lunes, febrero 27, 2006

Cuando pienso en el mar, algunas veces dejo que vuelva la tortuga


Algunos recuerdos aunque dolorosos se guardan indelebles, otros no. Todavía ignoro el por qué del proceso de selección. Como no voy a dejar de escribir volqué este. Buscar su lugar forma parte de ese proceso, eso lo sé.

Dicen que la cargaron entre varios para sacarla del mar.

Se la entregaron a Cuca, el hijo de Doña Romana, la del restaurante junto al mar. Era mi amigo y también pescador, tenía los dientes blancos y una risa feliz.

Creo que estaba asustada, la habían jalado por las patas y en cuanto quedó tirada, con su concha volcada contra la arena, las escondió.

Yo no sabía entonces que las tortugas hacen eso, me la quedé mirando y escondió la cabeza también. Me acerqué porque quise. Después me quedé clavada. Sin poderme mover.

Cuca sacó su cuchillo y lo metió de lado entre la concha y carne. La tortuga sacó una pata y Cuca se la cortó. Del hoyo donde antes tuvo la pata saltó el chorro como de un manantial. Cuca volvió a hacer lo mismo, traz, traz, traz y traz, ahora la tortuga era una fuente con cinco llaves abiertas.

La arena se manchó. Mis pies eran rojos también.

El cuchillo no paró. Se metió entre la concha, hizo palanca y la separó.

Ahora la carne viva quedó al sol y fue cortando pedazos de tortuga que caían en la cazuela que tenía junto a él. Cabeza, patas, cada trozo en una danza de muerte, se movían sin parar, tocándose entre sí.

Volvió a cortar un pedazo más rojo que ninguno, y lo tendió hacia mí. De entre sus dedos apretados parecía que deseaba escapar. No necesitó decirme que era el corazón. Yo lo supe dentro de mí.

De hecho fue el último pedazo que pulsó.

Pensé que era de la tortuga. Cuando me cortaba un dedo, me lo chupaba. Yo conocía su sabor. Creí que los pedazos gritaban, ahora se que gritaba yo.

El corazón dejó de moverse, mi boca no dejó de sangrar.

Ya entonces volvía la vista para no ver caracoles rotos. Cuando se volvieron agua salada no lloré, los volví mar.

La tortuga me habló, por eso, aunque era niña, me dolió todo aquello que se perdió en el mar. Tal vez después de eso me encerré en el caracol.

La crueldad, desde entonces, no me volvió a tocar.

