domingo, noviembre 06, 2005

Sabe que toca la superficie, no el meollo de su historia

Esther abandona la pluma sobre el regazo para organizar sus pensamientos por otro derrotero. Sabe que toca la superficie, no el meollo de su historia. Quiere encontrarse consigo misma. Cierra los ojos y se aquieta. Se dibuja en su mente una niña.
¡Es la del Morgan! Reconoce su gesto inquisitivo que ya le es familiar. Su mirada, que le parece triste, la lleva a recordarse. Intuye que le va a ayudar, y así vuelve a escribir:

Esther también creció lejos de la casa paterna...
—nota de inmediato que escribe en tercera persona y sigue porque le agrada y se siente cómoda—
Y se vio sometida a un yugo semejante a un internado. Llamadas telefónicas, amistades, cartas y conversaciones le fueron siempre supervisadas. Respecto al vestuario, además de serle elegido en el momento de la compra, también lo era en el momento de portarlo. Tenía la ropa de entre casa, de la escuela, de domingo y días festivos, pero no era libre de utilizarla cuando quería. Siempre estaba sometida a normas y días específicos. Y esto lo dice sólo como muestra del estilo de su educación.
Con tantos truenos y relámpagos en su vida, cómo no ser condescendiente con sus hijos; todo con tal de conjurar el peligro de repetir esquemas. Y no obstante ser esa su preocupación principal, vaya si lo repitió. Y de la peor manera. También ella, para dedicarse a los negocios familiares (porque trabajaba con su marido) dejó a su hijo mayor, durante sus primeros seis años de vida, esos años que son determinantes en la crianza de los hijos, al cuidado de otras manos. Y no puede decir que no le advirtieron de los peligros que corría. Así cometió el mayor absurdo de su vida.
Quiso pagar su deuda de gratitud, entregando a las manos que la criaron, a su propio hijo. ¿Cómo pudo ser tan necia?
Es cierto que “ella” lo necesitaba, estaba sola. Antes, cuando me recibió a mí, había perdido a su único hijo, por esa dolorosa razón abrió las puertas de su casa a hijos ajenos, cuando otros las hubieran sellado; Cuando le llevé a mi hijo para que lo cuidara, más que nada fue porque ella ahora había perdido su casa, aquella, la de los pisos verdehúmedos que fuera el hogar de Esther.
Esther no percibe que ahora que ha dejado de referirse a si misma en tercera persona, su rostro tiene un rictus de tristeza. Alza la mano y se tapa la boca, para sofocar una exclamación.

— ¡Ay Dios mío, Dios mío!— exclama en voz alta, sin poder evitarlo mientras escribe: —Tú sabes lo que haría si pudiera darle vuelta al tiempo—.
Nunca he dejado de arrepentirme. Mi gran dolor es pensar en lo que mi hijo sufrió por mi causa, no porque ella no lo amara, que lo adoró, sino cuando creció y se dio cuenta de que sólo el vivió lejos de nosotros sus primeros años; Cuando percibió que tuvo que nacer su primer hermano, para que entonces yo lo reclamara y también él, volviera a su casa.
Me he recriminado y rumiado sin parar, acerca de algo que ya no puedo cambiar. Si yo hubiera sabido todo lo que vendría de esa mala decisión, en verdad que nunca la hubiera tomado. Porque debo decirlo; fue una decisión unilateral en la que no atendí los deseos de mi marido, que prefería trabajar sin mi ayuda, con tal de que yo me quedara con el niño en casa.
Ahora me digo: ¿De que sirven los logros económicos si mi hijo es infeliz? No puedo dejar de pensar que el permanencer esos seis años fuera de la casa, influyó negativamente en su vida. ¿Debí conformarme con comer pan y frijoles, pero juntos? En mi descargo puedo decir que si esa hubiera sido mi decisión; lo más probable es que pan y frijoles seguiríamos comiendo hoy. Pero mi hijo no estaría resentido, ni se negaría como lo hace, a integrarse a nosotros.
Qué diferente es su actitud comparada con la de sus hermanos. Parece gozar haciendo lo que me duele o molesta. Disfruta sus malas actitudes y pasa por alto el perjuicio que se causa. Es evidente que se siente aislado y desorientado. Si yo pudiera desandar el camino, por supuesto que no actuaría igual. No lo dejaría al cuidado de manos distintas de las mías.
Pero nada gano al martirizarme con esos pensamientos. Todo ha quedado atrás. Aunque lo intente, no puedo volver sobre mis pasos. Debo afrontarlo aún cuando los errores del pasado afecten a mi hijo y aunque me pese verlo en esas condiciones y tenga siempre a la vista su infelicidad, y su actitud irresponsable y provocativa.
Aún así, lo único sano es entender que el pasado debo dejarlo ir.

