sábado, abril 29, 2006

ParteII de II Su descaro tiene un nombre

¿Cuándo fue que me di cuenta, que sus lecciones eran prédicas vacías, porque no las tenía por norma para regirse ella misma?

¿Cuándo empezó a salirse de la casa a hurtadillas?

Ahora tengo casi dieciocho años, pero creo que desde que tengo uso de memoria, sus salidas misteriosas y su actitud sin explicación, se daban casi a diario. Muchas veces mi padre volvía del trabajo para encontrarnos cenando solos, lo que la nana había preparado, antes de irse a dormir.

¿Dónde quedaba con eso, la regla de que una mujer no se sale a ningún sitio, sin avisar?

Desde mi cama la escuchaba responderle de mala manera a mi padre, cuando llegaba todavía más tarde; cuando ya todos estábamos acostados, y él se atrevía a preguntarle, donde estuvo o con quien. Yo creo que su forma de contestar lo dejaba sin habla, porque se quedaba callado. A mí me dejaba con ganas de no haber oído su discusión, porque después de eso, el sueño se me espantaba y parecía no volver.

En lo único que mi madre era congruente con sus lecciones, era en aquello de preocuparse por verse bien. En eso si se sacaba primer lugar. Tanto que mis amigos me molestaban diciendo que mi hermana se veía mejor que yo.

Mejor ya no sigo pensando en todo esto, la lista de sus instrucciones y mis quejas se volvería interminable y lo único que gano, es que el recuerdo de mi madre, me haga soltarme a llorar, y de verdad no quiero dar ese espectáculo, porque si empiezo, no voy a poder parar.

Es que, por si fuera poco todo lo que antes me hizo, ahora resulta que mi madre se fue de la casa, para siempre, hace dos meses, y por eso, hoy se murió mi papá.

Así de rapidito, ella se fue, él se desconectó de todo, y en dos meses se apagó.

Ay este olor de parafina de la funeraria, me entra hasta el estómago y tengo deseos de vomitar. Siento la cara engarrotada. No quiero hablar con nadie, y no voy a llorar, no voy a llorar.
Volteo y miro a todos tan serios como en una visita formal, respingados en la silla, y mirándome de reojo. La gente no deja de mover la boca y me llegan sus murmullos: Que si mi papá se murió de tristeza, que si fue de melancolía y no sé cuánto más.

Muchos lo dicen y después voltean a mirarme, como si tuviera monos pintados en la cara, o me hubiera salido de repente una cicatriz.

Pues si, mi papá se murió de tristeza, porque ahora que ya está viejo, vino a descubrir que mi mamá le venía jugando el mandado desde hace muchos años y tiene un amante que es casi de la misma edad de mi hermano el mayor.

No fue un amorío de ocasión. ¡No, para nada! sino un amasiato en toda regla. Dicen que se veían todos los días desde hace doce años, cuando ella empezó a ir a visitar enfermos, como dama de la caridad.

Enfermos ¡Si cómo no!

Dicen que este hombre tiene hijas, de otra mujer con la que antes vivió. Que cuando ellos se dejaron, por culpa de mi mamá, las niñas se le quedaron a él, y mi madre las ha venido cuidando.

También escuché que mi mamá es un dulce con las chamacas. Que la adoran, porque ella es un encanto de mamá. Y eso sí, que me dolió.

De las niñas, dicen que la más grande tiene catorce años y trece la más pequeña. Pues mi madre ya ha tenido tiempo de enseñarlas.
Se puede decir que casi las crió.
Tal vez a ellas si las educó bien, aunque yo, gracias a ella, nunca me llegué a graduar de mujer.
Lo digo porque estas clasecitas; las que en verdad pone en práctica; esas me las ocultó.

Aunque ahora que lo pienso y en ánimo de respetar la verdad, su hipocresía y su descaro tienen un nombre, que le calza muy bien.

Esto de ser hija de una cualquiera no es cualquier cosa. Como que te marca, como que te deja una cicatriz.
Tendré que cargar con ella el resto de mi vida; aunque esta vez, la cicatriz me ha venido de gratis, ningún gozo me procuró.

