jueves, abril 27, 2006

Su descaro tiene un nombre (Parte I de II)

Ay este olor de parafina no me gusta para nada. Se me introduce en el cerebro y hace que todo me duela. Siento el cuerpo como una enorme cicatriz.

Cuando era niña me trepaba a los árboles, andaba en bicicleta y correteaba sin parar. Por eso sé de cicatrices, porque me caí muchas veces. Tengo las rodillas y los brazos llenos de costurones, pero eso sí, cada cicatriz, antes la gocé.

Todavía me acuerdo cómo me gritaba mi mamá:

—Bájate de ese árbol, pareces marimacho, y no montes la bicicleta de esa manera. Vas a perder la virginidad y después quien te va a querer—.

—Cuántas veces te he dicho que no te sientes en cualquier baño que te vas a embarazar— .

—Las niñas no van a las albercas, deben ser modositas, no como tú, chamaca malcriada—.

Pues en que estaría pensando cuando me gritaba esas cosas.

Cuando era niña todo el tiempo me vigilaba para que no me jaloneara con mis hermanos ni jugara pesado con ellos y a mí me encantaba hacerlo. Cómo podía ser distinta si fui la única entre una caterva de siete varones.

El gusto de mi madre era ponerme a zurcir calcetines con ese condenado huevo de madera que no servía para nada, más que para que rebotara la aguja y darme de picotazos con ella. Todo el tiempo, al ver mi impericia, me decía que tal vez no me tocaba ser mujer y nací así por equivocación.

Dicen que para muestra basta un botón, pues a veces, a mi madre le daba por deshacer una prenda tejida, vieja y llena de agujeros. Al destejerla había que anudar el estambre para volver a hacer un solo hilo. Así se formaba una madeja chinita y horrorosa que había que meter a la tina del baño. Esa era la única parte divertida, mucha espuma y sumir y sacar el estambre, hasta que el agua, el jabón y los tirones, lo dejaban lisito, como si el estambre fuera nuevo y oliendo a limpio por el jabón.

Cómo me acuerdo del cansancio de tener mis brazos tendidos en cruz hacia delante, con todo el estambre entre mi pulgar y los otros cuatro dedos señalando hacia arriba, para que mi madre fuera desenredando la madeja, mientras yo movía los brazos como un robot. Así se iba formando una enorme bola de estambre que yo hubiera querido desaparecer.

Claro que quería desaparecer la bola de estambre, porque después venía lo peor. Horas de estar sentada haciendo que tejía en lugar de jugar. Me hacía la tonta siempre que podía, y nada más movía las agujas cambiando un punto de una aguja a la otra, pero sin tejer. Más tarde que temprano, a pesar de mi renuencia, esa espantosa bola de estambre terminaba convirtiéndose en una prenda que mis hermanos odiaban llevar. Lo que tejía eran chalecos que mi madre les ponía bajo la camisa para evitarles los enfriamientos del pulmón.

Ay si por lo menos me hubiera puesto a tejer con estambre nuevo, o me hubiera enseñado a tejer algo para mí, creo que la tarea me hubiera parecido más llevadera.

Pero no. Tenía que tejer para ellos, para los hombres, porque una mujer, debe ganarse el cariño, hacerse querer, porque no se le quiere nada más porque sí.

Así que ser mujer según me enseñó mi madre, era no divertirse. No reir a placer, sino con propiedad. Servir a los hombres de la casa, para aprender a servir al esposo después. Cuidarse para no engordar, “—porque una mujer que no se cuida, merece que su esposo no la mire y que además se ponga una casa chica y muy merecido se lo tendrá—”
***
Este cuento también lo subiré en dos partes, y aquí estoy, otra vez avanzando penosamente con temas que no me son propios, pero son una enseñanza; estoy ejercitando la imaginación, aunque no dejo de combinarla con detalles de mi propia vida. Algún día dejaré de hacerlo creo yo.
Te dejo un beso muy cariñoso, y entiendo que me leas menos, cómo puedo pedirlo si yo no he visitado en estos días como debe ser. Pero nada más permite que mi espacio personal, del que carecía desde hace años, quede listo y me pondré en orden otra vez.
Un nuevo abrazo y gracias por venir

15 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo por eso soy una mujer rebelde, porque me decían cada cosa....

Qué rollo, Lety.... aunque no sea tu verdadera historia lo es, como es la de casi todas.

Diana L. Caffaratti dijo...

Y hoy enhebras perlas que son palabras. Cuentas de un abalorio lleno de colorido.
Suerte que puedes ficción y propiedad de un modo tan pleno que se te adivina pero dices que no estás.

Lety Ricardez dijo...

Querida Noemí:
Ya no resistí a la necesidad de contestar, de agradecerte porque vienes y decirte, espera a la segunda parte y verás.

Me voy a seguir mis visitas y por supuesto que a tu casa llegaré.

