viernes, marzo 03, 2006

Hannah provocó en mi una cartarsis, un llanto liberador

Mi querida Lety: yo no soy crítico literario; a decir verdad, ni siquiera soy literata, no lo soy aunque escriba prosa y versos; o, por lo menos, no es esa mi profesión. De manera que no esperes de mí ni una crítica a tú libro. Además, nunca he estado muy de acuerdo con las críticas literarias, porque un libro forma parte de la vida de quien lo escribe, es una creación, y, sólo por eso, merece ya todo el respeto. Por supuesto que se podrá aconsejar sobre ortografía, sintaxis, estilo, etc. Y para eso, doctores tiene la santa madre iglesia, que decimos por aquí. Pero sobre la calidad del contenido, siempre he creído que las críticas son cuanto menos, interesadas... Y gustos para colores. Yo sólo puedo decir que me fascina tu verbo: tiene el mismo color y la misma luz que tus lienzos, y a mí me atrapan.

Ya sabes que me llevé tú libro a mi periplo de conferencias y seminarios por Francia y Alemania, y sí: fue el culpable de que muchas noches no durmiera y de que alguna conferencia me saliera más viva, más interesante, menos académica... Por ratos lloré leyendo y empapé las hojas. ¡Cuánto desamor desde niña!. ¡Cuánta lucha!. ¡Cuántas tristezas!. ¡Cuántos desencuentros!... Me atrapo desde las primeras líneas, querida hermanita. Me llegó profundamente, tal vez porque tu infancia fue en muchas cosas muy parecida a la mía, y ambas sabemos de lo trabajoso que resultó levantar la cabeza y reafirmarse. Te diré también que a través de las líneas de tu libro aprendí a conocerte mejor y a admirarte, que fue creciendo mi cariño hacia ti mientras leía y que si hubiéramos estado en la misma ciudad, hubiera corrido a darte un par de besos y abrazos en muchos momentos.

Ya sabes que soy terapeuta y que terapeuta significa buscar la verdad ¡y había tanta verdad en tu libro! En primer lugar una verdad doliente, escondida que pugnaba entre negaciones y tristezas, por abrirse paso; pero, también, una secreta y esencial verdad a la que nunca diste la espalda y que fue creciendo contigo desde niña hasta que al final pudiste encontrar y encarnar después de despojarte de todas esas máscaras y negaciones de ti misma que se te querían imponer desde el afuera, y resurgir cómo la mujer viva, valiente, amorosa, generosa, creativa y sensible qué ahora eres. Porque supiste despojarte de todos los engaños ajenos y propios, realizar ese viaje interior necesario y renacer de tus cenizas cómo la hermosa mujer y madre que eres por dentro y por fuera.
Te admiro desde lo más profundo de mí. ¡Ojalá todas las mujeres de nuestra generación contaran con tu coraje y pudieran y quisieran recorrer el camino que tu has realizado. Eres un ejemplo vivo, Lety. ¡Bravo, Lety! Cada día me siento más privilegiada de haberte conocido.

Y ahora que te has desnudado, que has podido gritarlo y transmitirlo, ahora que te has purificado, te diría que echaras a andar con paso firme por otros caminos: los de la vida plena y los de la escritura y la pintura que tan bien dominas, sin miedos y sin deseos apriorísticos de complacer a nadie salvo a ti misma; date ese regalo para gozar y divertirte y para transmitir así toda la vitalidad, fuerza, belleza, amor y poesía que te habitan.

Eres un torrente de vida, Lety, Y esa vida pugna por fluir por todos tus poros con la fuerza de un volcán: no lo frenes, Lety y déjate fluir; déjate fluir lúdicamente, alegremente; ¡canta, grita, vive, disfruta y transmite todo lo que quieras, todo lo que te haga feliz, todo lo que tenga para ti sentido, todas las gamas y colores que te adornan! Porque puedes, porque tienes el don de hacerlo y porque te has ganado con creces el derecho a gustarlo y expandirlo, a gustarte y a expandirte y a sentirte cómo esa hermosa mujer libre que eres. Y si lo haces, verás que será el mejor regalo que podrás aportarte a ti misma, a tus hijos, a tus amigos y al mundo. A mí, particularmente ya me lo has aportado.

Y me uno también a lo que te han dicho, fundamentalmente, Jean Georges —maravillosamente dicho— y Laura, junto a algunas de las cosas que te señala Gabi.

Y, bueno, decirte también que hagas todo cuanto puedas por publicarlo porque merece la pena que sea leído, principalmente, por mujeres de nuestra generación.

