sigue contando tus recuerdos, sigue, hermosa mujer.
Lety:
Acabo de leer todos los post de un tirón y me quedé prendada de tu historia. La visión de los niños, siempre me ha conmovido mucho, desde su inocencia buscan explicaciones que los adultos no sabemos o no queremos darles.
Espero con ansias el próximo post.
Un abrazo
Querida amiga, hace un tiempo que no nos visitamos y hoy he querido venir a desearte Felices Pascuas y de paso, recrearme en los textos que iluminan este espacio. Tantas manifestaciones de afecto que han dejado para ti, revelan ese don especial que tienes para hacerte querer.
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