sábado, febrero 25, 2006

Tristán, para decir de él no me basta el título

Siempre pensé –y es cierto- que soy distinto. Cualquier cosa de los “iguales” me incomoda. Y no es que busque ser auténtico. Más bien, se busca no ser como los “mismos”. A la autenticidad, si llega, habrá que hacerle el menor caso. Al fin y al cabo los verdaderos auténticos son los que no lo saben.
Imponer modas, con la conciencia de hacerlo, o buscar cosas nuevas bajo el sol e intentar patentarlas, es de comunes y de corrientes. Lo que impongo y defiendo, por mi parte, es la libre palabra, la libre cátedra; el libre pájaro, el libre exilio (como el caracol); la libertad de culto, el libre albedrío; la libre caída, el libre comercio; la libertad con todos sus nombres, incluso la libre contradicción.
Por mi parte pues, supongo que la especie que grita ¡POESÍA! en medio de un incendio es la que no figura entre los “iguales”. Y supongo también que la que impone y defiende libertades es también la que se aleja de los “mismos”, porque practica –si no todas- por lo menos unas cuantas. Entre “mismos” e “iguales” no encuentro diferencia. Pero encuentro grandes zancos entre ser y no ser distinto.
Me senté a escribir sin saber por dónde iba. Es decir, lo sentía, pero bien a bien no sabía en realidad por dónde –precisamente- es que entraba a estas líneas.
Fue por el caracol y en consecuencia, por saber que eres distinta. Pensaba en el primer capítulo. Una distinción que puede haber entre el ejercicio de mandármelo y el ejercicio de recibirlo, y responderte “algo”. Es que somos hijo y madre, y viceversa, y es también que Entre Caracoles es una autobiografía, o biografía, o lo-que-sea-del-tipo. ¿Qué significa esto? Pues algo así como un ejercicio epistolar. No eres una autora común frente a tu libro, entonces, ni yo soy un lector común frente al mismo.
He vivido de lejitos, a veces más cerquita, los sollozos y los recuerdos de tu infancia. Y no es muy fácil verlos ahí pegados. Como si fueran una colección de mariposas sobre un álbum. Imagina verte sentada junto al estanque. Un poco triste por no alcanzar columpios –que siempre es triste-. Navegando el dedo en círculos sobre la superficie de la pileta, que no debe estar muy limpia. Imaginarte esa mariposa, pues, con las alas atravesadas por dos alfileres. No es una colección común, ni tampoco la encuentro fácil.
Pero bien. Tienes un no-sé-qué (¿es válido un no-sé-qué para alguien que no sólo te conoce sino que también es tu hijo?)… pues no sé, pero tienes un no-sé-qué. Y radica en la simbiosis, o binomio, o reducto de complementación, o libre contradicción que muy bien no entiendo. No tenías muñecas, era cierto. O más bien tenías muñecas sin tenerlas, que es tantito peor. Cuando por fin las tuviste ya no estabas en edad. Pero quizás era bueno colocarlas en algún sitio de tu nueva casa. Me refiero a las viejas, las de siempre, las que no podías tocar, no las nuevas, las de ahora. No las colocaste, pues, y preferiste regalarlas. Bueno, eso se entiende: otras niñas las necesitaban más que tú. Se entiende, pero es difícil aceptar la separación o ¿no?… yo al menos lo supongo. El no-se-qué, que no entiendo es ¿cómo pudiste olvidarlas? ¿Por qué no preguntar a las nuevas dueñas, por lo menos una vez, sobre su situación? ¿Ahora están mancas, perdidas, tuvieron hijitos? ¿Qué fue, pues, de su santa vida? La verdadera pregunta es cómo puedes echar los sueños, ciegamente, por la borda.
Tampoco me la vas a contestar porque yo mismo no la contestaría, ni a mí ni a nadie. Y si un día lo sabes y estás dispuesta a contestarla, seguro me taparía los oídos. Aquí me acuerdo del caracol. Me replegaría. ¿Por qué? Porque temo que nada hemos aprendido, y los míos, mis sueños, –quizá- los he ido arrojando de la misma manera. No por la borda, como ejemplifiqué estúpidamente los tuyos –que en realidad deben tener, aún así, un destino más romántico-. Por mi parte, me gusta pensar que los he ido cagando como periadham. ¿Sabes qué es “periadham”? Periadham es el excremento del unicornio. Una perla del tamaño de medio puño muy valorada en la época en que abundaban los unicornios (hoy no quiero pensar en su precio). Pero en aquel tiempo la gente salía en su búsqueda y se internaba en los bosques. Encontrarla era fácil, pero se necesitaba de mucha suerte. Digo, entonces, que era fácil porque la perla blanquísima brillaba como mil haces de luz en la oscuridad. Y digo que se podía hallar solamente con mucha suerte porque era raro que un unicornio cagara. Pues bien, los aldeanos tomaban la periadham con un paño –no por razones de higiene, pues al fin y al cabo era excremento, sino por razones inspiradas en el respeto- y luego la llevaban silenciosamente a sus casas. Tener esa luz en las casas, sobre una cómoda o sobre la mesa del comedor, representaba llenar de significaciones a la familia.
¿Alguien, entonces, encontrará nuestros sueños? ¿Los rescatará de su caída libre? Pensemos que sí, pero también pensemos que arrojarlos no es inercia ni ley natural ni constante invariable, sino todo lo contrario: un monumento a lo absurdo.
Ahora quiero ir a las conchas marinas. Me hizo como que algo chicharrón el poema dentro del texto. Es más. Lo voy a poner (aunque con algunos cambiecitos):

