sábado, febrero 25, 2006

Tristán, para decir de él no me basta el título

Siempre pensé –y es cierto- que soy distinto. Cualquier cosa de los “iguales” me incomoda. Y no es que busque ser auténtico. Más bien, se busca no ser como los “mismos”. A la autenticidad, si llega, habrá que hacerle el menor caso. Al fin y al cabo los verdaderos auténticos son los que no lo saben.
Imponer modas, con la conciencia de hacerlo, o buscar cosas nuevas bajo el sol e intentar patentarlas, es de comunes y de corrientes. Lo que impongo y defiendo, por mi parte, es la libre palabra, la libre cátedra; el libre pájaro, el libre exilio (como el caracol); la libertad de culto, el libre albedrío; la libre caída, el libre comercio; la libertad con todos sus nombres, incluso la libre contradicción.
Por mi parte pues, supongo que la especie que grita ¡POESÍA! en medio de un incendio es la que no figura entre los “iguales”. Y supongo también que la que impone y defiende libertades es también la que se aleja de los “mismos”, porque practica –si no todas- por lo menos unas cuantas. Entre “mismos” e “iguales” no encuentro diferencia. Pero encuentro grandes zancos entre ser y no ser distinto.
Me senté a escribir sin saber por dónde iba. Es decir, lo sentía, pero bien a bien no sabía en realidad por dónde –precisamente- es que entraba a estas líneas.
Fue por el caracol y en consecuencia, por saber que eres distinta. Pensaba en el primer capítulo. Una distinción que puede haber entre el ejercicio de mandármelo y el ejercicio de recibirlo, y responderte “algo”. Es que somos hijo y madre, y viceversa, y es también que Entre Caracoles es una autobiografía, o biografía, o lo-que-sea-del-tipo. ¿Qué significa esto? Pues algo así como un ejercicio epistolar. No eres una autora común frente a tu libro, entonces, ni yo soy un lector común frente al mismo.
He vivido de lejitos, a veces más cerquita, los sollozos y los recuerdos de tu infancia. Y no es muy fácil verlos ahí pegados. Como si fueran una colección de mariposas sobre un álbum. Imagina verte sentada junto al estanque. Un poco triste por no alcanzar columpios –que siempre es triste-. Navegando el dedo en círculos sobre la superficie de la pileta, que no debe estar muy limpia. Imaginarte esa mariposa, pues, con las alas atravesadas por dos alfileres. No es una colección común, ni tampoco la encuentro fácil.
Pero bien. Tienes un no-sé-qué (¿es válido un no-sé-qué para alguien que no sólo te conoce sino que también es tu hijo?)… pues no sé, pero tienes un no-sé-qué. Y radica en la simbiosis, o binomio, o reducto de complementación, o libre contradicción que muy bien no entiendo. No tenías muñecas, era cierto. O más bien tenías muñecas sin tenerlas, que es tantito peor. Cuando por fin las tuviste ya no estabas en edad. Pero quizás era bueno colocarlas en algún sitio de tu nueva casa. Me refiero a las viejas, las de siempre, las que no podías tocar, no las nuevas, las de ahora. No las colocaste, pues, y preferiste regalarlas. Bueno, eso se entiende: otras niñas las necesitaban más que tú. Se entiende, pero es difícil aceptar la separación o ¿no?… yo al menos lo supongo. El no-se-qué, que no entiendo es ¿cómo pudiste olvidarlas? ¿Por qué no preguntar a las nuevas dueñas, por lo menos una vez, sobre su situación? ¿Ahora están mancas, perdidas, tuvieron hijitos? ¿Qué fue, pues, de su santa vida? La verdadera pregunta es cómo puedes echar los sueños, ciegamente, por la borda.
Tampoco me la vas a contestar porque yo mismo no la contestaría, ni a mí ni a nadie. Y si un día lo sabes y estás dispuesta a contestarla, seguro me taparía los oídos. Aquí me acuerdo del caracol. Me replegaría. ¿Por qué? Porque temo que nada hemos aprendido, y los míos, mis sueños, –quizá- los he ido arrojando de la misma manera. No por la borda, como ejemplifiqué estúpidamente los tuyos –que en realidad deben tener, aún así, un destino más romántico-. Por mi parte, me gusta pensar que los he ido cagando como periadham. ¿Sabes qué es “periadham”? Periadham es el excremento del unicornio. Una perla del tamaño de medio puño muy valorada en la época en que abundaban los unicornios (hoy no quiero pensar en su precio). Pero en aquel tiempo la gente salía en su búsqueda y se internaba en los bosques. Encontrarla era fácil, pero se necesitaba de mucha suerte. Digo, entonces, que era fácil porque la perla blanquísima brillaba como mil haces de luz en la oscuridad. Y digo que se podía hallar solamente con mucha suerte porque era raro que un unicornio cagara. Pues bien, los aldeanos tomaban la periadham con un paño –no por razones de higiene, pues al fin y al cabo era excremento, sino por razones inspiradas en el respeto- y luego la llevaban silenciosamente a sus casas. Tener esa luz en las casas, sobre una cómoda o sobre la mesa del comedor, representaba llenar de significaciones a la familia.
¿Alguien, entonces, encontrará nuestros sueños? ¿Los rescatará de su caída libre? Pensemos que sí, pero también pensemos que arrojarlos no es inercia ni ley natural ni constante invariable, sino todo lo contrario: un monumento a lo absurdo.
Ahora quiero ir a las conchas marinas. Me hizo como que algo chicharrón el poema dentro del texto. Es más. Lo voy a poner (aunque con algunos cambiecitos):

