martes, marzo 28, 2006

V.- El inesperado regalo de Violeta

A nosotros no nos llevaron al entierro. Al preso que intentaba escapar, sí.
No entendí el por qué de una cosa ni de la otra.

La muerte de mi tío fue un escándalo y una conmoción. Oaxaca se volcó en el panteón. Jóvenes de todas las escuelas lo llevaron en hombros, así salió de su casa donde mi abuela lo veló.
Pasados los nueve días de los rezos, el Gobernador en persona llegó a buscar a mi abuela.

—Quiero saber lo que pide usted, en contra del guardia Doña Consuelo— le espetó en cuanto pudo hacerlo.

—¿Pedir señor? Lo único que quisiera es a mi hijo de vuelta y eso no me lo puede dar. Que castigue a ese pobre hombre no me lo va a devolver, así que no pido nada.— Sólo eso dijo y calló.

Esto no fue necesario que mi abuela lo pidiera. Después del niño ahogado taparon el pozo. Pasado algún tiempo quitaron el peligro para las escuelas, se llevaron la cárcel a las afueras de la ciudad.

***

El día que Violeta cumplió quince años, su madre le puso entre las manos una cajita de madera labrada, forrada con raso de color marfil y dentro de ella, en un sobre escrito con cuidada caligrafía, venía la carta.

Estaba abierta, Violeta me contó que la había leído tantas veces que prácticamente se la sabía de memoria. La carta decía así:

“Este es un hermoso día para ti. No quisiera turbar tu corazón con un recuerdo triste, pero quiero ayudarte a que dejes salir cualquier mal sentimiento que todavía pudieras guardar.
Por favor lee mi carta. Tu mamá me ha dado permiso de escribirte y es por eso que me acerco a ti.

Soy el hijo menor de una buena familia que vive en Monterrey. Mi mala cabeza me hizo caminar por senderos que nunca imaginé. Fueron tan malos que perdí mi libertad.

Ni siquiera el castigo bastó para corregirme. Por el contrario, sólo pensaba en la manera de evadir mi responsabilidad y sacudirme el encierro que yo mismo busqué con mi mal proceder.
Así planeé escapar de la cárcel metido en un baúl, de lo que sucedió no tengo que contarte más, porque lo sufriste tú, pero hay algo que quiero que sepas:

Sin saber bien por qué o para qué, pedí que me llevaran al entierro de tu amigo y fue terrible.
Ver a la madre que se sostenía a fuerza de voluntad, sus ojos que parecían no ver a tantos muchachos llorosos, vestidos con uniforme escolar, ver aquella larga fila, pasar de dos en dos. Tú apoyada en tu madre, aguantando, parada hasta el final.
Cuando la caja se cubrió de flores, ya no podía respirar.
Después, volví a verte muchas veces en las diligencias judiciales. Tenías que repetir y repetir cómo pasó. Quería pedirles que no te hicieran venir. Casi sangrabas tus labios antes de contestar y era para no llorar. Tu madre ponía el brazo sobre tu hombro, al ver que te miraba.

Lo que ni ella ni yo sabíamos es que tus lágrimas alcanzaron un bien. Desmoronaron la loza de mi corazón.
Nada te devolverá a tu amigo, pero a pesar del daño que te hice, necesito tu perdón. Con él recibiré el de otras personas a quienes sin conocer lastimé.
Aýudame a volver libre a la casa de mis papás.

***

Lo último que Violeta me dijo fue esto:

—Puedo haber confudido alguna palabra, pero la esencia de la carta era esa, a pesar del tiempo que ha pasado, nunca la olvidé.
Ahora que te he dado este mensaje ¿Me permitirías hablarte de tú? Siento esa proximidad en mi corazón. En realidad te sentí así desde que leí tu nombre en la tapa del libro, de inmediato supe quien eras, porque Rubén me contaba de sus sobrinos y tú eras su consentida. Pensé hacer de la carta y el regalo que recibí, el motivo de conversación, pero ya ves, en la fiesta no se dio el ambiente más apropiado, por esa razón decidí esperar y traerte la carta y la caja también.
Ese día no llegó porque no pude encontrar la caja. A mi madre no puedo preguntarle si la recogió, porque ya no vive. Así que ya ves hoy la pulsera me trajo nuevamente hasta ti. En verdad creo que necesitabas saber de esa carta, a mí su lectura me hizo mucho bien—.
***

Extraño que Violeta no encontrara la caja de madera labrada; Ella que sabía ser el mejor guardián para una caja. Pero eso no importa, aunque no me la diera físicamente, me la regaló.

Después de escuchar la carta, la niña dentro de mí también quiere decir.

13 comentarios:

noname dijo...

Una lección de perdón y de amor es lo que tu nos has regalado esta vez mi querida amiga, también de arrepentimiento, muchas veces no descansamos hasta que se nos perdone, será que el alma necesita el equilibrio?
Como bien dices, no era necesario el regalo físico para sentir la acción de entrega, creo que esos son los regalos verdaderos, no la materia, sino la acción y el sentimiento que impulsa a hacerlo lo que tienen un valor infinito.
Un abrazo grande.

Indianguman dijo...

Perdonar. Perdonarnos. Para seguir adelante, para entender... Pero vaya que cuesta! Primero hay que querer decir.

Soy toda oídos

un beso

Sovka dijo...

Hermoso relato.

fgiucich dijo...

Me he quedado absorto y de rodillas, como dice el poema, ante la magnitud de su relato. Y ahora quedo a la espera del "quiero decir". Abrazos.

Viv. dijo...

Diría un vago comentario antes de leer lo que quieres decir.
Besos.

Misionero dijo...

Vine y te leí entre lágriams de gozo (como si de pronto me hubiera atrapado el humo de un gran incendio) que me hiciste sentir. También tengo la convicción de que es algo más que coincidencia.

Hay tanto que decir, tanto que aprender... Muchas gracias querida Lety

Abrazo iluminado de misionero

Anónimo dijo...

Hola! Necesito hablar contigo... pero no encuentro tu direccion de mail en el perfil... ¿me puedes escribir a nan_garrido@hotmail.com? Gracias!l

Anónimo dijo...

Qué difícil me imagino que es el oír las razones de un otro que ha matado a un ser amado.
Que poderosa empatía se necesita tener para escucharlo, sobrepasando la propia rabia, confusión, falta de entendimiento y dolor.
Besos.

princess olie dijo...

Linda historia, Lety.
Vine a darte un abrazo.
Estoy agradecida de haberte encontrado:
Olie
30-3-2006

Anónimo dijo...

El perdon es una puerta que a pocos les gusta cruzar,pero vale la pena probar.
saludos
MARCOS

Natho47 dijo...

Como cuesta perdonar....

Anónimo dijo...

Bello relato...mnkanta venir a verte!!
saludos desde Puebla

Anónimo dijo...

el alma hunama a veces escoge caminos desconocidos para mostrarnos lo verdadero...lo importante es estar cosnciente querida Lety que tua palabras son el hilo de Ariadna en este laberintico relato, un abrazo y muchisimos cariños por la magia

Gracias por leerme, tú das razón de ser a este blog