Para estar cerca,
recurría a la búsqueda de conchas
a la orilla del mar.
No me gustaba recoger conchas rotas.
Me ponía triste ver su mutilación.
Pensaba
que dolía la parte que faltaba.
Evitaba pisarles para no lastimarlas nuevamente,
pero también, lo confieso,
evitaba mirarlas.
Evitabas mirarlas. Como una mujer escondida que ha vivido hacia adentro. En libre exilio, precisamente. En libre albedrío. Y a esta libertad de confinamiento me refería al principio: al caracol. Los tiempos satinaron su historia, dices. Y es cierto. Pero quién es el tiempo –que acuérdate que es un cuervo que nos sacó los ojos-. ¿Quién es el tiempo?
Mientras no sepamos del tiempo, haces bien en recurrir a la reclusión temporal. Porque allá en el encierro se dicen muchas cosas. Allá hay muchos otros y, precisamente, muchas leticias. Allá adentro hay un río a donde se desaguan las cosas que hacemos y las palabras que decimos. Y se funden, por fuerza de su cauce –que dicen es fuerte, a veces se siente-, en lo que no hacemos y no decimos.
Te mando muchos besos, caracol,
y muchos más para tus significaciones, como la luz del unicornio,
tu otro caracol eterno,
o sea mi papá
***
Decir quien es Tristán es decir mucho, baste decir que escribe y remitirlos a su blog. Hoy encontrarán ahí uno de sus poemas cortos, contundente, que deja sin respirar. Cuand escribe, muestra el otro lado de la luna, de la moneda, o su otro yo, como lo quieran ver.
En la vida diaria, la transparencia de su alma, lo rebasa y lo deja sin máscaras. Así lo veo yo.
Esta es su carta tal como la escribió cuando EntreCaracoles más que texto era promesa, de ahí que incorporara la explicación para no haber preguntado por las muñecas y muchas otras más.

viernes, febrero 24, 2006

La que motiva sonrisas en días difíciles, la que arranca piropos al más serio: MariCarmen

Mi querida Lety,
He sido muy afortunada por haber coincidido contigo en este infinito mar.
Esta historia me cautivo desde el primer momento, me he sentido identificada en muchos aspectos de la vida de cada una de estas mujeres, con sus historias, sus momentos amargos, sus días de felicidad y hasta sus penas y siento que has logrado brindarnos esa magia que es justo la que el lector necesita encontrar: Tomar la voz y la palabra y hacerla parte de nosotros hasta producirnos un escalofrío en el alma.
Muchos domingos en los que me acostumbré a leerte con toda calma y un cafecito recién hecho a un lado las cuestioné, las entendí, las sufrí, interpreté su actitud y sobre todo Lety, las viví. Y entonces dejaron de ser simples personajes que van guiando los relatos de una historia para convertirse en mi madrina, en mi madre sobre protectora, en la mujer que tenía que tomar decisiones, en la oprimida, en la que dejó escrita sus necesidades entre unas líneas mientras la voz de un cuadro la observaba.
Has escalado un peldaño muy importante y hoy puedo decirte que estás aquí sentada en mi casa, con mi familia, intercambiando piedritas con mi hijo, y a la vez yo estoy sentada en esa terraza divina respirando el aroma a tierra mojada de los macetones con las que ahora son “nuestras mujeres”.
A las personas como tu Lety, no se puede más que darles las gracias por haber abierto esa ventana y permitirnos, a los que con tanto agrado te leemos, el asomarnos para conocer esta historia que nos muestra la vida de diferentes maneras.
Este no fue el final, si no el principio.

Con mucho cariño,
Mary Carmen San Vicente IglesiasEstado de México, Febrero de 2006
***
En este fin de semana debiera haberse convertido en realidad ese cafecito con MariCarmen, pero razones que no vienen al caso lo posponen.
Me encanta cuando MariCarmen me dice las cuestioné, porque es cierto, incluso, cuando Esther la madre hablaba, creí haberla perdido y sufrí por ello. A lo largo de estos meses fue tan grato saber que los domingos guardaba un momentito para leerme, como tristes fueron los domingos en que no apareció, por culpa de alguna de mis mujeres.
Con ella se cumple lo que deseaba con este texto y con estas cartas. Estar sentadas una en la casa de la otra. Porque si se logró ser real ¿que más puedo pedir?
Concebí que la incorporación de las cartas, fuera algo como mostrarles la filmación, o los entretelones, que a través de ellas pudieran ver, que muchos de los comentarios o sugerencias fueron incorporados al texto y así poner de manifiesto ese sentimiento de realidad.
¿Es bueno esto, o una tontería? O será otra más de las cosas que me suceden, donde por falta de escolaridad, en las que invento el hilo negro, sólo para venir a saber que ya estaba inventado. No lo se, aýúdenme a entenderlo.
Ay se me pasaba decir que amo a mi Hooligan, a Lady Pubertiana y al Susodicho también, jeje, aunque se encelen mi gordo y MariCarmen, que le vamos a hacer.

miércoles, febrero 22, 2006

¿Escribo para que me quieran?

Querida Lety:

Yo sé que he sido muy irrespetuosa con "Entre caracoles", no tengo disculpa, tenía aquí mismo tus palabras, aquí, a mi lado, acompañándome silenciosas, dignas, valientes, y yo no les hacía caso...