Para estar cerca,
recurría a la búsqueda de conchas
a la orilla del mar.
No me gustaba recoger conchas rotas.
Me ponía triste ver su mutilación.
Pensaba
que dolía la parte que faltaba.
Evitaba pisarles para no lastimarlas nuevamente,
pero también, lo confieso,
evitaba mirarlas.
Evitabas mirarlas. Como una mujer escondida que ha vivido hacia adentro. En libre exilio, precisamente. En libre albedrío. Y a esta libertad de confinamiento me refería al principio: al caracol. Los tiempos satinaron su historia, dices. Y es cierto. Pero quién es el tiempo –que acuérdate que es un cuervo que nos sacó los ojos-. ¿Quién es el tiempo?
Mientras no sepamos del tiempo, haces bien en recurrir a la reclusión temporal. Porque allá en el encierro se dicen muchas cosas. Allá hay muchos otros y, precisamente, muchas leticias. Allá adentro hay un río a donde se desaguan las cosas que hacemos y las palabras que decimos. Y se funden, por fuerza de su cauce –que dicen es fuerte, a veces se siente-, en lo que no hacemos y no decimos.
Te mando muchos besos, caracol,
y muchos más para tus significaciones, como la luz del unicornio,
tu otro caracol eterno,
o sea mi papá
***
Decir quien es Tristán es decir mucho, baste decir que escribe y remitirlos a su blog. Hoy encontrarán ahí uno de sus poemas cortos, contundente, que deja sin respirar. Cuand escribe, muestra el otro lado de la luna, de la moneda, o su otro yo, como lo quieran ver.
En la vida diaria, la transparencia de su alma, lo rebasa y lo deja sin máscaras. Así lo veo yo.
Esta es su carta tal como la escribió cuando EntreCaracoles más que texto era promesa, de ahí que incorporara la explicación para no haber preguntado por las muñecas y muchas otras más.

18 comentarios:

fgiucich dijo...

Es una carta muy sabia, escrita desde la pasión y que hace una disección auténtica , sin titubeos, de la historia que Ud. nos ha regalado. Más que la carta de un hijo, es de un escritor hacedor de palabras, de un poeta... La leí dos veces y la seguiré leyendo. Abrazos.

Lety Ricardez dijo...

Ay Don Fer, la presencia de usted es tan importante, que no me creerá, retrasé la subida de la carta de Tristán, para que no dejara usted de ver la de MariCarmen que está abajo. Como ve llevo un mejor ritmo, hasta le gané. Lo beso con muchísimo cariño, amigo mío

Anónimo dijo...

¿El hijo sale a la madre o la madre al hijo? No habría que preguntárselo. La carta es implacable y diamantina, como la misma vida.

Anónimo dijo...

Por acá hay un refrán manchego que dice: -para bien y para mal, en este caso para muy bien- "De tal palo, tal astilla" Felicidades al hijo y a la madre.

...y espero tu visita, mi querida Lety.

Un abrazo muy entrañable y un besote

Hannah

Lety Ricardez dijo...

Queridísima Gaby:

Tratándose de tí no cabe lugar a errores.Implacable dices y si, así es el Tristan cuando escribe, en la vida es mas suave. Diamantina también, me ha gustado el término, casi tanto como tu presencia. Cualquier comentario tuyo es un tesoro.

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Hannah queridísima, ya estuve allá con mis desvaríos. Amo tu espacio, pero no siempre me atrevo a comentar, hoy te dejé dos y ambos se relacionan en mí, aunque su tema sea tan distinto.

Pienso mucho en lo que ahí he leído y en verdad provocará mis letras, ya se están cocinando al calor de la leña.

Anónimo dijo...

Tristán escribe bien y es persona sensible. Me cae muy bien.

noname dijo...

