viernes, mayo 12, 2006

Parte II de II, No puede ser verdad

Todo empezó por esas fotografías que encontré en la bolsa del saco que me dio para lavar.

Regresé a la recámara para avisarle que el desayuno estaba listo. Entonces me dio el saco. Como hago siempre, volteé las bolsas por el revés, delante de él.

Fue horrible verlo retratado besándose en la boca con un hombre. Aunque pensé que se trataba de una broma por la despedida de soltero a la que asistió la noche anterior, le reclamé que no se tuviera respeto y se prestara a bromas tan pesadas y entonces se descaró.

Me contestó que qué bueno que había encontrado las fotografías, que hace tiempo que buscaba cómo dármelo a entender.

No quiero recordar cada una de sus palabras, pero en síntesis me dijo que no quería seguir viviendo conmigo, que necesitaba su libertad y parte de lo que juntos hemos logrado, para iniciar su vida formal con este sujeto. Que este hombre no es el primero en su vida, porque yo le he servido muchas veces de tapadera, pero que ahora está enamorado y ya no puede seguir viviendo así.

Creí que me estaba jugando una broma todavía más pesada, pero cuando lloró Madre, lloró y me pidió perdón por lo que me decía; En ese momento sus lágrimas sólo me causaron horror, porque entendí que no había tal broma, sino una espantosa verdad.

Entonces me sentí morir. Debemos habernos gritado, no lo sé a ciencia cierta, pero lloré con tanta desesperación, que olvidé que mis hijos estaban afuera en espera del desayuno, así que tuvieron que enterarse en ese mismo momento. Lo supe cuando vi sus ojos espantados mirándonos desde la puerta, lo único que acerté a hacer, fue pedirle a mi hijo mayor que se hiciera cargo de sus hermanos y los llevara a la escuela, sin darle ninguna explicación.

Los oí irse y entonces me encerré en la recámara. Mi marido se fue y no volvió. Fabián mi hijo mayor, regresó con los niños por la tarde. A través de la puerta me dijo que no me preocupara que él los iba a acostar. Su inmensa bondad se me clavó en el corazón.

¡Que el hombre de la fotografía no es el primer hombre en su vida, dijo mi marido! Dios mío, pero esto ¿Dónde me deja a mí? Que clase de mujer puede vivir tantos años junto a un hombre sin darse cuenta de lo que sucede. ¿Es que soy tan estúpida, tan crédula, tan comodina, o qué se yo?

Le doy vueltas en la mente a cada instante de nuestra vida y le juro Madre, que no puedo imaginar en que momento empezó a ocurrir.
Lo único que se me ocurre es que mi marido siempre fue así. Que me sedujo y me llevó a involucrarme con él, con toda la mala intención de que yo le sirviera de tapadera, como me dijo, y vuelvo entonces a pensar en mis hijos, Dios mío, y en los tiempos que han pasado con su padre.

¿Alguno de ellos llevará esos genes? ¿Será capaz uno de mis hijos de hacer sufrir, así, a otra mujer? Ay no puedo pensar en mirarlos con sospecha, dudar de su bondad. Y mi niña Dios mío, mi chiquita hermosa, mi pequeñita. La ausencia de su padre la va a destrozar. ¡Y cuando pueda entender, qué le digo; cómo la enseño a confiar!

Mi hijos deben estar pasando un infierno y yo aquí, tirada, sin lograr levantarme, sin atreverme siquiera a mirarlos a los ojos y pedirles que perdonen y amen a su padre tal como es.

Nunca he sido amante de las fiestas, menos de la bebida, sólo probaba una copa, porque me gustaba estar donde estaba él; Pero hoy por la mañana, cuando me quedé sola, buscando alguna evidencia que me confirmara esta terrible verdad, encontré la botella de vodka que mi marido guarda en el buró, y me la fui tomando a tragos, sin sentir.

Me quedé dormida y desperté con dolor de cabeza y vómito. Tengo una sed terrible, pero al menos pude dormir.
Ay cómo me sereno. En medio de mi desesperación entiendo que debo pensar en el futuro, sola con mis hijos, y en los cambios que necesito hacer.

Aunque no tenga fuerza, debo encontrarla para hablar con mis hijos y afrontar la situación. No puedo retrasar más ese trago amargo Debo apurarlo hoy.

***

Creo que vi otra botella al fondo del mueble, voy a tomar un trago. Uno solo y abro la puerta, lo necesito para darme valor,
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lunes, mayo 08, 2006

No puede ser verdad (Parte I de II)

Ay Madre Carolina:

Perdone mi desesperación. No puedo creer que lo que me sucede sea verdad. Necesito de su paz y la perturbo con mi dolor.

Sucedió algo terrible con mi marido, él se fue de la casa, y desde ese momento no he sabido de mí.

Lo único que quería era quedarme dormida y no volver a despertar. No me importa decírselo aunque se enoje conmigo, porque ni siquiera en Dios encuentro consuelo en este momento. No entiendo como pudo permitir que él me hiciera algo así.

Mis hijos Madre, mis pobres hijos, me esperan al otro lado de la puerta. Fabián el mayor está a cargo de ellos, escucho pasos amortiguados, pero no los oigo reír ni jugar. Tratan de ayudarme, cuando deben estar destrozados, pero no tengo fuerzas para pensar en ellos, lo único que quiero es no pensar.

Estaba tirada en la cama, cuando se me ocurrió que la única forma de encontrarle pies o cabeza a esto, era escribirle. Si imagino que no voy a enviar la carta, me atreveré a escribirle todo lo que sucede, porque me siento avergonzada, cómo si la culpable fuera yo.

No puedo imaginar como pude ser tan ciega o tan tonta para no percibir lo que sucedía. ¿Es que vivir veintidos años al lado de un hombre no es tiempo suficiente para conocerlo? Yo creí que él era un libro abierto, y ahora vengo a darme cuenta que no hay tonta mayor que yo.

Ay Madre cómo le digo esto: Mi marido se fue, pero no es otra mujer quien se lo lleva Madre, es un hombre, por Dios.

Lo escribo y no lo creo. Él me lo dijo y tampoco se lo creí. ¿Pero quién podría concebir algo así?

¡Cómo es posible una crueldad semejante! ¡Decirle a la mujer con la que engendró a sus hijos, con quien durmió veintidos años, que se va porque ama a un hombre , y quiere vivir con él!

Hubiera sido piadoso que me permitiera pensar que se enamoró de una mujer más joven. ¿No lo cree usted Madre? ¿Verdad que si?

Ay Madre, siento asco al pensar en la felicidad que tuve a su lado ¿Cómo pude confundir su delicadeza y su bondad, creyendo que era el mejor de los hombres? Cuándo ocultaba tras esas aparentes virtudes, su hipocresía y su maldad.

Porque no reprocho sus inclinaciones, no me erijo en juez para juzgarlas, sólo reclamo que me haya involucrado en esta farsa sin saber. Ay madre, no se si es asco o simplemente abominación lo que siento en esté momento por él.
¿A dónde se fugó mi amor, que me ha dejado vacía?
Tengo miedo de ver ahora, que alguno de mis hijos es como él. No podría permitir que otra mujer pase por este infierno que estoy viviendo yo.

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Gracias por leerme, tú das razón de ser a este blog