28 comentarios:

fgiucich dijo...

Somo esclavos de nuestras decisiones y Esther jugó con los dados equivocados. Los logros económicos obligan a desprenderse de muchas cosas, especialmente aquellas que rozan el espíritu. Y en lugar de cosas, Esther dejó al hijo para acelerar la trepada, sin darse cuenta que al otro lado de la colina estaba la pendiente. Y, lamentablemente, tenemos una sola vida... Un capítulo triste, pero muy real. Abrazos.

Lety Ricardez dijo...

Ay Don Fernando, ahora si que Esther no alcanzó misericordia. Una situación triste, pero también muy real como usted dice. Afortunadamente la vida sigue y las cosas cambian, veremos que sucede después y como la ven nuestros demás amigos. Creo que hoy es un día en el que quisiera refugiarme en la niña y no saber leer.
Lo abrazo con enorme cariño

Salvatiere dijo...

Y bueno, dejarlo ir pero con promesa de volverlo a ver, porque como tu bien sabes, el pasado vuelve, haciendonos recordar que aunque ahora ya vago, aun esta presente, en nuestra mente y a veces y en casos extremos, grabados en el corazon. Buena reflexion. Saludos.

Lety Ricardez dijo...

Buenas noches Agustin:
Le doy la bienvenida a esta su casa y le comento que conforme a mi costumbre fui a visitarle antes de responder a sus amables palabras. No deja de sorprenderme la magia de este medio, que pone en contacto a personas de estilos literarios tan diversos, que sin embargo son capaces de aceptar y apreciar las diferencias.
Dejo para usted mi abrazo cordial

Indianguman dijo...

Ay mujer, si todo tiene un por qué en esta vida. No somos perfectos y lo que vale es actuar creyendo de corazón que estamos haciendo lo mejor. En cada momento las decisiones así tomadas son las correctas, y son las que son. Porque no tenemos una bola de cristal. Dios no nos pone pruebas que no podamos superar. Y Esther y su hijo tienen ambos una prueba que cumplir, una prueba de amor, de misericordia, de perdón, un reencuentro pendiente. En el caso del hijo, Esther puede haber influido en lo que él es hoy ahora, pero ninguna influencia es determinante, como bien lo sabe Esther misma. Cada persona tiene su esencia y su destino y es tarea de el joven ahora crecer y encontrar su rumbo sin que su resentimiento termine arruinándole la vida. Y Esther le puede ayudar, leyéndole este trozo, abrazándolo, pidiéndole perdón si es necesario. Mientras hay vida hay esperanza. Al tarro de la basura con las culpas! Lleno de deudas no se puede ver claro ni avanzar.

un beso, hermana.

Lety Ricardez dijo...

Te estaba esperando IndianGuman, hermosa mujer. No te preocupes, lo único que Esther necesitaba es una palmadita o permitirle reposar la cabeza en un hombro generoso. Ella tenía que decir lo que no había dicho, recuerda que de eso se trata todo esto. Pero debes saber que ve las cosas tal como tú, visionaria como siempre, las percibes. Lo peor ya pasó para ella, y tu presencia la consuela.
Yo te dejo mi abrazo de hermana, gracias por estar siempre cercana.

noname dijo...

Decisiones, decisiones...la vida entera son sólo decisiones, siempre sucede que cuando creemos tener el campo libre, la vida se encarga de ponernos en situaciones en las cuales no queda más remedio que elegir, cuál camino tomo? esa parece ser la gran pregunta a la que todo se traduce.
Un abrazo para ti querida Lety.