Hola Lety mi querida amiga, te escribo en un ratito que me meti a internet, me confieso no he leido el post sobre Tristan, pero ya luego lo hare, mis vacaciones estan terminando y ya es hora de volver a casa, te leere desde alla y te dejare un comentario mejor que este, por ahora un beso grande.
He pensado mucho en ti querida amiga, lei tus escritos y me pase los dias entre caracolas marinas recordando tambien a mis mujeres.
Un beso, nos leemos.

Lety Ricardez dijo...

¿Que puedo contestar a eso? Sólo sonrío y asiento. Ya he tenido el gusto de verla por allá, en la casa de Tristán querida Noemí.


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Pepi queridísima:

Este beso durante tus vacaciones vale por cualquier comentario. La mejor parte el regalo que me hace no es que pensaras en mi, el regalo es que pensaras en tus mujeres, entre caracolas marinas.

Que disfrutes estos días, yo esperaré tu regreso.

Anónimo dijo...

Querida Lety, aprecio mucho siempre tus comentarios, tiene esa sabiduría fresca y esencial de la persona que ha vivido mucho, ha sabido extraer las enseñanzas que la vida le ha dado y las ha utilizado para crecer y hacer crecer, convirtiéndolas en riqueza profunda para sí misma y para quienes le rodean. Yo me enriquezco mucho con lo que comentas y me ayuda a reflexionar. De modo que no te voy a perdonar que calles :)

Y te pido exscusas por no responderte a tus comentarios, es una costumbre que tengo, no entrar a debatir las opiniones -salvo que algo me "rechine" mucho y me sea imposible callar; es también un modo de respetar la pluralidad de opiniones que se expresan.

Así que aguardo ese exquisito "plato de letras" que estás cocinando y que a buen seguro será muy rico.

Yo también te quiero mucho, hermanita.

Un besote

Hannah

Lety Ricardez dijo...

Hannah querida:

No tienes por qué disculparte al no responderme, yo lo entiendo perfectamente, lo que sucede es que hoy me cayó en gracia, decir algo en un comentario y verme evidenciada en otro post por mi necesidad de subjetizar para poder procesar lo que recibo. Lo que sucede es que muchas veces -de algo tiene que servir haber vivido tantos años- se trata de algo que ya he experimentado y también asimilado, muchas veces a través del dolor.

De esos platos hogareños de reciente manufactura, subiré mañana un texto aún no tallereado, que tendrá su hogar, sin que defina aún el sitio, en EntreCaracoles, pero ese lugar es necesario que parezca lo tuvo desde siempre.
¿Parece tonto lo que digo?

Te quiero hermana mayor.

Pato.M. dijo...

Estoy aquí sólo para darte un abrazo.
Qué estés bien!

Lety Ricardez dijo...

Hola Pato Meneses, gracias por ese abrazo. Debes saber que valoro la gratitud así que me fui de inmediato a corresponder la visita. Felicidades por los cambios en tu blog. ¡Yo también te deseo todo lo bueno, gracias por venir.

alejandra dijo...

ay lety, llore cn la carta de tu hijo poeta que admiro, con cada palabra me recordóa mi misma y a mi madre, te mando un abarazote lleno de admiración y cariño y dime qués se siente tener un hijo asi?

ya viste que te agregue en mis favoritos?!

besos

princess olie dijo...

Qué linda eres, Lety... Un besote chileno:
Olie

Lety Ricardez dijo...

Gracias Olie, tu no eres menos bella. Yo también te quiero. Besos

Lety Ricardez dijo...

Querida Oppelia, yo se que quieres a Don Tristán, ahí en su casa de él te conocí, antes de que vinieras conmigo.

¿Que se siente dices? Una enorme alegría. Y alegría me das también al haberme incluído en tus links, ya había visto ahí a Don Tristán. Pronto te verás aquí, nada más que cobre fuerzas para entrar al famoso template.

Besos amiga

Indianguman dijo...

Realmente Tristán es distinto, como tú. En verdad sus palabras son certeras, cuando habla de tu "no sé qué", del libre exilio y del lugar en que paran nuestras palbras, nuestros suenios. Parte de ellos han llegado a mi corazón.

Hermoso escribe el que escribe, quien lo hereda no lo hurta!

Maravillosa carta, algo para atesorar

Lety Ricardez dijo...

¡Queridísima IndianGuman!

¡Tú también perteneces a ese gremio! Los que nos encontramos es por algo, porque así debe ser

Me encanta Don Tristán, jejeje, y que conste que no porque sea mi hijo

Falta tu carta para atesorarla también

Besos

Gracias por leerme, tú das razón de ser a este blog