domingo, mayo 27, 2007

XVIII.- A esa tarde de plenitud siguió una noticia fantástica





























A esa tarde de plenitud siguió una noticia fantástica.

Este martes me avisaron que debía recoger personalmente los últimos resultados de laboratorio. El médico responsable salió para entregarlos en propia mano y decirme: —En mi opinión el oncólogo debió esperar por estos resultados y no basarse únicamente en la biopsia, para establecer con certeza el diagnóstico de Linfoma. Es urgente que le suspendan la quimioterapia, porque usted no tiene cáncer señora—.

El resto de la tarde lo pasé con el médico del IMSS, y también con el médico particular, fui de uno al otro y ambos confirmaron la buena nueva. No más quimios, no más Don Linfoma, no más nada.

También me sentí en la obligación de llamar a las pocas personas a quienes de manera personal les había comunicado mis malas nuevas, me sentía avergonzada, como si la culpable de tanto error fuera yo. También me sentía desagradecida con Dios, porque no podía estallar mi alegría.

Las horas volaron entre llamada y llamada. Al siguiente día viajaba a Puebla para leer en la presentación que organizó Raquel para la obra de Marina Sábato. Me acompañaban mi marido, nuestro benjamín y cuatro amigas que compartieron gastos con nosotros para ayudarnos y también para conocer a la virgen de Chignahuapan.

Su alegría y la de Raquel y Marina, hizo al fin germinar, la semilla de la paz en mi sacudido corazón.

Ellos me contagiaron, porque había estado sin piso, mareada, como vacía. Ay Dios, en realidad estaba esperando que alguien me dijera que había un nuevo error, que todo tenía que seguir su curso. Me había enamorado de esa forma de muerte, un cáncer no doloroso, con una expectativa de algunos años de vida, de la paz que me inundaba a pesar de la certeza de muerte, de la gratitud por el amor recibido, pero todo esto sería motivo de otro texto, es demasiado para pretender encajonarlo en este párrafo.

Arrodillarme ante los pies de la Virgen en Chignahuapan en ese viaje, desató la avalancha de mis lágrimas, ahí sí, solté toda mi pena, la dejé a sus pies agradecida. Había planeado ir a verla, para pedir fuerzas cuando en verdad me sintiera enferma, cuando llegaran los días malos.

Pero esos días no llegarán, al menos por esta vez, así que mi visita fue de gratitud pura.

Fue al regreso de Puebla que mi pelo se cayó a manojos. No llegué a regalar mis trenzas y además tuve que raparme. Aún así, la pérdida del pelo es un precio barato, porque ya no recibiré otra sesión de quimio.

Estos falsos diagnósticos y el vandalismo en mi ciudad, los libero para que no me pesen como otro recuerdo que por retenerlo, lastra.

******

Tal vez te lo he dicho antes, pero prefiero repetirlo que callar, si abres la fotografía de la Virgen, podrás admirarla en toda su belleza y colosal figura, comparada no con el señor que aparece en primer plano, sino con quienes difícilmente se perciben bajo sus pies. ¿Los ves? Están ahí diminutos, a un lado del Tabernáculo, sólo así es posible captarla en toda su dimensión.

Ver por primera vez a La Inmaculada es amarla para toda la vida, eso como muchas otras cosas, me lo enseñó Raquel y me gusta compartirlo contigo.

sábado, mayo 19, 2007

XVII.- Eran las cinco de la tarde















Desde muy temprano estuvimos en la terraza. Ahora eran las cinco de la tarde. Raquel reposaba en Bella Epoca, a donde bajó después de comer.

Pensé en irme a la oficina a trabajar un rato, pero la hora era perfecta para gozar de la vista de las cúpulas del Carmen Bajo. Tenderme sobre uno de los camastros para esperar el ocaso, era una invitación que no podía desatender.

Nada más recostarme, supe que había elegido bien:
Ningún sonido turbó la paz de la tarde. El cielo azul y transparente me bañaba con la difusa luz que surcaba las nubes. Todo el jardín se proclamaba cuidado. Los arbustos se mecían para poner de relieve sus hojas, orgullosas de sus diversos tonos esmeralda.
Mi marido tarareaba en la cocina mientras lavaba los trastos de la comida, su voz y la música instrumental llegaban en alas hasta mis oídos.

Cerré los ojos agradecida, para pensar en la visita de Raquel, en su preocupación por mí, en su cariño, en la maravillosa comida que mi gordo preparó para nosotras, en su contento, que era fácil percibir por su alegre tarareo.