Hoy, las desnudé, de un tirón, como se bebe un buen vino o se dicen palabras de amor, y en cada línea no podía dejar de preguntarme: ¿por qué esa actitud tan honesta?, ¿por qué esa actitud tan valiente?, ¿por qué ha compartido conmigo los pasadizos, me ha dado la mano, me ha invitado a caminar por sus laberintos?
¿Por qué Lety?
También, recordaba a la mujer que entre poema y poema de los compañeros en Ciudad Juárez, la leyó, y opinó sin terminar... sentía como si de pronto, te azotaran.
Querida... ¿cómo vas a perdonar mi desdén?
Norma siempre dice: "Una escribe para que la quieran", yo no sé si tú escribes para que se te quiera más, no sé si ese es tu objetivo, lo que sí sé es que en efecto, yo te quiero más, en mis tristísimos limitaciones, desde mi rudeza, hoy me he emocionado porque me has dado una lección de dignidad.
¿Se puede pedir más que la alegría de saber que al otro lado de océano una mujer como tú compartió conmigo ratos de confesiones y de risas?
Definitivamente no. Te admiro, Silvia.
***
Silvia, querida amiga, mujer admirable por su compromiso social y gran poeta, me escribió esta carta y plantó esa interrogante en mi, pero he decidido que no es esa la razón, escribo porque necesito hacerlo, escribo porque necesito decir.

viernes, febrero 17, 2006

Ninett en su tercera lectura

Buen día, Lety.

Al corregir tu novela y leerla por tercera vez, me sigo preguntando: ¿cómo has podido entregarte a tan variadas voces, sin perder el objetivo? Incluso la niña tiene un poco de todas y es Ellas.

Tu novela está salpicada de instantes poéticos por doquier, eso es lo que la hace ser poética. Te había dicho, al principio, que la lectura me pareció un ir y venir de olas. Finalmente, al profundizar en ella, me ha parecido que es la voz, el corazón de una niña a quien se le tapa la boca por instantes y cuando está libre corre con su voz hacia donde quiere.

Todas las mujeres me han llamado la atención, siento que tengo algo qué ver con ellas. Es una especie de complicidad o confesión que ellas mismas provocan, no lo sé. Zarah ha sido un hermoso regalo. Nadie como ella, con esa fuerza de nombre que lleva en las letras, como para recordarnos, a ti y a tus lectores, que nada se ha concluido, que ahí estará ella para cimbrar la tierra cuando esté seca, atizando el carbón para hacer fuego, convocando relámpagos para que llueva.

Las imágenes de tu vida familiar y de tu interior que nos has compartido, te las agradezco. En ellas pude encontrar tanto la perfección como el desvío, el desencuentro. Los extremos se tocan, como sabes, porque ambos provienen de la pasión por vivir. En fin, todavía hay mucho de qué hablar, pero ahora, que te entrego la primera versión corregida de tu novela (le daré otra leída para ver qué más falta), también te entrego una lista de comentarios y especificaciones de las correcciones que hice a la novela.

Comentarios generales:

~ La novela tiene temperamento, temple. Cuando algo tiene principio y fin sin interrupciones, se dice que es redondo. La novela es redonda, aunque eso no exceptúa que pueda ampliarse.
~ La trama y el estilo son claros, hiciste un muy buen trabajo.

Sobre las correcciones:

~ No hubo correcciones de fondo, sólo gramaticales: repetición de palabras como aquello-a, mientras, amigas, verdad. Precisiones en signos de puntuación, sobre todo en comas.
Me gustaría que vieras los cambios que hice en las hojas, te pregunto si crees necesario que te envíe las correcciones hechas sobre el papel.

Volveré a releer tu novela para atrapar lo que se me escapó. En una semana más espero dártela. Te mando muchos besos y abrazos, saludos a tu familia.

Ninett.
***
Subí esta carta de Ninett para darle el reconocimiento y la gratitud que su labor de corrección ortográfica y de estilo merecen, también para que ustedes vean, que no son míos. Son producto de sus observaciones y de mi deseo de atender a ellas para brindarles un texto limpio y honesto.
De Ninett hay mucho por hablar, pero ya podré contarles un día, por hoy, he colocado el link al blog que está estrenando, ya verán que habrá mucho que leer en ese espacio, porque ella tiene mucho para dar.
Estoy un poco preocupada, por favor háganme saber si les gusta leerlas. Y no olviden que los espero en su otra casa, donde estamos leyendo poemas en tres idiomas

miércoles, febrero 15, 2006

Enigma y mi gratitud

Ilustrísima.