Anónimo dijo...

Sí, la tercera persona persona narrativa ayuda a distanciarse, a ver la historia como si fuera de otra. Pero si vuelve a la primera Esther, es porque necesita decir 'ésta soy yo', con mis errores y mis culpas.
Yo, para escribir, prefiero la segunda persona. Me permite dialogar y me permite apartarme. Me encuenro cómoda en ella. O también, como habrás notado, Lety, paso a un 'yo' masculino, para evitar que haya confusiones entre mis ficciones y mi persona, por parte de los lectores.
Y ahora sobre el caso: la ficción del concepto de 'familia' se ha creado con el fin de hacernos responsables de algo que no siempre ha funcionado con la mentalidad burguesa de hoy. Lo que ha hecho Esther es remitirse a esa
costumbre que hoy es tan mal vista de delegar en otros y por eso el hijo puede reprochárselo o sufrir. Pero no es una cosa tan monstruosa y ha sido muy usada en otras épocas, incluso delegar en alguien por dinero: sea ama de cría, nana o criada. Yo lo que me pregunto es por qué es la madre la única responsable de los hijos ¿Por qué la responsabilidad ha recaído sobre ella? Conste que no hablo de mí. Hablo en general. Es injusto y eso sí que es mosntruoso ¿por qué iba ella a tener que dejar de trabajar para estar con sus hijos? ¿por qué no él? Ahí está la injusticia, Lety. Yo creo que el hijo perpetúa la injusticia. Y debería, si ya es adulto, replantéarselo.
Un beso grande.

Gabriela Zayas dijo...

Bueno, cuando digo 'él' me refiero al padre, persona que , al parecer 'se sacrifica' de modo diferente...
(Y NO SOY feminista ¿eh?)
Más besos.

Laura dijo...

Esther hizo lo que pudo. Creyó hacer lo correcto y no lo fue.
Podría ser bueno en estos casos tener dos vidas, una para ensayar y otra para vivir, pero támbién Dios es sabio y nos permite equivocarnos (aunque el precio, en algunas oportunidades, sea muy alto...nos redime.
Espero que nuestras palabras contribuyan a esa redención, a esa caricia que Esther no tuvo y que le hubiese hecho tanto bien.

Angie dijo...

En la vida tomamos las decisiones que creemos más acertadas de acuerdo a las circunstancias que nos rodean en esos momentos. Más tarde pensamos que podíamos haber actuado de forma distinta,pero debemos recordar que lo hicimos pensando en que era lo mejor en "ese momento". No vale la pena martirizarse por algo del pasado, hay que movilizarse para actuar en el presente. Esther todavía puede hacer algo con su hijo, su historia no ha terminado aún.

Lety Ricardez dijo...

Querida Pepi:
Dices bien, la vida nos enfrenta a decisiones constantes. Para Esther, esta fue una que le costó enormes sufrimientos. Afortunadamente, ella nos lo dice: Es una retrospectiva. Aquí el hijo aún sufre, pero ella ha asumido que el pasado es pasado y no puede cambiarlo. Empieza a ver la puerta y eso es bueno, dejará entrar la luz.
Gracias por tu presencia y esta generosidad que nos hermana en el género.
Besos y más besos.

Mi querida Gabriela:
Te estaba extrañando. Es impresionante, como nuestra mente nos une, a pesar de distancias geográficas, de elección, de educación y etcéteras.
Coincidimos; Es bueno que Esther vuelva al yo, para asumir sus responsabilidades no culpas, ese bagaje ya lo arrojó, lo verás más adelante, y si; En este caso la asume, porque desatendió consejos y deseos pero también tienes razón y ella lo dice, sin su fuerza, sin el empuje de ella, la situación de la familia estaría muy por debajo de lo logrado. Esther sólo cuestiona si su escala de valores fue la correcta. Lo que sucede es que ahí no supo si había elegido libremente o la cegó el amor por aquella "ella" de quien habla, la que perdió al hijo único y también su casa. La que la crió. ¿Seguirás leyéndola?
Te necesita; yo te beso y te abrazo hermana,

Lety Ricardez dijo...

