domingo, julio 09, 2006

Ignacio Javier Javier-Ignacio XIX

Celebramos otra vez las fiestas de los Muertos. Se cumplió un año de la ausencia de tu papá. Todo Oaxaca estuvo inundado con el dorado de los Zempaxúchitl y lógicamente tampoco faltaron en su lugar de descanso.

Pero es importante que te diga, porque eso es lo más valioso, que aunque nosotros estuvimos ahí y también le llevamos flores, ni siquiera hubiera sido necesario que lo hiciéramos.

Quien lo conoció no se olvida de él. Lauren y otros empleados del Aranjuéz estuvieron antes ahí, para cubrirle de flores.

Me inclino a creer que Lauren, fue quien le llevó un vaso con un líquido transparente, que igual pudo haber sido agua que mezcal. También le llevó unos cigarros faritos y tuvo la precaución de dejarle uno encendido, con cenicero y toda la cosa. Las muchachas llevaron platos de nuestras comidas preferidas.

Todo estaba colocado, sobre la verde alfombra de hierbas de la tumba. No faltaron las frutas entre las que tú rápidamente escogiste una pera. Estoy segura de que a tu papá —y te lo dije— le encantó compartirla contigo.

Me preguntaste un poco preocupado, si tu papá podía respirar, metido ahí, momento que aproveche para explicarte que ese lugar más que servirle a él, nos sirve a nosotros para ir a platicar con él y a llorar un ratito, porque aunque los adultos somos llorones, tenemos lugares y momentos especiales para hacerlo.

Tu papá no vive ahí, te dije, él está en otro lugar, y yo pienso que cerca de donde tú estás y sigue viéndote crecer. Precisamente ese día cuando veníamos de regreso nos contaste a tu abuelita y a mí que lo habías soñado.

Por supuesto que te pregunté ¿que soñaste? y la respuesta fue: que tu papá te dijo que él no está muerto, que sólo juega contigo a las escondidas.

Pues no lo dudo, él sigue jugando contigo a las escondidas, es necesario que no lo olvides y que te apliques a buscarlo. Si lo haces con tesón, siempre que lo necesites acabarás encontrándolo y trayéndolo para nosotros. No dejes de hacerlo por favor, porque seguimos extrañándolo.

Lo curioso es que nos traes al corazón, cada vez con más frecuencia al Nacho niño, y no que al Nacho que nos dejó. Esa expresión de “ya sabes la última de Javier” no está recién acuñada, la original decía “te sabes la última del enano”, así que mietras platicamos iremos alternado una y otras, las de él añejas, las tuyas luminosas, y también las otras, las que duelen.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Casi imposible explicarle a un niño el concepto de un padre muerto....

Muy hermoso.

Diana L. Caffaratti dijo...

Continúo disfrutando de tus entregasque trascienden las fronteras literarias.
Me parece vivirlas nítidamente. Si acaso yo pudiera ser un miembro más de la familia o uno de tantos de esa corte que adoraba a tu hermano.

fgiucich dijo...

Las tradiciones de nuestros pueblos de visitar a sus muertos y obsequiarlos en su día (cosa que mucha gente no entiende) mantienen viva su presencia entre nosotros. Alguna vez escribí que los muertos, mueren realmente, el día que los olvidamos. Abrazos.

La-Roc dijo...

Lety: Dulce historia,
Siempre mejor!

Un abrazo caribeño.

Rezard dijo...

Me acaban de pasar tu blog y aqui andare leyendolo aunque no siempre firme, sigue escribiendo asi, a ver que dia te paso algo de lo mio, si quieres claro.

--Angel

Anónimo dijo...

Me gusta mucho su blog; su capacidad narrativa es admirable.
Yo quisera poder transmitir así mis sentimientos, a través de palabras escritas...tal vez algún día.
Muchas felicidades y sigo sus historias.

Laura dijo...

Debe ser muy difícil para un niño aceptar el hecho de su padre muerto, pero más aún para quien debe explicárselo.
Sin embargo tu explicación no es sino una muestra más de tu lucidez, de tu claridad, de tu dulzura. Es bien cierto, el lugar de los muertos es un no-lugar, o mejor dicho, un "todas partes". Lo físico es el ardid, el envoltorio, que necesitamos tener cerca los que quedamos aquí.

Muy dulce y muy duro a la vez.

Besos

Indianguman dijo...

Sentadita en primera fila, escuchando.
La fiesta de los muertos parece un ritual tan sanador, ojalá en Chile hiciéramos algo parecido.
y más sanador es ese ninio, verlo crecer y hacer vivir un pedacito de Nacho a través suyo
se ha creado un diálogo, intuyo al ninio atento como yo, escuchando, queriendo saber más y más

apapachos!

Araceli Gallardo Peña dijo...

Se me hizo un nudo en la garganta y me pareció sublime esta parte de la historia, ya toma forma éterea.

alejandra dijo...

al pensar qué haría yo en lugar de el niño javier al leer estas ancdotas, mi corazón se estrecha y mis ojos se inundan.. un abrazo acuoso solo para ti!

Gracias por leerme, tú das razón de ser a este blog