Con Raquel llegó Marina Sábato, ella es la autora de las acuarelas que ilustran mi libro, o más bien nuestro libro de Poemas Infantiles. Poemas que me llevaron a Trento en Italia, por la obra pictórica que sobre ellos, también hicieron algunos jóvenes de la Escuela Bellas Artes en Lima. Poemas a los que Alberto Revilla les regalara veinte preludios de guitarra clásica.
Hoy salió el primer artículo firmado por Oscar mi hijo en la Sección Cultural del Periódico Reforma.
Mi Rodrigo llegará mañana, ha concluido su licenciatura en Turismo, sólo falta que presente su examen profesional y recibirá su título.
Agustín el primogénito, se casa el día 20 de enero —después habrían de cambiar la fecha de boda— y desde ahora él y Paloma han decidido que no esperarán para tener su primer hijo, ninguno de los dos es un niño, saben bien lo que quieren y su felicidad es evidente.
Ricardo ya se los he contado tuvo ese gesto hermoso que me ha dado tanta tranquilidad en los últimos días y por si todo esto fuera poco, hoy hemos tenido por primera vez en mucho tiempo, tres reservaciones para hospedarse en la casa.
Desde allá de la cocina de mi gordo surgió providencial, la melodía que acompañó nuestros primeros momentos románticos hace casi cuarenta años: Al di La, Más allá, su letra jamás olvidaba, se transformó en caricia.

Alcé la cara al cielo para agradecer y entonces, para que la tarde entera fuera perfecta, la primera estrella, desgarró el manto azul y vino a posarse pícara y delicada sobre la punta de mi nariz y yo me incliné apresurada, para recibirla en medio de la frente.

No quería que mi gordo me viera llorar y pudiera preocuparse, así que cerré los ojos. Aún así, las lágrimas corrieron una detrás de la otra, mojando mis mejillas y el borde del mantón que llevo siempre sobre el vestido.

Es tan dulce llorar de gratitud que estoy segura que si recojo una lágrima entre los labios no tendrá el sabor que le conozco. Acaso ¿puedo pedir más a la vida?
****
El dibujo que ilumina este post es un tesoro para mí. Fue un regalo que nuestra MariCarmen, la que todos conocemos y amamos, me dio casi al finalizar EntreCaracoles.
Simplemente mirarlo me hace sentir feliz, por esa razón ninguna imagen mejor que esta para expresar gráficamente lo que hoy quise compartirles.

viernes, mayo 11, 2007

XVI.- La que soñó fue Graciela que es lo mismo que yo, o más bien nosotras















Asumo el sueño que te conté, como surgido de Graciela, la esposa que me habita.

Ya sabes que mi Graciela la de EntreCaracoles, quiso seguir amando y eso lo complicaba la disparidad entre su temperamento y el de su marido, lo que es lo mismo que decir el del mío. Mientras soy un volcán, el es un hombre calmo. Mi cintura pequeña, mis pechos, mis caderas reclamaban una atención mayor de la que él por su naturaleza podía darme. Lo entendí a tiempo, y también que mientras mi apariencia fuera así de sensual —mira que presumida— no me sería posible apaciguarme. Entonces sin pensarlo. Sin proponérmelo. Desde el subconsciente, una fuerza interior fue trabajando.

Modeló, o más bien deformó mi exterior, lo hizo enorme. Ahora soy un roble o acaso un Ahuehuete, pariente o algo así del gran árbol del Tule —ese gigante que crece aquí en el cercano poblado del mismo nombre— y me alegro de serlo porque esa fuerza no era mala, sólo me regaló un ancla. Aunque el fin no justifique los medios, puedo entenderlo.

He vivido creyendo en un hombre que me es fiel, a pesar de que vivimos una vida casi de hermanos, mucho tiempo antes de que yo la deseara. El sueño vino a espetarme en la cara: ¿Y si todo fue mentira? ¿Y si él ha calmado sus hambres sin mí? ¿Dónde me coloca eso?

Estoy ahora en el terreno de la confrontación conmigo misma, con mis verdades y mentiras escondidas. En un momento a solas, ese mismo día, retomé el sueño para diseccionarlo. Lo hice real, me metí en su verdad, la afronté y la vencí.

Aún si fuera así, no habría amargura, es más ni siquiera podría creerlo. El amor está ahí. Se que amarlo valió y sigue valiendo por cualquier sacrificio. Esas noches en que el abrazo fue ausencia, quedaron compensadas con multitud de pequeños detalles amorosos. Ese sueño no es nuestra realidad. Lo grito a los cuatro vientos y me gozo en ello.