Laura, dulzura de mujer, me ha fascinado esta frase, la voy a atesorar:
sería bueno tener dos vidas, una para ensayar, otra para vivir y mira que mis mujeres intuitivamente siguen la linea de pensamiento de ustedes: Graciela ¿la recuerdas? tenía una vida para vivir y otra para existir. Dios no se las dió así ella las tomó.
Y claro que tus palabras y presencia llevan paz a Esther y la han llevado a las otras dos. Lo se porque soy el narrador omnipresente en esta historia, y como decía Gabriela, algunas veces ese narrador no se define bien en su género, algo más que apuntar en esta historia.
Miles de besos para tí dulcísima.

Angie querida, aquí se diría en tono festivo "¿que comes que adivinas?" es cierto, aunque se intente no se puede volver sobre los pasos. Así que Esther mira adelante y como dices bien, la historia aún no termina, si la seguimos a ella, de sus palabras podremos deducir el futuro, porque ese, tu lo sabes bien, se construye.
Muchos besos para tí

Silencio dijo...

No se leo y pienso acerca del resentimiento de este hijo alejado y me hace pensar en mis propios resentimientos, al contrario del hijo resentido, crecí de una forma noraml, respecto a lo que a mis padres se refiere, salidas al parque, al cine, al centro, a todos lados, siempre que se podía con mis padres, la libertad, pues toda, al grado de pasar por punk, renegado, antisocial, asesino a sueldo, saboteador, pseudoesquezofrénico y etc, pero aun de niño existía un resentimiento contra el mundo y aunque busco el origen, no lo encuentro, ahora que quiero desprenderme de él, ya ni quiero, suele ser un buen mecanismo de defensa ante la inevitable, así que tal vez Esther no es toda la causa, creo que el resentimiento puede estar ahí y solo buscar un pretexto para salir.

Anónimo dijo...

Aquí presente, Lety, buscando el calorcito de la respuesta. Ya sabes que aunque ando atareada, por acá me paso sin falta y con mucho gusto y lo digo de veras, leo a Esther y espero sus próxias palabras. Muchos besos.

Lety Ricardez dijo...

Gracias querido Silencio y dices bien, por ahí van las reflexiones de Esther después de esta. No puede negar su responsabilidad en lo que hizo, pero también el hijo debe asumir las propias. No sabes cuanta ternura y gratitud siento cuando compartes conmigo tu interior. Hay una simbiosis entre nosotros y un cariño cierto, que fluye de mi para tí y de tí para mí ¿verdad?

Mi querida Gabriela.
Gracias por volver, por mantener el diálogo, por estar, por ser como eres, amiga entrañable. Que Dios te bendiga.

Dra. Kleine dijo...

Que no se acumule el pasado..a veces ya pesa de tan pesado que viene...
dejadlo ir.

Lety Ricardez dijo...

No se preocupe Dra. Kleine, es necesario sacarlo de su escondite, para dejarlo ir.
Me da enorme gusto abrazarla y decirle no deje de venir.

tyare dijo...

Todo tiene su precio, cada ves me convenzo más de que los errores que cometemos se deben pagar aquí en la tierra. La vida no e injusta como algunos creen, por eso debemos ser previsores a la hora de tomar desiciones para despúes no tener que lamentarnos como hace esta mujer. Un beso,

Lety Ricardez dijo...

Hola querida Tyare:
Pienso como tú, los errores tienen precio, por aquello de que todo acto genera una consecuencia.
Pero siento que esta mujer no se queja, simplemente expone y pudiéramos decir con mayor claridad: se expone
Al menos esa fue la intención al darle voz. Pero la opinión de ustedes es valiosa ¿crées que no fue suficientemente clara?
¿nos ayudarias a Esther y a mi revisándola?
También un beso para tí.

Enigma dijo...

Malas decisiones son las que en ocasiones hacen que llevemos a cuestas, pesados y añejos ladrillos en un costal gigantesco el cual, nadie nos ha dicho, pero podemos aligerar en cualquier momento.

