domingo, enero 07, 2007

Contrición y soberbia

El regreso a la casa lo hice sin darme cuenta. No miré el rostro de mi padre, porque estoy segura que en mi angustia hubiera podido medir el tamaño de la mentira.
A mí que me encantaba Tarzán por su valor para enfrentarse a las fieras, ahora me reconocía cobarde.

No se ni cómo me encontré en casa nuevamente. La cobardía me obnubiló y me cerró los labios y la cordura, pero no me quitó la memoria.

Todavía veo el enorme zaguán de casa de Toña Molina, las bancas de piedra ante la fachada, la oscuridad del portal de la entrada, el silencio opresivo, casi visual de la calle, cuando la madera de la puerta volvió a crujir a mis espaldas.

La cobardía me quitó la alegría también, y las ganas de volver a la escuela.

No se que aberración pasó por mi mente, pero es el caso que al otro día, al ver a Toña le volví la cabeza y le negué el saludo.
Ella me sonrió y yo, como si no la hubiera visto.

Entramos a clases y en mi espalda rebotaban las bolitas de papel que me lanzaba pero no hice intento de recoger ninguna mientras ella estuvo presente.
Después volví al salón, las levanté una a una y entre lágrimas leí:

—Yo quiero ser tu amiga. No te enojes conmigo. No me importa que me hayan pegado.—

Yo también quería ser su amiga pero no podía.
El peso de mi culpa era demasiado para mis pequeños hombros. No podía perdonarme. No merecía su amistad y no sabía como decirlo.
Para nada sirvió ante tan grande falta mi Primera Comunión. Confundí contrición con soberbia.
Si; hablo de la soberbia porque la conocí a partir de entonces. No pude perdonarme y a Toña Molina jamás volví a hablarle.

Toña ya se los dije, dejó la escuela ese mismo año y se fue a vivir a México. Su recuerdo y el de mi mala acción me acompañaron mucho tiempo, es más, me sirvió para ilustrar alguna catequesis testimonial con mi grupo de jóvenes en Familia Educadora en la Fe.

Pero esta historia, tal como me gustan las historias, tiene un final feliz.

Volví a ver a Toña hace unos pocos años, después de mis cincuenta. En cuanto la descubrí me acerqué a ella, y sin esperar, temerosa de no volver a encontrarla, le hablé de aquel episodio y de mi arrepentimiento. Ella me tendió los brazos y cobijó mis retrasadas lágrimas.

La volví a ver ayer en la Misa de mi hermano muerto. Hoy compartimos algo más; ella tampoco tiene pelo. Ella también está en recuperación de su quimioterapia.

****

16 comentarios:

Manuel dijo...

Nadie sabe con quien se topara mañana...

J.S. Zolliker dijo...

Qué delicia, espíritu bello! Qué falta me hacía leerte y que buena forma de comenzar el año. Un abrazo y felicitaciones por este rico texto!

Anónimo dijo...

Está la química que ataca al cuerpo, por otro lado, está la química del alma que transforma la soberbia en un acto de ternura. Ha vuelto Ud. para manejar el relato con su acostumbrada sabiduría. Abrazos.

Anónimo dijo...

Me he tomado tiempo para leer atentamente, lo que compartes...eres un prodigio de vitalidad y energía!
Será un placer seguirte y contar contigo compañera: Eres de las personas que nos hacen crecer. Tengo suerte porque hayamos coincidido. Este es un tiempo especial, lleno de almas especiales. Voy poniendo en mi página vuestros nombres, como sumando rosas en este jardín tan especial.
Gracias niña, es un placer.

tyare dijo...

Lety! TE vine a saludar y me encontre con la ingrata sorpresa de que padeces esa "maldita " enfermedad que aqueja a mi mamá también. Te mando muchos carinitos de acá y fuerza para que luches y salgas victoriosa. Las cosas cambian y las situaciones que aveces nos mortifican, otras cambian totalmente y nos reconcialian el espirítu, como te pasó con toña. Un beso.

Anónimo dijo...

Toña y vos estuviron unidas siempre, pese a todo. Se cumplió el pedido de Toña y tu deseo escondido: ser amigas.
Que la vida te haya dado la oportunidad de reencontrarla es maravilloso y más aún de experimentar que la bondad y el cariño siguieron germinando en Toña.
La vida es un camino circular. A larga y a la corta todo se reencuentra y nos damos cuenta de que nos unen a los otros más cosas de las que pensamos.
Toña es una verdadera amiga: un otro yo.
Besos grandes. Hermosa historia

Anónimo dijo...

Mañana, pase lo que pase, regreso a tu casa para beberme tus palabras, letra a letra... Y tu sabès que asì serà.
Un beso

Anónimo dijo...

Se dice que "las personas se encuentran dos veces", para graficar nada mejor que tu historia, creo que siempre la vida nos da la posibilidad de raparar nuestras faltas, solo está en nosotros el tomarla concientemente, hay veces que no nos damos cuenta y otras de pura necedad las dejamos pasar y le damos la espalda.
Te dejo un beso grandote y muchos cariños.

Anónimo dijo...

Me llega el abrazo en que os fundisteis y las lágrimas que corrieron por tus mejillas... Te agradezco tu valentía al compartirlas... Un abrazo. Chayo

ka! dijo...

Aaaay Na´Leticia...cosas pues que nos ocurren...

En la casa tuya allá en el istmo tenemos el mísmo problema...he vuelto apenas ayer a veracruz y traigo el corazón un tanto oprimido..

ya te contaré Na´biaani...ya te contaré..

Anónimo dijo...

lety querida, he vuelto a tus letras y como siempre me encantan, esta forma tuya de recordar y vivir los recuerdos =) te abrazo siempre siempre. gracias por visitarme estos dias que estuve ausente =)

Anónimo dijo...

El mundo , en cierta forma , es pequeño .Tan sólo tiene cuatro esquinas , y al doblar cualquiera, tropezamos con el pasado que nunca acaba de irse de nuestra memoria...Quizá para crecernos con él. Como el cabello...A mí hace algún tiempo, ya me creció ...
Me ha encantado leerte.Y , de alguna manera compartír experiencia. Cada día es un comienzo.

Un abrazo

Gonzalo Villar Bordones dijo...

a mi me encantaba Tarzán, por su forma de nadar.

Erika Contreras dijo...

Leí con emoción tus dos últimos post. Cuando se es niña los problemas parecen gigantes. Mi madre tampoco aprobaba que leyeramos a Corin Tellado y la desobedencia también era motivo de castigo.
Qué bueno que pudiste cerrar el círculo con tu amiga, nunca es tarde.
un beso
erika

Anónimo dijo...

Lety, hola
me gustan mucho tus historias.
Cariño, sensibilidad y sabiduría en tus textos... es lo que percibo.
Fue una suerte descubrirte, por aquí andaré de visita.
Te mando un abrazo,
Juana

MentesSueltas dijo...

Hermoso, potente, energetico y directo al corazón... como siempre.

Dejo un abrazo iluminado.

MentesSueltas

Gracias por leerme, tú das razón de ser a este blog