No podía Yo, no cumplir mi palabra, aunque sea tarde en la probable lista que todos van haciendo conforme llegan sus misivas a su correo; pero sencillamente tiempo no había tenido para tranquilamente, escribirle unas cuantas palabras.

Sin duda alguna, su trabajo en "Porque Yo así lo quise..." es mas allá de homenajes y alabanzas, una muestra misma de la vida que muchas personas tienen en silente estado, recordada por sus letras que unidas, hacen un acto de contrición de almas y corazones.

Recordar a los hermanos, así como a los amigos, como a los padrinos y los padres en situaciones tan sencillas y humanamente reales, hace que uno evoque tiempos idos, pero no por ello, menos malos o buenos, según sea el caso, que los actuales o por venir.

Así como cantar es disparar hacia el olvido, el escribir como usted lohace, también lo es. No pretendo extenderme, puesto que lacónico soy, pero dejo a usted estas muy sinceras palabras en reconocimiento de su obra, que puede estar segura, agrada a mas de uno. Me inclino en el saludo a usted.
El Enigma
México DF. a 8 de Febrero de 2006
***
Conocer a Enigma ha venido a sacarme del mundo mágico y por ello egoista en el que estaba encerrada. La formalidad de su espacio se ve en ese inmerecido vocativo que hoy me ha dedicado. Vocativos cariñosos como este me enriquecen y los atesoro con amor. Van hoy sus palabras, lacónicas como el dice, y por ello aún más valiosas, porque en medio de sus ocupaciones tuvo tiempo para EntreCaracoles y también para mí.

lunes, febrero 13, 2006

Olie desde Antofagasta Chile

"Entre Caracoles"

Inicio mi carta, querida Lety, con un aplauso por el título con el que has bautizado tu primer hijo literario "en grande". Y es que los caracoles son, para mí, tal vez para muchos, una reminiscencia al interior, al claroscuro, a la capacidad de estar sin estar, bastando para ello el simple hecho de partir con su casa a cualquier parte y desaparecer entre los arbustos, bajo las hojas, dejando sólo su hilo de plata como signo de su paso.

Hermoso relato, amiga. Tus palabras justas, la descripción íntima de las mujeres, descubrir que hay un poco de mí en ellas. En otras palabras, has tenido la inteligencia de describir caracteres universales y con mucho estilo.

Me ha gustado tu novela, Lety. He aprendido a conocerte mejor a través de tus mujeres. También me ha visitado fuertemente la imagen de la colección de caracolas de Pablo Neruda, ignoro por qué he asociado tus caracoles con esas caracolas, tal vez porque estas últimas guardan en su interior el misterioso sonido del mar y tus mujeres, a su vez, guardan el insondable misterio que es, siempre y para siempre, el corazón de una mujer.

Te aliento a seguir desde mi pequeñez. También lo harán quienes han crecido y son grandes en el arte de escribir. No es fácil depositar en un texto las ideas que el corazón precipita. Pero tú lo lograste y ha sido una experiencia bella.

Creo que me demoré más de la cuenta porque quise disfrutar cada línea, cada sorpresa, cada reflexión.

Me has regalado hermosas noches de lectura... ¡espero más!

Un abrazo desde el alma:

Olie

***
He sido mujer-caracol, dejé salir el silencio y les recibí en la intimidad de mis mujeres, con todos sus desaciertos, sin ocultar ninguno. Quería provocar que cada uno buceara en su otredad y así llegamos a conocernos amigos. Por eso les pedí una carta, porque deseaba saber si lo había logrado.
Tu carta Olie tiene un lugar en mi corazón y todas las que he recibido me mueven en lo profundo. Dejaría de ser humana si así no fuera, jejeje, pero por favor díganme también las fallas, regálenme otro jaloncito a la realidad como el de Gabi, para que yo pueda hacer este texto, digno del tiempo que ustedes han dedicado a su lectura.
No quiero perderles, así que cerraremos este círculo en breve, pero aún hay cartas que me interesa mucho conozcan quienes tenga la paciencia para ello, mientras tanto los invito a quienes no la conocen, a visitar su otra casa Quiero decir... y algún día, estoy trabajando en eso, podré regalarles también mi voz, no saben cuánto lo deseo.

sábado, febrero 11, 2006

Jethro y Gabriela Zayas, así cimbró la arena



Querida Lety,

Al final la semanita, que parecía tranquila, se me complicó. Bueno, a lo que iba.