La otra noche. Una de las primeras en que supe del cáncer, le di la espalda a sabiendas de que no dormiría y conociendo por su sola postura que también a él, el sueño se le negaba. Con mi actitud lo estaba dejando fuera de mi vida o mejor dicho de mi no vida y eso no era justo. No pude soportarlo y me volví hacia él:

—Gordito, no quiero que te preocupes, mi ánimo no flaquea y esto no va a suceder todos los días, pero hoy necesito llorar y que me abraces—.

Me acercó a su pecho y lloramos juntos en silencio. Unos minutos bastaron. Con el alma confortada, al poco tiempo nos quedamos dormidos. Hoy se, porque alguien que lo vió me lo ha contado, que él se mantenía sereno frente a mí, pero lloraba ante el altar del Señor del Rayo en Catedral, todos los días.

Sentirlo junto a mí. Acomodar su pelo húmedo en la frente. El toque de su pie diciendo que está cerca. El roce de su cuerpo que se acomoda al mío. Acariciar su espalda... Verlo cuando duerme... Todo eso es el amor ¿ Hay quien lo dude ?


*********
Ya sabes que antes para poder contarte, fue necesario desdoblarme, hoy asumo la voz de todas las que antes fui y digo, aunque esto del desnudarse en las palabras tiene su grado de dificultad, y dicen que para muestra basta un botón, así que mira:

Desde que inicié el blog, sólo ha existido un post en el que no recibí un sólo comentario. El tema tenía reminiscencias con este, aunque era más velado.

Creo que este lado de mi personalidad desconcierta, aún así, quiero brindártelo, que me conozcas como soy sin falsas apariencias. Esta que habla hoy también es Lety tu amiga. El post a que me refiero fue este http://porqueyoasiloquise.blogspot.com/2005/09/calma-en-la-superficie-la-tempestad-al.html si lo visitas, verás que no tiene comentarios y te aseguro que es el único en que no me visitaron ni tú ni nadie.

Aún así, terca como soy, vuelvo a ofrecerte mi realidad como una gota de agua vertida en el cuenco de tu mano.

miércoles, mayo 02, 2007

XV.- Eran los días difíciles, los del segundo diagnóstico, Raquel Olvera vino para hacerme sentir querida
















Eran los días difíciles, los del segundo diagnóstico y Raquel Olvera vino para hacerme sentir querida. Con el timbre del teléfono me despertó de un mal sueño: Mi marido me engañaba. Lo vi dentro de un hotelucho que en mi sueño frecuentaba. Las mujeres que vi lastimaron mi dignidad y provocaron mi enojo. Tanto que desperté iracunda.

Las imágenes bailaban en mi cabeza. Me parecieron tan reales que no evité responderle áspera, cuando me preguntó quien llamaba:

—Es Raquel hay que abrirle la puerta porque está a dos cuadras, viene en un taxi—.

A continuación sin que una cosa tuviera relación con la otra, le lancé al rostro: —Te soñé horrible, estabas en un hotel de mala muerte, donde acostumbras reunirte con mujerzuelas, no me hables, estoy furiosa—.

Mi gordo no contestó, movió la cabeza divertido, y se limitó a levantarse para abrir la puerta, en cuanto viera detenerse el taxi en el que Raquel llegaba.

No es que este tipo de explosión resulte común en mí. Tiene que haberse sorprendido aunque no me lo demostrara, así que agradecí su habitual silencio. Tuve tiempo de llegar al baño. Necesitaba echar fuera el sabor desagradable, lavarme la cara, alisar mi pelo y mirarme al espejo.
Mi cara tenía que estar serena para cuando Raquel entrara, pero no iba a ser posible. El mal sueño dejó su huella y me miré desencajada.

La voz cantarina de Raquel, me sorprendió tratando de corregir el estropicio. Pude responder alegre, con el vocativo cariñoso que desde hace tiempo le dedico, aunque si fuera por la edad la que debiera recibirlo soy yo:

—Ya voy mamita, regálame un ratito. Me estoy poniendo bonita—.

Nada de lo que hice sirvió. Así que me dije: —Estar bonita es estar bien peinada —todavía no perdía mis trenzas— y con la boca oliendo a fresco. Me desprendí del espejo y me lancé a sus brazos amorosos. Eso bastó para el sueño quedara olvidado. Eso creí, porque así pareció, quedar oculto o sepultado por el resto del día.

Fuimos de una actividad a otra, conversamos, reímos y lloramos. Le había dicho que me sentía bien, pero aún así, ella llegó para verme. Sólo entonces pudo creer que yo estaba tranquila, a pesar alojar en el cuello al señor Linfoma NO Hodking.

Gracias por leerme, tú das razón de ser a este blog