Y aunque para todos, mi papá es el bueno, creo que también tengo que sentir de él:
Porque ya no tendrá que darle la cara a nadie, ni le importó dejarme abandonada a mi suerte. Cómodamente se adjudicó el rol de La dama de las camelias y como víctima, nomás se dejó morir, cuando así como me siento; creo que ese papel, nadie lo hubiera representado mejor que yo.
***
Ay todavía tengo algunos amados ausentes, pero jejeje, soy una avorazada. Ya no resisto la tentación de subirles la segunda parte del cuento, porque tengo la esperanza de que no se imaginaban el final.
Espero que nada en la primera parte, los haya preparado para lo que siguió.

Aquí me siento, como niña chiquita, para ver el resultado de mi travesura, esta vez si funcionó mi imaginación.

Aunque no es cierto, como la del viejito, la historia del papá que se murió de amor, es real, se la contaron a Nora y ella me invitó a que la escribiéramos la dos. Claro que lo único que tuve como tip, es que la señora tenía un amante y cuando el señor lo supo, zaz, se murió. Lo encontraron sentado en una banca de su jardín, dijeron que se había muerto de melancolía. Parece mentira, pero sucede.

15 comentarios:

fgiucich dijo...

Aquel hombre no conocía muchas alternativas, quizás prefiró morir de tristeza que matarla, porque vivir con el abandono a cuesta hubiera sido peor, o no. Abrazos.

WILHEMINA QUEEN dijo...

He estado un poco perdida de la internet, pero por aquí ando nuevamente.
Se te extrañaba Lety!
un abrazo!

Anónimo dijo...

Morir de tristeza...es muy triste...
Besos

Anónimo dijo...

Dicen que la pena no mata, pero yo digo que ayuda muchisimo.
Mil besos.

alejandra dijo...

aqui estoy pasando a viostarte por que ya extrañaba tus textos que me alimentan el espiritu, no dejes de escribir te quiero y admiro mucho lety,
luego te cuento todo con detalles en un mail

besos desde aca =) =)

Laura dijo...

Algunos deciden morir de tristeza. Otros vivir tristemente.
Cuál será la mejor opción?

Laura dijo...

Algunos deciden morir de tristeza. Otros vivir tristemente.
Cuál será la mejor opción?

antoñita la fantástica dijo...

triste...maravillosa prosa...me encanta tu magica-cuotidianidad...
un besazo

noname dijo...

El que se queda es el que sufre más, tal vez por eso lo mejor es borrarse.
Hay que ser fuerte para dejar a alguien pero hay que ser más fuerte si se es el abandonado que vivirá cada día la tristeza provocada.
Por eso yo lo maté y en mi inconciencia tiene su tumba, fue la unica manera de sobrevivir.
Un beso grande.

Indianguman dijo...

Qué historia más triste y qué final más inesperado.
dicen que de amor nadie se muere. pero y de pena?

besitos

Diana L. Caffaratti dijo...

La vida nutre de historias a los artistas... Con sus sentidos alertas, despliegan caza palabras para tenerlas.
Luego las reconstruyen para provocarnos algunas sonrisas y otras tantas lágrimas.
Conozco ghistorias similares. Sí, se puede morir de tristeza por amor, y otro amor puede venir a salvarte.

Viv. dijo...

No culparía a nadie de mis propias elecciones en la vida; es todo un tema la dependencia emocional cuando a adultos involucra; desapegarse es también crecer, pero, a cuántos arrastramos a nuestro paso... Un gusto leerte, besos.

tyare dijo...

Como siempre tienes razón Lety, "...parece mentira pero es verdad...! Bonito cuento! Muy triste historia !! ..pobre niña..ppobre hombre..! Que pena!! Besos Lety!!

Lilian dijo...

vaya!, no iría a imaginar que esa primer parte de la historia, llegara a terminar así, como siempre una historia atrapante, e imagino que tan real como muchas.
Saludos y besos

alejandra dijo...

Lety! amiga! aqui ando leyendote, alimentando mi alma con tus palabras que tanto bienme hacen siempre, te mando un beso enorme con todo mi cariño y una vez más gracias por ser...


=)

Gracias por leerme, tú das razón de ser a este blog