He leído tu libro de principio a fin y lo primero que debo decir es ¡Qué bien escribes!

El tema es tremendo; me produce un doble reacción, por un lado, es un tema que yo no viví nunca, y me resulta difícil comprenderlo. Por otro, es estremecedor, porque aún persiste esta discriminación contra las mujeres en muchas partes del mundo.

En cuanto a lo primero, yo nací en una familia de divorciados, mi madre era economista, nunca dependió de mi padre, es más, lo rechazó. Mi familia era muy diferente de la tuya y yo he sido siempre una persona libre, quizá demasiado. Nunca me he topado con discriminaciones ni las habría tolerado, y así, sin haber tenido esa experiencia, me siento lejos de poder comprenderla. Porque, por otro lado, a partir de tu matrimonio, creo que pudiste hacer cosas y no las hiciste, de modo que esa parte de tu relato para mí queda oscurecida por el misterio.

En cuanto a lo segundo, probablemente por lo primero, yo nunca me he creído que la mujer es una simple víctima. Y en ese sentido, tu libro es muy honesto. Te has vengado, en los demás y en ti misma. Toda víctima es, a su vez, verdugo. Es un libro muy honesto.

Hay dos cosas en el libro que no me gustan: creo que las voces son excesivamente numerosas y no acaban (al menos a mí me lo parece), de distinguirse. En cambio, todas tienen algo en común y es un moralismo, es decir, un deseo de haber sido mejores o más buenas...

Literariamente, este aspecto me parece flojo, si bien sentimentalmente puede estar bien. Hay un sentimiento de culpa que no comparto en el fondo de todas esas intervenciones. Un moralismo judeocristiano...una falta de reconocimiento de la labor del padre en la educación y el manejo de los hijos, dejando toda la responsabilidad para la madre...eso te lo señalé en su momento.

Y también pasa lo mismo con los hijos: no me parece lógico cuestionarse si una lo ha hecho bien o mal como madre y no cuestionarse a la vez si ellos han sido buenos o malos hijos...En todo caso, yo no me he cuestionado eso nunca, por lo que tampoco lo comprendo, ni le veo la utilidad.

En cuanto al tema de los padres de las voces, la madre, la madrina...todo eso es tan rural, pasar los hijos para que sean criados por otros...A mí me resulta difícil de comprender, y más todavía que la autoridad (no jurídica, sino moral), la ostente ese padre castrador y machista, sin que eso sea cuestionado (pienso en mayorías de edad, etc.). Y no logro comprenderlo.

No he comprendido por qué una mujer de 18 años no puede tomar una decisión de educarse, si lo desea...En fin, que en todo esto carezco de la información sobre ese tipo de formaciones familiares que sé que han existido (en España también), pero que yo contemplo como si fueran de Marte.

El estilo me gusta, la forma de enfocar las cosas, no. Lo que admiro es la capacidad que has tenido de darle la vuelta a la tortilla ahora. Y escribir ( y pintar) de ese modo tan estupendo.

Lo que yo haría...yo cambiaría de tema. Ahora que has llevado a cabo tu catarsis, y has sacado ese resentimiento (rodeada como estabas de machos: padre, marido, hijos), y de mujeres castradoras (madre y madrina), y has alcanzado una voz literaria muy potente y estremecedora.

Si tuviera que determinar el tema de tu libro, diría que es Una infamante historia de machismo. En ese sentido, me imagino que muchas mujeres se sentirán representadas. Es un retrato terrible.

Mi forma de ser mujer difiere tanto de la tuya...admiro la capacidad de entrega y la generosidad que tienes. Yo carezco de ella. Soy egoísta, pero me siento feliz así. Por lo que admirándote, no me cambiaría por ti (quiero decir, que quizá si yo hubiera sido como tú habría sido más feliz, o en este momento seguiría casada con mi amado ex, pero que no puedo contemplar la vida como entrega a los otros).

Tu libro es un testimonio tremendo de una visión ruralista y sexista, de derechas. Y tu libro, al escribirlo, es también el testimonio de qe todo eso no consiguió romperte más que transitoriamente. Eres un ave fénix.

Esto es lo que me ha sugerido la lectura. Me ha movido cosas, me ha indignado, me ha desconcertado. Y me ha servido para conocerte, cosa que considero muy interesante.

Un beso grande, Lety, un abrazo.

Gabi

***

Con cuanta impaciencia esperaba esta carta de Gabi, yo sabía lo que su temperamento exigente y honesto la llevaría a decirme. Amo esta carta, tanto como amo las suaves y dulces palabras de Laura.