Saludos

El Enigma
Nox atra cava cirucmvolat umbra

Pd
Jamas encontre el link de la vez pasada de historia de fantasmas, la verdad es, que reconosco mi torpeza.

Lety Ricardez dijo...

Que pena Enigma, aún necesito tener mi libreta de apuntes a la mano para colocar los links en "comentarios" el otro blog se llama "quiero decir y que la voz responda" y el link está bajo el perfil, donde dice Esta es la casa de todos.
Creo que los poemas de ese blog irán más con usted.
Eso creo, ojalá que acierte. Lo abrazo con gratitud y afecto

Orfa dijo...

Ay, mujeres, yo que las admiro y las quiero tanto, pero mamá tiene razón al decir que una misma es la que fomenta y perpetúa la misogina y el machismo, y es que sí, somos tan dadas a la culpa, nos empeñamos en tomar las funciones que no nos gustan, sólo porque la sociedad las asigna (aunque los hijos sean de ambos y no de una sola).

No sé qué le pasó al hijo de Esther para que tenga tanto resentimiento, pero no puedo culpar a Esther, ella se esforzó por lo que creyó que era lo mejor.

En fin, culpable o no, ojalá que así como nos ponemos a perdonar a medio mundo, seamos capaces de perdonarnos a nosotras mismas porque todas, a pequeña o gran escala, arrastramos nuestros remordimientos (digo, ya que el hijo no tiene amor para perdonar a su madre, que ella al menos se quite esa culpa/carga innecesaria que a sí misma se impone).

Ay, creo que ya dije mucho rollo.

¡Te quiero mucho, mi Lety!

Silencio dijo...

Pues ahora regresa y cuentanos más ;), o dinos algo del lunes que tal estuvo?

Anda, contá...

Un abrazo y un beso...

El mismisimo Yo

Gullveig dijo...

Mi querida lety,
primero gracias por sus comentarios en mi blog y segundo, muchas veces vengo, leo mi capítulo y sigo, pero le dejo una lluvia de estrellas...
En ocasiones es muy difícil, tomar las mejores decisiones, y a veces hacemos sólo lo que podemos, pero con amor.

Lety Ricardez dijo...

Hola querida Orfa, me encanta tu franqueza. Tienes toda la razón, así como se perdona a otros debe perdonarse uno mismo. Cuesta un poco más de trabajo cuando un hijo resulta lastimado, péro también ellos deben asumir su responsabilidad, pero esta Esther, le costó trabajo entenderlo, lo bueno que en esas reflexiones estuvo cuando escribió, que de algo sirva el desnudarse ¿no crées?
Ella estará feliz de leerte.
Te mando muchos besos y aquí te esperamos siempre.

Hola Silencio, hoy mismo, nada más contestarte, subo el nuevo post de nuestra amiga Esther, que ya tiene ganas de hablar un poquito más. De lo del lunes te cuento en el otro blog o te escribo. Gracias como siempre y mi cariño por estar aquí.

Gracias querida Gala, por darte tiempo para venir; Yo se que todos tenemos una vida aparte del blog, pero ustedes forman parte muy real de la mia, así que aquí te espero con amor.

Mary Carmen San Vicente dijo...

Lety, yo no sé explicarte lo que me pasa cuando llego aquí y te leo, y a veces no una, ni dos veces, y siento tantas cosas, tantas ventanas se abren, tantas se cierran. Talvez tus mujeres son mi confesionario, ese que nada más he visto de lejitos y hasta calambres me dan cuando paso cerca jeje

Esther tiene un nudo en la garganta que irá fluyendo, como fluyen tus palabras, porque eso espero, que se libere del todo para tener la casa llena, como ella tanto lo desea.

Un beso Lety, tú sabes todo lo que te quiero.

Lety Ricardez dijo...

Gracias querida amiga, gracias de verdad por involucrarte en esta trama, te invoco y apareces como el genio de la lámpara. Que bueno que no vienes de mal genio con esta mujer, que va saliendo adelante,
Te abrazo con enorme y sincero afecto,

Gracias por leerme, tú das razón de ser a este blog