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Hola Dilaca:

Tu presencia se va haciendo conocida aquí en tu casa, así que salí a darte la bienvenida y prepararte un café, después corro a leerte en tu propio espacio también.

Indianguman dijo...

Me encanta como escribes, Lety. Creo que uno nunca deja de tomar detalles de la vida real para escribir, cosas que uno ha visto, vivido, pensado.
Tus relatos tienen ese saborcito latino que tanto me gusta, esa dignidad de nuestra estirpe mezcla de espanioles e indios. Y a la vez profundidad psicológica. Y tienen algo que también es importante, son una delicia de leer, muy entretenidos.
Me imagino qué pasaba por la cabecita de una ninia tan inteligente cuando su no tan evolucionada madre le decía semejantes barbaridades.uf


muchos apapachos querida Lety

noname dijo...

Por suerte la imaginación es infinita, asi tenemos mucha más Lety para leer y maravillarnos :)
Me gustan estos relatos llenos de vida, como dice Indianguman con ese saborcito latino, con escenas que nos son tan cotidianas.
Un beso grande mi linda Lety.

fgiucich dijo...

Ha tomado Ud. el timón de los relatos costumbristas y nos muestra una pintura de la estricta educación de otros tiempos, de los cuales yo también fuí testigo,cuando proliferaban los "Cursos de corte y confección". Abrazos.

ka! dijo...

Los huelo..creeme los huelo...lo siento rico y los hago míos..

En serio es un deleite leerte...tu casa es ya parte de mis recorridos en este mundo...

Vive y toma tu tiempo...al final todos quienes te disfrutamos dejamos las puertas abiertas para "tirar cuetes" a tu regreso..

CUidate..

Laura dijo...

Este cuento pinta mujeres de época a las cuales para ser tales se les exigía ser momias.
Si nos viesen hoy! Pudiendo subir a los árboles, treparse a un cohete y demás. Claro que estas conquistas no fueron fáciles, ni lo son aún hoy dia. Sin ir mas lejos, desde donde estoy escribiendo estas palabras, veo uno de esos hombres que creen que las mujeres son para la repisa.

Cariños

Xavier Villarreal dijo...

Y qué curioso, la imaginación y la rebeldía te han hecho una tejedora de palabras exquisita. Y eso, que al final tejemos y destejemos con mayores o menores vueltas muchos de nuestros viejos temas, esos hilos viejos y enredados, con nuevas formas... y esta manera tuya en el cuento está linda.

Besos y abrazos.

Anónimo dijo...

que violencia con la cual le enseñan a esta niña a ser mujer, que violencia en el lenguaje que corta de cuajo la necesidad del cuerpo de sentir el placer, más bien el cuerpo se vuelve la tortura de ser un ser femenino...
Hola Lety que tal todo...un abrazote desde el fin del mundo..Michelle

citoyen dijo...

Esta historia si bien no es una autobiografía, es en sí misma un acto de rebeldía. Una mujer que habla por otras, que comparten su condición de género. ¿Cuántas vidas podrían parecérsele a esta historia? Creo que un buen número. Pero lo peor es el silencio.

Saludos. ;) Ya andamos de vuelta.

Damián Shúah dijo...

Muy encantador tu relato lety, lo he disfrutado a tutiplen. Muy lindos los comentarios suscitados en las féminas jejeje. Gracias amiga, cuantos bemoles.

Saludos del indio

Jiñocuago

El Navegante dijo...

Sólo acpeto las expliciones , para saber a qué se debía esa falta de actividad a le que aludías en el otro blog Lety.
Peor no puedo aceptar que tengas que disculparte ante nadie.
Cada uno sabe por qué sigue visitando determnado sitios,y de alguna forma se inuye quien es su titular.
Una persona cmo tú, jamás se me cruzaria pensar que es algo así como desagradecida o cosa que se le asemeje.
Me alegra mucho saber ese espacio qyue has llenaod en la rutina de tu vida.
Yo conozco lo que es eso,por eso te entiendo tanto.
TY sobre esta historia, en verdad debo admitir que loq eu a veces me resultaba algo antipático ja ja ja ja,debo admitir que vienen de vieja data sus raigambres,como un renacr tal vez, me refiero al feminismo.
Entendio sin extremismos como debe ser, realmente me siento bien entendiendo muchas cosas de la lucha de las mujeres en este munod absurda y arcaicamente machista, de verdad.
Un besito

Tristán dijo...

"Cuántas veces te he dicho que no te sientes en cualquier baño que te vas a embarazar"

Jeje, nunca había escuchado esto, es genial.

tyare dijo...

Lindo cuento! Había madres que por cuidar de sus hijas decian bárbaridades como esas. esperaré por la segunda parte!. Saludos LEty!

Gracias por leerme, tú das razón de ser a este blog