Ahora se por donde debo seguir trabajando en el texto de EntreCaracoles, no me decidiría a eliminar facetas de esta mujer que soy yo, y que dicho sea de paso, me siento feliz de verme "descubierta" por Gabi, pero si estoy lista, citando sólo una de las enseñanzas que la carta de Gabi contiene, para trabajar en corregir esa idea que he plantado de la falta de reconocimiento de la labor del padre en la educación de los hijos, para dejar sentado que ese es el caso subjetivo, pero no la generalidad ni la recomendación. Necesito dejar claro que el texto es eso un testimonio, pero no una narración moralizante, porque se cuentan sucesos tal como se vivieron, no como se debieran haber vivido, ni siquiera como se quisieran haber vivido, y si esto no quedó claro, también sobre ello debo trabajar duramente.

Ahora, por qué adorna la fotografía de Jethro este post. Él es el hijo recién nacido de Xavier Villareal mi compañero en Cardo, quiero felicitarlo de este modo y decirle cuanto bien le deseo. Jethro viene a recordarnos que la vida es un ciclo contínuo, él representa la esperanza del futuro, el renacer de cada día.

Él representa mi promesa a Gabi de aprovechar sus enseñanzas para crecer; también mi gratitud a Gabi otra vez, a Laura, a Jean Georges, y a todos los que me han escrito, por el amor que me regalan y cultivo cada día.

Por favor regálenme su crítica, no sólo su amor, así me verán crecer como Jethro un día.

miércoles, febrero 08, 2006

Jean Georges y su filosofía de la A a la A

Madre Lety:
No se preocupe de escribir para mujeres, de escribir para monos o de lectura para el momento en que el sol se está por ir y una raya verde aparece en el horizonte.
Sólo escupa hacia afuera, deje entrañas en la mesa de disección, la sangre goteando de felicidad y la llaga en la mano, porque el bolígrafo se hizo plástico consumido en medio del estado frenético, letras que quieren escapar corriendo, descolgándose de los renglones, mayúsculas suicidas y puntos ajenos.
Regale letras desde cavernas profundas, donde bucear sin snorkel hasta que falte el aire y ahí salir a la superficie a renovarse. Y volver, volver más de una vez hasta el fondo de corales, peces de colores haciendo cosquillas y el tiempo que se hace amigo y todo parece detenerse en una esfera perfecta, plástico transparente para poder ver con claridad.
Escriba, regale oraciones cargadas de años, para ir de a poco diseñando el camino de piedras suaves, desgastadas; sendero amable para salir tras suyo y descubrir la taza de té humeante, pan recién horneado y otro cuento con cobijas. Quedarse quieto, que el mar arrulle mientras usted dibuja sensaciones en el papel.
Jean Georges
***
No se cómo ni por qué me vi favorecida, pero casi al inicio de este blog, tuve la dicha de ser visitada por Jean Georges, y también por gratuidad, gocé de su presencia y su poética palabra al llegar al final de estos textos. No podía dejar de hacerle honor a y expresarle mi afecto y gratitud, les comparto su comentario.

viernes, febrero 03, 2006

Laura, MujerCaracol, escribe

Querida Lety:

Terminar la lectura de tu relato me ha dejado el sabor amargo que tiene toda despedida. Extrañaré cada día la espera ansiosa de las diferentes entregas de esta historia.
No soy muy buena para expresar lo que me ha dejado esta lectura. La profundidad de cada una de las reflexiones de esas “mujeres-niñas”, sus dolores, sus dudas y la belleza que encerraban son cosas que causan una sensación intrasmisible en el alma y, para las cuales, las palabras huelgan.
Trataré, de todas maneras, de mostrar qué ha significado para mí, “Entre Caracoles”. Pero como mis sentimientos - vos bien sabés- son imágenes, recurriré a ellas para que me sea mas sencillo.

Playas vírgenes, solitarias y blancas
sembradas de caracoles,
uno junto a otro, desperdigados en la arena,
a la espera de un niño con un balde en la mano
ansioso por recogerlos cual valioso botín.
Caracoles pequeños y laberínticos,
frágiles y musicales,
capaces de encerrar en su pequeñez el bravío sonido del mar.
Tus mujeres-niñas son esos caracoles:
pequeñas, intrincadas,
frágiles por fuera y fuertes por dentro,
cofres humanos de recuerdos y sentires,
donde habita la inmensidad del mar calmo
y la bravura de su tempestad.
Mujeres-caracoles como flores en la playa
cuyo perfume de rosas y jazmines tiñen la historia.
Mujeres que, como el rumor del mar en las caracolas,
nos hablan sólo si acercamos nuestro oído a su corazón.