Te abrazo con toda la ternura de que soy capaz, hermanita, y me voy a la camita porque es muy tarde ya.

Te deseo un muy feliz domingo.

Carmen - Hannah
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Creo haberles compartido mi búsqueda constante de la humildad, la valoro porque no forma parte mi bagaje, no está en mi ser natural. En mi marido he encontrado la verdadera humildad, por eso vivo de cara hacia él intentando aprender y aprehender.
Hoy subo esta carta de Hannah por dos razones, como un ejercicio en busca de la humildad, y porque mi gratitud sobrepasa mis denodados esfuerzos por alcanzar esa esquiva virtud. Esa que también Hannah posee. Ella que es grande, valora mi pequeñez, crece y hace crecer.
Acepto lo que dice Hannah, los límites y los engaños no venían sólo del exterior, para entenderlo, se hizo necesario ese terrible viaje interior. Es cierto también lo que ella dice, ahora que me he desnudado debo empezar a andar, dejar los miedos atrás.

6 comentarios:

Dra. Kleine dijo...

Nena, quien acepta de manera humilde todo eso es porque sabe ser una persona que aprende de lo que ve, escucha y sabe.

Dioses y más Dioses, nunca me han descrito a Lety Ricardez con tanto detalle como lo han hecho hoy. Parece que no necesitara verla físicamente. Es que esa eres tú.

Anónimo dijo...

Querida Lety, estoy convencida de que no es precisamente de humildad de lo que estás necesitada. ¿Grande yo? ¡Sin cabeza, tres metros más o menos :)))! Y ¿humilde? creo que en mí, la humildad, si alguna vez llegué a tenerla, era verde y se la comió un burro... Ni grande ni humilde pues, Para grande, no sé, creo que ni siquiera me interesa serlo; Pero en la humildad me esfuerzo cada día un poquitín... Tal vez un día pueda despojarme de tanta soberbia cómo aún acumulo y me acerque a serlo, pero ¡ay! de momento, soy un caminante más dando pasos vacilantes en eso que se escapa cómo arena de entre los dedos: el crecimiento personal.

Te quiero, querida hermanita Lety, y te abrazo con ternura.

Hannah

Lety Ricardez dijo...

Mi querida Doctora: ¿le cuento algo?
Estoy en México y sería feliz de poder verla con estos ojitos pajaritos. Estaré aquí hasta el lunes. Cree que sea posible?

La abrazo con mucho afecto

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Yo te mido desde mi estatura y así eres querida Hannah, así te vemos aquellos a quienes alcanzan las ondas de tu influencia.

¡te quiero tanto amiga hermana y aprendo tanto de ti! Soy una afortunada eso si, ni duda cabe.

noname dijo...

Mi querida amiga, al fin llegué a casa, he leido el últio post y sabes que concuerdo plenamente con Hannah, eres un tesoro de persona, tu libro me hizo encontrarme con mi pasado, con mis fantasmas y sabes que todo en la vida concuerda, justamente era lo que necesitaba en esos momentos.
Eres una persona muy valiente y valiosa, te quiero mucho Lety linda.
El resto de los posts los iré leyendo de a poco, tengo que ponerme al día :)
Estoy tan felíz de haberte encontrado querida Lety.
Un beso.

Lety Ricardez dijo...

Querida Pepi ¿tienes idea de lo que me das al decir eso?
Que no pienses en mi, o en mis mujeres, sino en tus propios fantasmas y los enfrentes al leerme es un regalo maravilloso.
Esta comunicación y entendimiento entre nosotras como seres reales, va más allá de todo lo imaginado para mí. Hace que valga la pena despojarme de todo para mostrarles mis pobres rodillas, con todas sus cicatrices y dolores.

Te quiero amiguísima, compañera de dolores, seguiremos siendo amigas y leyéndonos con el favor de Dios.
Ahora cuando acabes con los post, no te olvides que te espero en la otra casa "quiero decir y que la voz responda"

Indianguman dijo...

Qué tierna carta te ha escrito hannah, y no tiene pizca de exagerada. Hace simple honor a la verdad. Sabes? siempre me asombra tu entereza al relatar situaciones de tu vida que fueron duras, sobre todo las de la infancia. Y por eso mismo, y porque el punto que haces es siempre ir más allá de la situación puntual y sus culpas y culpables, y porque he sentido algún pudor, no te he confortado lo suficiente. La ninia en ti fue muy herida y siempre necesitará apapachos por montones. Se los merece!

Gracias por leerme, tú das razón de ser a este blog