Espero haber sido justa con tus mujeres y contigo. Gracias Lety por darles vida. Gracias a ellas por dejarse vivir. Gracias por permitirnos mirarnos en ellas como en el espejo de nuestra alma.Con mi cariño de siempre,
***
Laura nuestra gentil amiga, me ha permitido compartir con ustedes sus impresiones acerca de este viaje que juntos emprendimos, acerca de estas voces que son de todos, de esta conjunción de caracoles que nosotros somos.
Lanzo pues su voz, dueña de esa orfébrica sutileza que es su sello personal y va mi gratitud tras ella.

miércoles, febrero 01, 2006

El recital es el núcleo de la coherencia del relato

Desentrañar las impresiones tan ricas que he recibido a partir de la lectura de tu texto no es una operación simple. También la lectura es un caracol verdadero: la componen emociones escondidas, rincones sorpresivos.
Me tocó este texto de una manera muy especial, rara en mí y ahora que quiero comunicar lo que sentí no puedo darte, como suelo hacerlo, ni un análisis ni una sola imagen constituyente del sentimiento general. Los sentimientos fueron diversos y contrastantes, quiero insistir en esto para empezar.
Según yo, este objeto literario que has producido contiene un encanto, un calor altamente valiosos. Además logras un acto de comunicación muy fuerte: es y no es una novela autobiográfica, es mas bien un cuento de hadas largo pero es también un testimonio con un valor (te parecerá frío el termino pero me parece exacto) social grande.
Veo yo que lleva en filigrana un relato de sociología intima. Esta(s) mujere(s) se despliegan y se retraen como caracoles porque asumen muchas condiciones de su existencia particular, las reflejan, las reflexionan. Eso es muy bonito, tendrá un alcance fuerte como tal, como una pequeña filosofía de ser mujer…
Creo por eso que no es una novela (¡y no porque la escritura tenga fallas en si!): tu intención no era novelística en realidad. Y está muy bien.
También me permitiré señalarte (ya que ahora tengo la suerte de conocerte mejor) que no es un relato terapéutico, tu misma lo has de sentir. Un relato terapéutico tuyo, creo, pondría en escena demonios y ángeles, conflictos y reconciliaciones.
Tú diseñas hadas, figuras ambiguas, cuyos poderes son imprevisibles. De hecho a mi me gusta mas esta elección.
A esta materia emocional, lúdica e inteligente, muy densa, supiste darle una forma tremendamente relevante: el recital.
Creo que tu temperamento exigente, honesto y firme son cualidades además de humanas muy literarias. La manera con la que tratas el concepto del recital en “Entre Caracoles” evidencia que tu espontaneidad para escribir permitió que explotaras sin saberlo estas virtudes. El recital es el núcleo de la coherencia del relato. Si algunos pasajes no tienen mucha precisión (¡es tu primera novela!), la lectura se termina y se acaba (en el sentido estricto) porque logra ser UN recital. Tus personajes son puras voces, el proceso es un festejo de dudas, decepciones, intenciones, pensamientos, gozos.
Leer “Entre Caracoles” es como acudir a una cita en un café donde van a recitar y llegar a un acto sinfónico.
Tengo muchísima curiosidad en leer el cambio que hiciste en el primer y último capítulos (mándamelos por favor) porque creo que podrías optimizar mucho mas esta idea brindándole a tu recital ese director de orquestra de que me hablas, cómplice del lector como en los cuentos de hadas. Atreverte a enunciar el NOSOTROS desde el principio (no como planteamiento sino como POSIBILIDAD a la que el lector se podrá referir ; al final se percatará que en efecto has estando explorando ESTA posibilidad.
Querida Lety: que experiencia tan hermosa llevaste a cabo! Y cuantas cosas te hacen falta por recorrer en la escritura de otros textos. Por favor sigue escribiendo, sin que te importen los géneros ni las categorías. Tu plasmas emociones autenticas, eso es arte, eso es expresión potente. Escribe cuentos, crónicas, novelas, poemas, terapias, yo que sé … estudios antropológicos!
… Y mándamelos!!
Aquí en Francia tienes tu club de aficionados de tanto que ya he hablado de ti, mi campeona.Te quiero mucho compañera salvaje.Claire

Gracias por leerme, tú das razón de ser a este blog